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Líder budista impulsa un tratado para la abolición nuclear

[Entrevista realizada a Daisaku Ikeda por la agencia noticiosa IDN, en asociación con IPS. Publicada en el portal electrónico de la misma, el 21 de junio de 2010.]

Especial IDN
Entrevista a Daisaku Ikeda del IDN-InDepht News

BERLÍN/TOKIO (IDN) – El destacado pensador budista Daisaku Ikeda ha exhortado la pronta iniciación de negociaciones destinadas a lograr un tratado global para la abolición de las armas nucleares y de todas las demás armas de destrucción masiva que coincidiera en lo posible con el 70º aniversario de los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki.

Un tratado internacional, implementado en la forma de una Convención sobre Armas Nucleares (CAN), tendría como mandato primordial la prohibición de desarrollar, probar, producir, almacenar, transferir, utilizar armas nucleares y amenazar con su empleo, y al mismo tiempo, garantizar su eliminación. Dicho tratado sería, en lo formal, similar a las convenciones existentes que estipulan la proscripción de otras categorías de armas, como las biológicas, las químicas y las minas antipersonales.

Las propuestas para una Convención sobre Armas Nucleares son materia de discusión desde 1996. Por primera vez, actualmente, una CAN ha sido objeto de referencia en el documento final que se elaboró en la Conferencia de las Partes encargada del examen del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares (TNP) realizada entre el 3 y el 28 de mayo en la sede de la ONU, en Nueva York.

"Tenemos que construir algo positivo partiendo de este impulso", afirma Ikeda, presidente de la asociación budista Soka Gakkai Internacional (SGI), quien por décadas se ha dedicado a promover la eliminación de los arsenales atómicos. A comienzos de setiembre de 2009, el señor Ikeda formuló un plan de cinco puntos para el logro de la abolición nuclear.

A continuación, se transcribe el texto completo de una entrevista al Presidente de la SGI realizada por Ramesh Jaura, vía correo electrónico, para IDN-InDepthNews, en forma conjunta con la agencia de noticias Inter Press Service.

Pregunta: Doctor Ikeda, ¿cuál es su opinión sobre los resultados de la Conferencia de Revisión del TNP? ¿Piensa que proponen realmente un camino para que el mundo avance hacia la abolición nuclear? ¿O se trata simplemente de promesas y de aspiraciones fútiles, como sostienen algunos observadores?

Respuesta: Como lo menciona usted, la gente trata actualmente de formarse un juicio sobre los resultados de la Conferencia de Revisión, y existe una amplia variedad de opiniones al respecto. Fue lamentable, por ejemplo, que no se hayan podido superar las diferencias más profundas entre los estados nucleares y los no nucleares. Como consecuencia, la propuesta del informe preliminar, que tendría que haber exigido el inicio de las negociaciones sobre el desarme nuclear dentro de un marco preciso de tiempo, no logró asegurarse un lugar firme en el documento final. Aparte de eso, hubo muchas otras cuestiones que quedaron sin resolver.

Sin embargo, se pudieron evitar las divisiones que paralizaron la Conferencia de Revisión del TNP de 2005, y el documento final incluye ahora planes de acción específicos. En mi opinión, eso demuestra claramente que en los gobiernos se ha profundizado la conciencia de que no podemos desperdiciar la oportunidad de retomar el camino del avance hacia un mundo libre de armas nucleares.

Tengo un profundo aprecio por las palabras del gran literato chino Lu Xun (1881-1936), quien afirmó que la esperanza era como un sendero en la campiña: originalmente, no existe huella alguna, pero, al transitar las personas por el mismo lugar, el camino se va formando. Creo que ese pensamiento se aplica muy bien al proceso de seguir progresando. La clave estará en que todos los gobiernos se unan y hagan del documento final la base de sus gestiones, avanzado siempre, de un paso a la vez, por ese trayecto poco transitado. Al mismo tiempo, es crucial incentivar una postura internacional que reclame la pronta implementación de todos los acuerdos. La clave en este punto estará en asegurar espacios de diálogo permanentes entre la sociedad civil y los responsables de formular las diferentes políticas.

P.: ¿Cuáles serían, a su criterio, los logros más significativos?

