Hacia una nueva era del diálogo: la exploración del humanismo (2005)
Propuesta de paz 2005 (versión abreviada)
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En los años transcurridos desde los atentados terroristas del 11 de setiembre de 2001, el mundo ha experimentado un extraordinario recrudecimiento de las tensiones. En muchos países, la prioridad acordada a la seguridad nacional se está utilizando como una excusa para restringir los derechos y libertades de las personas, en tanto que la cuidadosa dedicación que requieren otras acciones conjuntas para solucionar grandes problemas, como la pobreza y la degradación ecológica, ha perdido impulso. ¿Cómo podemos superar las crisis que nos plantea la época?
Desde luego, no existen soluciones simples; pero, así y todo, debemos evitar caer en un pesimismo inútil e improductivo. Los problemas que enfrentamos son causados por los seres humanos, lo que significa que tiene que haber una solución humana para superarlos. Estoy convencido de que, en tanto no nos demos por vencidos, podemos abrigar la certeza de que encontraremos una solución para lo grandes problemas que nos aquejan.
Es necesario esforzarnos, como objetivo primordial, en promover el diálogo en su forma más plena; tenemos que atesorar el diálogo como el camino realmente certero y seguro hacia la paz. El diálogo sincero, de vida a vida, es la esencia del humanismo. A medida que se propaga y se multiplica el oleaje del diálogo, este pone de manifiesto su potencial de generar esa clase de cambio capaz de orientar las fuerzas del fanatismo y del dogmatismo hacia una perspectiva más humanística.
El fanatismo y el dogmatismo adoptan muchas y diferentes caras. Si bien se los asocia con la religión, de hecho, se pueden encontrar en todo el espectro del quehacer humano, como es fácil comprobar, por ejemplo, por el modo en que las ideologías del siglo XX quedaron atrapadas en sus propias tendencias.
En cierta medida, cualquier ideología corporifica una ortodoxia o una manera fija de entender el mundo. Si bien eso puede significar algo positivo, al mismo tiempo, una ideología puede restringir el libre pensamiento y la capacidad de juicio de la gente a un solo y exclusivo punto de referencia. Existe, por ende, el peligro intrínseco de que dicha tendencia quede fuera de control, y que los "-ismos" abstractos terminen esclavizando la vida de las personas. Se llega así al fanatismo, situación en que la vida humana se ve grotescamente devaluada, y la muerte, glorificada.
En oposición a esa clase de ortodoxias, el rasgo más notable del humanismo es que este no pretende inculcar normas de comportamiento. Por el contrario, se concentra primordialmente en las acciones libres y espontáneas del espíritu humano, y en los juicios y decisiones autónomos.
Se puede entender la siguiente formulación como la pauta de un humanismo en acción, centrado en los principios budistas: reconociendo que todo está en constante cambio dentro de un marco de interdependencia, consideramos que la armonía y la unidad son expresiones de nuestra interconexión. Pero también podemos considerar la contradicción y el conflicto de la misma manera. Rehusando categóricamente ejercer la discriminación sobre la base de estereotipos y limitaciones impuestas, podemos comprometernos con toda nuestra fuerza vital con la clase de diálogo que llegará a transformar incluso los conflictos en conexiones positivas. Es a través de ese desafío donde se puede hallar la verdadera contribución del humanismo budista.
Educación para una ciudadanía global
La clave de todo está en la educación. La educación para una ciudadanía global es capaz de contribuir a transformar la eterna cultura de guerra que ha signado a la humanidad en una cultura de paz.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se puede transformar en un importante centro de coordinación para esa gran labor. El Programa Mundial para la Educación en Derechos Humanos, iniciado en 2005, brinda una oportunidad única y vital en ese sentido. 2005 marca también el comienzo del Decenio de las Naciones Unidas para la Educación en la Esfera de los Derechos Humanos, proyecto por el que la SGI ha venido bregando de manera constante y al que ha prestado toda su colaboración. La educación en los derechos humanos y la educación para el desarrollo sostenible reflejan intereses y objetivos interconectados.
Es perentorio incorporar la concepción de un diálogo entre los hombres y la naturaleza, de un humanismo que no se limite solo a lo humano. Si carecemos de la humildad de ver las señales del mundo natural –los cambios climáticos y la destrucción ambiental– y, desde nuestra arrogancia e insensatez solo reivindicamos los intereses y necesidades del hombre, los sistemas naturales que nos sustentan colapsarán. Más aun, ningún esfuerzo destinado a convertir el nuevo siglo en una era de paz dará resultado, a menos que seamos capaces de expandir nuestra comprensión de los derechos hasta incluir los derechos del mundo natural. Es por ello que hace ya tiempo vengo instando a que la Constitución japonesa asuma un compromiso global respecto de la coexistencia armoniosa con la naturaleza.
