Entrevista al profesor Lou Marinoff
3 de enero de 2011
[Extracto de la entrevista efectuada el 3 de enero de 2011, al doctor Lou Marinoff, presidente fundador de la Asociación Estadounidense de Profesionales de la Filosofía, por Masao Yokota, asesor del Centro Ikeda por la Paz, el Saber y el Diálogo.]
Masao Yokota: Usted ha definido la práctica del budismo de la SGI como algo entre el humanismo promovido a nivel secular y el humanismo promovido a nivel religioso. ¿Podría aclarar el concepto?
Lou Marinoff: [La SGI]Es el Camino Medio entre ambas clases de humanismo. Si uno observa la SGI desde cierta perspectiva, se trata obviamente de una religión. Ustedes practican una religión; sustentan esa práctica en las enseñanzas de Nichiren; usan una liturgia basada en el canon del Sutra del loto. Desde ese punto de vista, se trata de una religión.
Pero si uno la observa desde otro ángulo y pregunta quién es su líder, la respuesta es "el presidente Ikeda". Pero "presidente" no es un término religioso. Es una palabra del mundo seglar, que usualmente designa a un jefe de estado (sector público), al titular de una empresa (sector privado) o al jefe de una ONG o de una organización sin fines de lucro (sector civil). La referencia a alguien como presidente implica, por definición, un rol de liderazgo en el ámbito civil. Mayormente, las confesiones religiosas tienen como conductor a un Dalai Lama, un Papa, un rabino o un imán.
Si observamos la trayectoria del presidente Ikeda, vemos que ha fundado universidades. Aunque fueron creadas a partir de una convicción budista, brindan enseñanza no confesional en humanidades. El presidente Ikeda también ha establecido la Asociación de Conciertos Min-On, que ofrece increíbles oportunidades para exaltar la música. Y, la colección del Museo de Bellas Artes Fuji [de Tokio] no es netamente religiosa, sino que incluye una amplia gama de obras maestras del ámbito seglar. Lo cual, es inusual para una religión.
Yokota: El humanismo secular tiene muchos aspectos positivos, pero, al mismo tiempo, existen ciertos peligros. Otro tanto se puede afirmar del humanismo religioso. ¿Cuál es el beneficio de practicar el Camino Medio?
Marinoff: Es una pregunta colosal, difícil de contestar acertadamente. Es un tema presente en casi todos los credos, pero el budismo Mahayana lo afronta de una manera única. No cualquier religión, especialmente en Occidente, ha logrado dilucidar cómo hacerlo.
Cuando usted menciona los peligros, resulta evidente que cuando el laicado abandona la doctrina religiosa se produce una anarquía moral, pues pierde una brújula orientadora. Conocemos y comprendemos los riesgos de actuar antojadizamente sin ninguna clase de guía interior. Eso representa claramente un problema.
Por otro lado, a partir de la historia del budismo, sabemos que las prácticas drásticas de ascetismo pueden derivar en una especie de elitismo sacerdotal. Cuando ocurre eso, los religiosos se distancian del lego y dejan de cumplir con la misión de aliviar el sufrimiento humano. A veces adquieren pretensiones de superioridad moral y menosprecian al resto, algo que, sobre todo dentro del budismo, no debe suceder. Pero sucede. La religión puede corromper a los individuos, si se institucionaliza y comienza a apegarse demasiado a su poder.
Podemos comprobarlo en la historia del cristianismo, en Occidente. La gente ha visto la manifestación recurrente de esta cuestión en el cristianismo. De ahí que San Agustín utilizó los términos "la Ciudad de Dios" y "la Ciudad Pagana" para exponer el mismo asunto. Si se presta demasiada atención a la política, los negocios y lo mundano de la ciudad del hombre, se pierde espiritualidad. En contraste, San Agustín defendía la preponderancia de la Ciudad de Dios.
En ciertos cultos, uno debe prepararse asiduamente para el juicio divino que sobrevendrá después de la muerte. La vida se convierte en una suerte de castigo o sacrificio. Eso tampoco es saludable, porque ignora que somos seres de carne y hueso, que estamos sujetos a vivir en este mundo.