R.: Creo que la conferencia logró tres puntos especialmente destacables. En primer lugar, después de afirmar que todos los estados deben realizar esfuerzos a fin de establecer el marco necesario para lograr y mantener un mundo libre de armas nucleares, el documento se refiere, por primera vez, a las propuestas para una Convención sobre Armas Nucleares (CAN).

Luego, la conferencia reconoció que la única garantía verdadera contra la amenaza de las armas nucleares es la abolición de estas. Y, en tercer lugar, se pronunció por que los países se atengan a lo que establece el derecho internacional humanitario, en vista de los efectos catastróficos que conlleva cualquier forma de empleo de armas nucleares.

Los reclamos efectuados por estados no nucleares y ONGs con el objeto de establecer una Convención sobre Armas Nucleares que prohíba completamente dichas armas de destrucción masiva han sido rechazados hasta ahora como demandas prematuras, o bien, por considerar que una CAN no respondería adecuadamente a las realidades de las relaciones internacionales.

Como resultado, dicha propuesta nunca fue tenida directamente en cuenta en las negociaciones internacionales, por lo que su mención en el documento final de la Conferencia de Revisión del TNP es aun más significativa.

Sé que ello fue posible gracias al esfuerzo conjunto de varias figuras, entre las que se destacaron el presidente de la Conferencia de Revisión, importantes agencias de la ONU, como el Departamento para Asuntos de Desarme, gobiernos comprometidos con la abolición nuclear y el apasionado y firme esfuerzo de numerosas organizaciones de la sociedad civil. Los jóvenes de la Soka Gakkai de Japón, por ejemplo, recolectaron más de 2.200.000 firmas en apoyo del establecimiento de una CAN, y las entregaron al Presidente de la conferencia y al Secretario General de la ONU.

P.: ¿Hacia dónde nos encaminamos a partir de ahora?

R.: Tenemos que construir algo positivo partiendo de este impulso. Quiero exhortar a un pronto comienzo de negociaciones para una Convención sobre Armas Nucleares, con la mirada puesta en la próxima Conferencia de Revisión de 2015, que marcará el 70º aniversario del uso de armas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki. Habrá que superar numerosos obstáculos, pero estoy convencido de que el momento es propicio para la prohibición completa de las armas nucleares.

Dos principios que fueron proclamados en las declaraciones del documento final dejan este punto perfectamente en claro. El primero destaca: "La Conferencia reafirma y reconoce que la eliminación total de las armas nucleares es la única garantía absoluta contra la utilización o la amenaza de uso de armas nucleares…".

El segundo afirma: "La conferencia expresa su profunda preocupación ante las consecuencias catastróficas de índole humanitaria de cualquier forma de empleo de armas nucleares y reafirma la necesidad de que la totalidad de los estados acaten en todo momento lo impuesto por el derecho internacional, incluido el derecho internacional humanitario".

Dado que los debates intergubernamentales sobre cuestiones nucleares se han tratado a menudo en términos de la lógica política o militar, esto otorga una clara prioridad a los valores humanitarios y al imperativo de respetar la dignidad inherente de la vida.

P.: ¿De qué manera específica se relacionan las armas nucleares con un imperativo humanitario?

R.: Sobrevivientes de Hiroshima y de Nagasaki compartieron sus experiencias en la Conferencia de Revisión e instaron a la abolición nuclear. El sufrimiento que acarreó el empleo de armas atómicas no se limitó al período subsiguiente de los bombardeos. Las armas nucleares son los instrumentos de destrucción más inhumanos de todos, cuyo impacto continúa causando dolor y minando los cimientos de la dignidad humana por generaciones.

Por esa razón, mi mentor y segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda (1900-1958), denunció esas armas como el mal absoluto. Él tenía la convicción de que no debíamos permitirnos el error de incluirlas dentro del mismo contexto que las armas convencionales, como un mal necesario que debía emplearse cuando las condiciones lo requirieran.

Las armas nucleares son absolutamente inadmisibles, tanto por la gravísima amenaza que representan para la paz y su naturaleza profundamente inhumana, como por la devastación que implican a la dignidad humana. Esa clase de comprensión debería ser la base de las gestiones para establecer una Convención sobre Armas Nucleares. La labor de aplicar el espíritu y los principios del derecho internacional humanitario a los armamentos nucleares es crucial para ponerle punto final a la era nuclear.