La reforma y el fortalecimiento de las Naciones Unidas
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha afirmado que el propósito de la ONU debe ser "crear un mundo con menos amenazas y, al mismo tiempo, con la capacidad de enfrentar aquellas amenazas que de todos modos se presentan". Si bien se necesita tener capacidad para resolver problemas, intensificar el énfasis en las medidas de prevención es mucho más importante. El poder moderado del diálogo y de la cooperación yace en el corazón de la ONU, y funciona con mayor eficacia en la franja preventiva del espectro, a saber, en la definición de paradigmas para resolver problemas globales, la creación de marcos de colaboración destinados a la prevención, etcétera.
Para permitir que la ONU desempeñe plenamente el poder moderado, es necesario implementar lo que podría llamarse un "panel coordinador de gobernabilidad global", cuya tarea podría recibir el respaldo de un grupo activo de ONGs. La reestructuración de la ONU requiere el fortalecimiento de la asociación entre este organismo internacional y la sociedad civil. El derecho de las ONGs a participar en debates o a iniciarlos debería extenderse para que tengan una relación más estrecha con la Asamblea General y con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Gestiones para generar confianza y establecer paz en Asia y el Pacífico
El establecimiento de una "oficina de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico" podría significar el comienzo de un nuevo esfuerzo para consolidar la seguridad humana en esa región. Además, anhelo ver el surgimiento, en la región este del Asia, de la clase de integración regional que existe en otras zonas. Como un paso hacia ese objetivo, cuestiones como la integridad ecológica, el desarrollo humano y las estrategias de prevención de desastres pueden recibir la cooperación de diversas regiones.
Los intercambios educativos también son cruciales. Las conexiones que establecen durante su juventud las personas de diferentes países constituyen la base de una paz perdurable. Es importante que la China, el Japón y Corea del Sur desarrollen programas de movilidad estudiantil que podrían luego expandirse hasta abarcar todos los países asiáticos.
Además de entablar relaciones de confianza entre ellas, a través de esos programas e iniciativas, las tres naciones deben trabajar estrechamente para lograr de manera coordinada un avance en la cuestión del desarrollo de armas nucleares por parte de Corea del Norte. Es necesario crear una zona libre de armas nucleares en el noreste de Asia. El requisito previo para ese propósito debe ser el éxito de las conversaciones de las seis partes; sería recomendable que el grupo de trabajo, convocado para discutir procedimientos específicos relativos al desmantelamiento del programa nuclear de Corea del Norte, se convirtiera en un cuerpo permanente.
Desarme nuclear
Las potencias nucleares deben tomar medidas inmediatas para reducir y desmantelar sus arsenales en existencia y para fortalecer el régimen de no proliferación nuclear. Exhorto firmemente a los estados con arsenal nuclear declarado a que comiencen a establecer el marco para el desarme. Precisamos una agencia internacional para el desarme, especializada en supervisar el cumplimiento del "compromiso inequívoco de los Estados poseedores de armas nucleares de que eliminarán totalmente sus arsenales nucleares con miras a lograr el desarme nuclear".
Necesitamos, asimismo, reanudar las negociaciones para un Tratado de Cesación de la Producción de Material Fisionable e instar a India y Pakistán, al igual que a Israel, a participar, de modo de incluir a esas naciones dentro de regímenes internacionales para el control de material nuclear destinado a armamento.
Quisiera también poner el acento en la importancia de la educación para el desarme y la no proliferación, capaz de jugar un papel vital en la tarea de encauzar el mundo por una vía segura hacia la paz. Debemos incorporar activamente los temas del desarme y de la no proliferación en la educación escolar. Esa ingente tarea se vería complementada con los esfuerzos para despertar la conciencia pública de todos los estratos sociales. Por nuestra parte, nosotros, integrantes de la SGI, perseveraremos en toda actividad que impulse la educación para el desarme y la no proliferación.
Este año marca el trigésimo aniversario de la SGI, y quisiera hacer propicia la oportunidad para reafirmar nuestro espíritu fundamental. Resueltamente arraigados en un inquebrantable compromiso con la paz, la cultura y la educación, los miembros de la SGI de todos los confines del orbe se consagran al diálogo tenaz, con el objetivo de generar una corriente global de paz y de coexistencia creativa. Con el profundo espíritu de nuestros mentores grabados en el corazón –el espíritu de que este es el camino certero y firme hacia la eterna victoria en la vida– proclamamos nuestra determinación de hacer crecer cada vez más las corrientes de solidaridad entre una ciudadanía consciente, compartiendo y propagando un compromiso dinámico con la paz y con el humanismo.