Creo que la solución que propone el Mahayana es positiva, porque busca el Camino Medio. Insta a practicar, depositar nuestra fe, ser estrictos con nosotros mismos, pero también, a vivir en conexión con otras personas. Ese es su lado humanístico.
Hemos visto que el declive del budismo temprano en la India fue causado por la institucionalización. Su ocaso se produjo porque la gente lo consideró una nueva filosofía heterodoxa proveniente de las castas superiores. Los sacerdotes tomaron el control y, en cierto sentido, se la quitaron al pueblo. [El erudito budista del siglo II] Nagarjuna afirmaba que el budismo era de todos. Tal es el espíritu del Mahayana. No está reservado a unos pocos. Eso es lo mismo que hizo Nichiren después, en el Japón del siglo XIII. Estudió todas las tradiciones y sostuvo que había que brindarlo al pueblo. Y luego se abocó al Sutra del loto, como Nagarjuna.
En Occidente, encontramos un paralelo en Lutero. La cristiandad, hasta cierto punto, estaba manejada por los sacerdotes, quienes se habían convertido en los intermediarios entre Dios y el hombre, como una forma de ejercer el poder. Lutero básicamente liberó a la gente para que mantuviera su propio diálogo con Dios.
En cierto modo, Nagarjuna y Nichiren lo hicieron también, y ahora el presidente Ikeda lo está realizando a su modo, emancipando a las personas para que experimenten su propia naturaleza de Buda sin depender del clero para ello. Es una especie de reforma. El ser humano tiende a caer en la corrupción y en la institucionalización. Necesita reformadores que reorganicen la ruta, para que otros se beneficien. Ese es el espíritu del budismo Mahayana.
Yokota: ¿Qué puede decirnos sobre el título con el que se publicó el diálogo que mantuvo con el presidente Ikeda, Tetsugaku runesansu no taiwa [Diálogo sobre el renacimiento de la filosofía]? "Renacimiento" es una palabra poderosa.
Marinoff: La idea de un renacimiento filosófico es importante en el siglo XXI. Tenemos que encontrar la manera de reanimar los sentidos de entusiasmo, esperanza, potencial y optimismo en un sinfín de personas. Se trata de un desafío interminable.
Este es la centuria de la ideología. Cuando las ideologías destructivas o cerradas contaminan a las personas, estas solo experimentan desdicha y causan infelicidad a los demás. Es importante promover la idea de que las personas pueden emprender juntas un renacimiento, tener una maravillosa experiencia de vida y ayudar al prójimo a lograr otro tanto.
En medio de tantas ideologías y propagandas televisivas, se necesita un mensaje más sólido y positivo. Sabemos que el presidente Ikeda ya ha tenido influencia en millones de personas en todo el orbe, y yo he ejercido un pequeño influjo en algunos lectores. Uniendo fuerzas de ese modo [publicando el libro], deseamos generar más de lo que cada uno podría lograr individualmente. Hacer llegar un mensaje claro y poderoso... Esa es mi esperanza. La gente necesita una buena filosofía de vida.
Yokota: Una de las cosas que el hombre moderno ha perdido es el sentido de interconexión. Es crucial estar conectado con los demás.
Marinoff: Sí, lo es. Mantener una conexión real, diferente de la que hay en los medios sociales… Eso es parte del problema que tratamos en nuestro libro. La tecnología es algo positivo que nos brinda muchos beneficios. Pero puede también desunir a las personas, desconectar a la gente de la naturaleza, y socialmente a unos de otros. Enviar un correo electrónico a alguien no es lo mismo que estar en una habitación con esa persona compartiendo una experiencia.
La SGI está realizando una gran tarea al acercar a las personas y conectar a la gente entre sí. Es realmente importante que nos conectemos. Los centros culturales de la SGI se crearon para que la gente pueda reunirse, intercambiar ideas y dialogar.
Yokota: Otro de los grandes problemas de esta época es que no se valora la vida humana. La gente no se valora ni valora a los demás. Como resultado, todos pierden confianza en sí mismos y en su valía innata. Es perentorio buscar la sabiduría que nos permita apreciar mejor la vida humana.