P.: El doctor Jayantha Dhanapala, presidente de la Conferencia Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales, definió el acuerdo logrado en la conferencia de implementar la resolución de 1995 sobre Medio Oriente como "el logro más significativo" del evento. Pero los expertos dudan de que ese acuerdo conduzca al establecimiento de una zona libre de armas nucleares en Medio Oriente. ¿Acaso no se justifica ese escepticismo, dadas las reservas exhibidas por los Estados Unidos e Israel sobre algunos puntos cruciales?

R.: Los tratados que establecen Zonas Libres de Armas Nucleares (ZLAN) en Asia central y en África, que entraron en vigencia el año pasado, son una importante fuente de esperanza. Esas regiones se suman a América Latina, el Pacífico Sur y el sudeste de Asia en el establecimiento de ZLANs. Eso es especialmente importante, porque las dos nuevas ZLANs incluyen países que han desarrollado o poseído armas nucleares en el pasado.

El siguiente desafío es promover la desnuclearización de otras regiones del globo. Como es el caso del nordeste y del sur de Asia, el camino hacia ese objetivo en Medio Oriente está plagado de dificultades.

Con ese telón de fondo, la Conferencia de Revisión del TNP hizo un llamado a una conferencia en 2012 para establecer una zona libre de armas nucleares y de toda arma de destrucción masiva en Medio Oriente. No hace falta decir que las cuestiones en Medio Oriente son complejas, y que no es probable que se resuelvan mediante la realización de una sola conferencia. De hecho, dada la historia de conflictos, violencia y marcada animosidad en la región, nada será más difícil que concertar una conferencia así.

Pero la situación actual es a todas luces intolerable y podría empeorar dramáticamente en cualquier momento. Por ello, es imprescindible desarrollar vías de diálogo y encontrar la manera de comenzar a aligerar las tensiones.

Al referirse a los peligros de la era nuclear, el historiador británico Arnold Toynbee (1889-1975) los denominó el "nudo gordiano que debe ser desanudado por dedos pacientes en lugar de segado por la espada". La resolución del estancamiento de larga data en Medio Oriente y el desmantelamiento de las estructuras de confrontación requieren mantener un persistente esfuerzo de diálogo, para desenredar los enmarañados hilos del temor, la sospecha y la desconfianza. El punto más crucial que hay que tener presente, sin embargo, es que el conflicto, lejos de hacer imposible el diálogo, lo hace necesario.

P.: ¿Qué implica eso, concretamente?

R.: En la búsqueda de un mundo libre de armas nucleares, necesitamos alejarnos de la posición de amenazarnos mutuamente y avanzar hacia el esfuerzo compartido de reducir la amenaza y la percepción de que esta existe. Es necesario restaurar la confianza y forjar la seguridad. Todos necesitamos trabajar para expandir los círculos de seguridad física y sicológica. Creo que dicha fórmula se aplica igualmente tanto en el nordeste y sur de Asia como en Medio Oriente. Al emprender el diálogo con visión de futuro, podremos comenzar a avizorar el siguiente paso hacia una coexistencia en paz.

Las dificultades que implica llevar a cabo una conferencia de Medio Oriente subrayan la necesidad que tiene la sociedad internacional, incluida la sociedad civil, de prestar su apoyo. El documento final de la Conferencia de Revisión exhorta a que la conferencia se realice "con el apoyo y el compromiso pleno de los estados nucleares". Además del respaldo requerido a esas naciones, espero que el Japón, como país que ha vivido la experiencia directa de la guerra nuclear, trabaje con otros estados no nucleares a fin de crear las condiciones para un diálogo sostenido y fructífero en Medio Oriente.

P.: ¿Qué actitud sugiere usted que debería adoptar la sociedad civil, de modo que las promesas se conviertan en realidad, y los clichés vacíos de contenido, en compromisos vinculantes, en especial, en lo que concierne al Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN), un Tratado de Prohibición de la Producción de Material Fisionable (TPPMF) y una Convención sobre Armas Nucleares?

R.: Pese a los reiterados llamados, el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN), adoptado en 1996, no ha entrado aún en vigor. En el caso del Tratado de Prohibición de la Producción de Material Fisionable (TPPMF), las negociaciones ni siquiera han comenzado. Pese a ello, considero que la situación no está desprovista de esperanza.

