La Universidad Toda
En 1949, al tiempo que asistía a clases nocturnas, Ikeda comenzó a trabajar en la editorial de Toda como redactor en jefe de una revista para niños varones
En 1948, Daisaku Ikeda comenzó a trabajar en la compañía editorial de Josei Toda. Allí, pudo desarrollar su talento literario como redactor de una revista para niños, mientras concurría a clases nocturnas en un instituto universitario.
Además de ser un brillante docente, Toda era un empresario creativo y exitoso, aptitudes que supo conjugar de manera eficaz. Antes de la guerra había dirigido una exitosa escuela dedicada a preparar a estudiantes para el ingreso en la universidad; también había publicado con buena repercusión un libro de matemáticas y administrado una serie de otros negocios. Sin embargo, a fines de 1949, debió enfrentar una serie de contratiempos debido a la hiperinflación de posguerra, lo que lo llevó al borde de la ruina social y económica. Con el firme propósito de proteger a la Soka Gakkai contra cualquier daño, decidió renunciar a su conducción.
Al no poder cobrar sus salarios, los empleados de Toda fueron abandonándolo uno tras otro. Ikeda, no obstante, permaneció a su lado y se dedicó a la ardua tarea de negociar con los acreedores de la firma.
Durante seis meses, no cobré sueldo. Los zapatos se me caían a jirones, no tenía ropa decente que ponerme y mi salud era una ruina. Pero si todo eso era el precio de proteger al presidente Toda, estaba dispuesto a sufrir aun en los estados de Hambre y de Infierno. Estaba decidido a no tener ni una sola cosa que reprocharme.1
Shonen Nihon (Niños de Japón), editado por Ikeda, fue una revista para niños varones muy leída en el Japón durante los primeros tiempos de la posguerra
Fue en medio de esa lucha contra la bancarrota y el fracaso cuando Toda definió su visión de establecer una escuela y una universidad de acuerdo con los principios de la educación para la creación de valor (soka) de su propio mentor, Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944). La idea puede haber parecido descabellada en ese momento, pero la enorme seriedad con que el joven Ikeda, de veintidós años, consideró esa concepción demuestra la profundidad de su lazo con Toda. Dos décadas después, Ikeda hizo realidad ese proyecto, al establecer las instituciones educativas Soka, entre las que se encuentra la Universidad Soka.
Con la ayuda de Ikeda, Toda pudo finalmente saldar sus deudas y resolver su situación económica. Para salvar a su mentor de la ruina, Ikeda se había esforzado hasta el extremo de sus fuerzas y se vio obligado a abandonar los estudios. Toda prometió brindarle una esmerada educación, a la altura de una universidad. Las lecciones que le impartió, a las que Ikeda denominó después «la Universidad Toda», se llevaban a cabo durante las mañanas antes del horario de trabajo y los fines de semana, y continuaron hasta 1957, un año antes de la muerte de Toda.
Josei Toda (a la derecha) brinda a Ikeda (sentado) una educación amplia y rigurosa. (Junio de 1955).
Durante unos diez años, cada día antes de ir al trabajo, me impartió lecciones de historia, literatura, filosofía, economía, ciencias exactas y administración. Los domingos, nuestras lecciones de a dos se iniciaban por la mañana y duraban todo el día. Jamás dejaba de preguntarme -de interrogarme, diría yo— sobre los libros que estaba leyendo.2
La educación provista por Toda fue meticulosa, amplia y rigurosa. «La escuela de mi juventud fue la instrucción que recibí de un maestro: Josei Toda, un verdadero genio en las disciplinas humanísticas. Él me dio un minucioso y completo conocimiento en una extensa gama de temas sobre política, economía, leyes, textos clásicos chinos, elementos de física y química. Él era la “Universidad Toda”. Con frecuencia, me preguntaba: “¿Qué libro has leído hoy?” o “¿Qué estás leyendo ahora?” y luego me pedía un resumen del contenido. Realmente, me ponía en aprietos. Algunas veces era tan duro, que me sentía profundamente mortificado por no haber estudiado más». 3
Ikeda también relató: «Pero más que nada, yo aprendí de su ejemplo. Su ardiente consagración a la paz, imperturbable aun después del encarcelamiento, se mantuvo incólume toda su vida. Esta actitud, y la profunda solidaridad que impregnaba cada uno de sus actos en la interrelación con los demás, han sido las lecciones más valiosas que dejó Josei Toda. No temo decir, con orgullo, que debo a mi maestro prácticamente todo lo que he llegado a ser en la vida».[Leer el texto completo] 4