Marinoff: Es verdad. Debemos asumir el enorme reto de lograr ese cometido. En una sociedad materialista, lo que más preocupa es el precio de las cosas, no su valor. Las personas asocian su bienestar con la lógica del mercado: si este está en alza, se sienten bien; si está en baja, se sienten mal. Renuncian a su capacidad de valorarse como seres humanos y de hacer lo mismo con los demás. Es un problema serio.
Los cambios económicos que experimentamos van a seguir ocurriendo. No se trata de una cuestión política, que un gobierno dado pueda solucionar. Actualmente, la dinámica de la globalización es amplia y poderosa, y es evidente que los países en desarrollo están emergiendo y fortaleciéndose económicamente. Europa tiene una grave crisis con su deuda soberana, y los Estados Unidos aún tratan de reponerse de la debacle financiera de 2008.
Sin embargo, la ponzoña de la recesión podría convertirse en un remedio efectivo que permita restablecer valores. Todos pueden comprobar que los indicadores económicos son inestables. El valor de las propiedades inmobiliarias y del patrimonio disminuye, mientras que el desempleo aumenta. En realidad, eso nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre qué es lo verdaderamente importante. Si la gente se dijera: "¡Un momento!, ¿qué es genuinamente valioso en la vida?". Entonces, redescubriría el lado humanístico de las cosas y dejaría de preocuparse tanto por lo que cuestan. Eso es lo que la gente debería hacer en Estados Unidos para disfrutar de una mejor calidad de vida. No es una cuestión de cantidad, sino de calidad.
Yokota: Cuando celebramos el 80.° aniversario del establecimiento de la Soka Gakkai en 2010, apenas cumplida esa fecha, el presidente Ikeda instó a los miembros a que avanzáramos con miras al centésimo aniversario de 2030.
Marinoff: ¡Un espíritu juvenil sorprendente! La gente dotada de vigor juvenil es entusiasta. La madurez conlleva el riesgo de caer en el cinismo; por eso jamás debemos perder esa fabulosa energía juvenil. El presidente Ikeda posee ese espíritu y no se duerme en sus laureles.
Yokota: ¿Cuál sería en su opinión la mejor manera de que los jóvenes desarrollen su potencial?
Marinoff: Creo que fue Oscar Wilde quien dijo: "La juventud se desperdicia en los jóvenes". Y eso se debe a que, cuando somos jóvenes, tenemos una energía enorme, pero por lo general, carecemos de un objetivo claro. Los jóvenes están por todos lados y prueban toda clase de cosas. Pero cuando crecemos, se supone que desarrollamos un poco más de sabiduría que nos permite utilizar mejor nuestro tiempo. Pero entonces, por lo general, es demasiado tarde. Perdemos el entusiasmo y la energía juvenil. Quisiéramos tener esa energía y entusiasmo, en adición de la experiencia de la madurez. Eso sería ideal. Desafortunadamente, no se les puede entregar eso a los jóvenes, de modo que es necesario que los alentemos. Pero tenemos que cimentar estructuras y alumbrar el camino, para instarlos a emprender vidas constructivas. Eso es lo mejor que podemos hacer por ellos, porque, infaliblemente, serán ellos quienes se harán cargo de todo y cambiarán el mundo a su manera. Debemos legarles todo lo valioso de la experiencia acumulada a lo largo de los siglos. Mi postura es muy seria al respecto. Los valores del humanismo, budismo y humanidades son valores maravillosos cultivados por la civilización humana. Debemos hacer acopio de lo mejor y transmitirlo a las próximas generaciones. Esa es la tarea más noble que nos compete como educadores.
Lou Marinoff es escritor, profesor y decano de la Facultad de Filosofía del City College de Nueva York, Estados Unidos. Es presidente fundador de la Asociación Estadounidense de Profesionales de la Filosofía [APPA, por sus siglas en inglés]. Ostenta un doctorado en filosofía de la ciencia de la University College de Londres. En enero de 2011, publicó con Daisaku Ikeda el libro Tetsugaku runesansu no taiwa [Diálogo sobre el renacimiento de la filosofía] en enero de 2011. La versión en inglés, The Inner Phylosopher: Conversations on Philosophy’s Transformative Power [El filósofo interior: Conversaciones sobre el poder transformador de la filosofía] fue publicada en septiembre de 2012.