Pese a la condición no vinculante del TPCEN, desde que este se firmó, los cinco estados reconocidos como nucleares han cumplido una moratoria en la realización de más ensayos nucleares, como ha sucedido con India y Pakistán desde 1998. Además, la Comisión Preparatoria de la Organización del Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (OTPCEN) ha continuado desarrollando el régimen de verificación necesario para asegurar que ningún país realice ensayos nucleares.

En la Conferencia de Revisión del TNP, Indonesia manifestó su intención de ratificar el TPCEN. Si los Estados Unidos lo ratifican a su vez, se necesitarían solo la ratificación de otros siete estados más para que el tratado entrara en vigor. Respecto del Tratado de Prohibición de la Producción de Material Fisionable, los cinco estados nucleares han acordado suspender la producción de material fisionable en espera del inicio de las negociaciones.

P.: ¿Qué se necesita para que esos importantes tratados avancen hacia su implementación?

R.: Más que ninguna otra cosa, debemos convocar la fuerza de la voluntad popular y de la opinión pública internacional. Eso creará las condiciones para que los líderes gubernamentales se interesen genuinamente en lograr un progreso.

En tal sentido, sin embargo, la verdadera pasión e interés dentro de la sociedad civil están confinados mayormente a las personas que participan de ONGs directamente comprometidas con la referida cuestión. Pero estamos ante una cuestión de la máxima importancia –el destino de la humanidad literalmente pende de un hilo— para dejarla en manos de minorías que crean políticas gubernamentales.

Los movimientos para establecer tratados de prohibición de minas terrestres y municiones de racimo fueron liderados por ciudadanos comunes, personas cuyo sentido de humanidad se vio ultrajado por la naturaleza horrenda de esas armas; cuyo sentido de urgencia fue impulsado por la necesidad de prevenir mayores sufrimientos. De la misma manera, cuando la gente comprenda cuán importantes son el TPCEN y el TPPMF para reducir la amenaza de las armas nucleares, podremos presenciar un poderoso oleaje de respaldo dentro de la opinión pública internacional.

Desde enero hasta marzo de este año, los jóvenes y los estudiantes miembros de la SGI de ocho países realizaron encuestas entre sus pares para conocer la postura de estos respecto de las armas nucleares. Muchos entrevistados, al comienzo, dudaron acerca de las razones de esa iniciativa, con lo que se puso en evidencia hasta qué punto la gente cree que las armas nucleares están esencialmente desvinculadas de su vida. Así y todo, casi el setenta por ciento de los entrevistados aseguró que el uso de las armas nucleares era inaceptable en cualquier circunstancia. Más de la mitad expresó que nuevos debates sobre cuestiones nucleares podrían estimular el progreso hacia la abolición.

La clave, por ende, son los esfuerzos persistentes dentro de la sociedad civil para profundizar la conciencia y el interés por la cuestión nuclear, destacando, entre otras cosas, la importancia de esos tratados. Una labor tal es capaz de vencer los obstáculos hacia el progreso y transformar la realidad más pertinaz. Eso es lo que la SGI ha intentado lograr a través de la campaña Década de los Pueblos por la Abolición Nuclear, iniciada en 2007.

P.: ¿Qué papel le asignaría usted a la educación?

R.: En la Conferencia de Revisión del TNP, cuarenta y dos países, el Japón incluido, elaboraron una declaración conjunta sobre la importancia de la educación en la esfera del desarme y la no proliferación. Es nuestra intención continuar colaborando con el Departamento de Asuntos del Desarme de la ONU, con organizaciones que impulsan tratados, como la Comisión Preparatoria del OTPCEN y también, con ONGs, por ejemplo, la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés).

Juntos, podemos establecer los cimientos dentro de la sociedad internacional para crear un mundo sin armas nucleares. La gente joven ya se ha situado a la vanguardia de dicha labor. Cuando las personas comunes se unen solidariamente, poseen el poder de cerrar las brechas entre la realidad y los ideales. Esa es la determinación que nos anima cuando nos esforzamos por la puesta en marcha de aquellos tratados y, aun más, por el establecimiento de una Convención sobre Armas Nucleares que prohíba completa y efectivamente esa clase de armamentos.

(IDN-InDepthNews/21.06.2010)
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Nota del traductor: Las traducciones al español de las citas del Documento Final de la Conferencia de las Partes encargada del examen de 2010 (partes I y II) [NPT/CONF.2010/50 (Vol. I)] son tentativas debido a que la versión oficial todavía no está disponible.

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