Excomunión
Después de la renuncia de Daisaku Ikeda como presidente de la Soka Gakkai, el conflicto entre la Soka Gakkai y el clero de la Nichiren Shoshu quedó aparentemente resuelto. Luego de cierto tiempo, Ikeda pudo reanudar su actuación pública como líder budista dentro del Japón. Sin embargo, las tensiones no se habían resuelto por completo, como los hechos habrían de demostrar dramáticamente.
El surgimiento y el desarrollo del poderoso movimiento laico de la Soka Gakkai inquietó a ciertos sectores del clero. En 1990, una década después de la renuncia de Ikeda, resultó evidente que varios integrantes del clero, liderados por el entonces sumo prelado Nikken Abe, habían conspirado para disolver la Soka Gakkai o ponerla bajo su control directo. En connivencia con los sacerdotes, se encontraban los mismos ex miembros de la Soka Gakkai que anteriormente habían orquestado la renuncia de Ikeda.
Después de presentar una lista de quejas contra la Soka Gakkai, el clero excomulgó sumariamente a todo el movimiento laico. La lista de reclamos consistía en nueve puntos (cuatro fueron eliminados posteriormente), en uno de ellos se formulaba la acusación de que Ikeda había criticado públicamente al sumo prelado; en otro, se lo censuraba por sugerir que se cantara la «Oda a la alegría» de Beethoven en una reunión de líderes de la Soka Gakkai. La objeción del clero obedecía, en este último caso, a que la obra era de origen cristiano y contenía referencias a esa doctrina. Al conocer la noticia de la excomunión, algunos miembros de la Soka Gakkai optaron por seguir al clero y se apartaron de la organización. La mayoría, sin embargo, permaneció con la Soka Gakkai, que hoy entiende el hecho de haber sido excomulgada como una liberación que le otorgó la independencia de enfocar de manera más moderna y progresista las enseñanzas de Nichiren dentro de la sociedad contemporánea globalizada.