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Década de 1970: Diplomacia ciudadana

Los viajes de Daisaku Ikeda al exterior durante la década de 1960 impactaron a las personas que se esforzaban junto con él al comprender que este había concebido la propagación del budismo de Nichiren a una escala que, lejos de confinarse al Japón, alcanzaba una vastedad que nadie se habría atrevido a imaginar. Las actividades de Ikeda durante la década de los 70 demostraron que su concepción acerca del papel del budismo Nichiren en la sociedad, –el logro de la felicidad para todas las personas– no se limitaba a un estrecho sentido de religiosidad. Para él, más que una simple doctrina religiosa, el budismo de Nichiren constituía la base filosófica para asumir un compromiso activo con los desafíos globales y sociales del mundo moderno.

Una de las características distintivas de la filosofía de paz de Ikeda fue su profunda dedicación al diálogo. Constantemente, se reunió para hablar e intercambiar criterios sobre cultura, política, educación y arte con figuras representativas de todos los confines, y se estima que mantuvo alrededor de mil seiscientos encuentros con ese propósito. Muchos de ellos culminaron con la publicación en forma de libro en colaboración con distintas personalidades sobre una enorme variedad de temas: historia, economía, estudios sobre la paz, astronomía y medicina, para nombrar solo algunos. Entre esas personas se cuentan el ex presidente soviético, Mijaíl Gorbachov; los científicos y activistas de la paz, galardonados con el Premio Nobel de la Paz, Linus Pauling y Joseph Rotblat; la futuróloga Hazel Henderson y el maestro de las letras chinas, Jin Yong. El primero de esos diálogos fue el que Ikeda mantuvo con el pensador austríaco conde Richard Coudenhove-Kalergi, en 1967, posteriormente publicado en japonés con el título de Civilización, Oriente y Occidente. [Ver la lista de diálogos publicados]

El diálogo con Toynbee

El encuentro que se considerael inicio, en mucho sentidos, de un amplio camino de diálogos abierto por Ikeda es el que mantuvo con Arnold Toynbee.

El historiador británico Arnold Toynbee e Ikeda comenzaron su diálogo en Londres en 1972.

El historiador británico Arnold Toynbee e Ikeda durante su diálogo en Londres en 1972

En septiembre de 1969, Ikeda recibió una carta del historiador británico, de ochenta años, en la que este lo invitaba a Londres a dialogar. Toynbee, célebre por su estudio épico de la historia universal y su análisis del surgimiento y la caída de las civilizaciones, era una figura muy conocida en Japón. En 1972 y en 1973, Ikeda viajó a Londres y se reunió con el historiador. El diálogo que mantuvieron se desarrolló en el transcurso de diez días, durante el cual ambos examinaron y analizaron diversos problemas de la sociedad contemporánea.

Toynbee, cuya tesis histórica principal otorga gran importancia al papel de la religión en el desarrollo de las civilizaciones, consideraba que el budismo era no solo una religión muy apropiada para la época actual, racional y científica, sino una filosofía que podría ofrecer soluciones a las crisis del mundo moderno. Esa fue la razón de su interés por conocer a Ikeda. Las conversaciones que sostuvieron fueron compilados y publicados en 1975 con el título de Elige la vida. Desde entonces hasta hoy, la obra ha sido editada en más de treinta idiomas.

Al finalizar sus encuentros, Toynbee le entregó a Ikeda una lista de prominentes pensadores occidentales con los que le sugirió podría reunirse. Aparentemente, el historiador británico abrigaba grandes expectativas sobre Ikeda y declaró que este probablemente recibiría más doctorados honorarios en su vida que los que él mismo había obtenido. De hecho, muy poco tiempo después, en mayo de 1975, Ikeda recibió su primer doctorado honorario por la Universidad Estatal de Moscú. Hasta el momento de su fallecimiento, había recibido más de cuatrocientos honores similares.

La diplomacia del ciudadano común

Además de sus conversaciones con académicos y figuras del ámbito cultural, Ikeda inició también diálogos con personalidades de la política durante la década de los 70. Era esa una época de profundas tensiones entre las superpotencias, que tenía en vilo a toda la humanidad ante la amenaza de una aniquilación nuclear. Ikeda expresó su deseo de hacer todo lo que estuviera a su alcance para contribuir a disminuir las tensiones.

Durante 1974 y 1975, visitó la China, la Unión Soviética y los Estados Unidos; se reunió con el primer ministro chino, Zhou Enlai, y luego con el secretario de estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger.

El primer ministro soviético Alexei Kosygin, en 1975.

El primer ministro soviético Alexei Kosygin, en 1975

El primer ministro chino Zhou Enlai compartía la convicción de Ikeda de que el acercamiento entre la China y el Japón era vital para lograr la paz.

El primer ministro chino Zhou Enlai compartía la convicción de Ikeda de que el acercamiento entre la China y el Japón era vital para lograr la paz

Ikeda relata esas iniciativas en el siguiente pasaje:

Durante 1974 y 1975, visité la China, la Unión Soviética y los Estados Unidos, en calidad de simple ciudadano común, con el anhelo de contribuir a distender las tensiones entre ellos. En aquel entonces, existía el peligro concreto de que el mundo se dividiera de manera irrevocable en tres bloques hostiles entre sí, a medida que las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética se deterioraban más y más, y aumentaban las confrontaciones chino-soviéticas.

En oportunidad de mi primera visita a la China, en mayo de 1974, pude ver con mis propios ojos que los habitantes de Pekín construían una vasta red de refugios subterráneos para protegerse de un ataque soviético, que consideraban una amenaza concreta. En septiembre del mismo año, viajé por vez primera a la Unión Soviética y me reuní con el primer ministro Alexei N. Kosygin (1904-1980), a quien le trasmití la preocupación que existía en la China acerca de las intenciones soviéticas; luego le pregunté sin ambages si su país planeaba atacar esa nación. El primer ministro me respondió que la Unión Soviética no tenía intenciones de atacar la China ni de aislarla.

Cuando después me dirigí a la China, en diciembre de ese año, llevé conmigo el mensaje. Fue también en esa ocasión cuando conocí al primer ministro Zhou Enlai (1898-1976) y dialogué con él sobre la importancia de la cooperación mutua entre su país y el Japón para alcanzar la paz y la prosperidad globales.

En el transcurso de nuestro encuentro, el primer ministro Zhou recalcó que la China no deseaba ser una superpotencia. Esa afirmación, sumada a las palabras del primer ministro Kosygin, me brindó la certeza de que no estaba lejos un alivio de las tensiones entre ambos países. De hecho, quedó demostrado luego que estaba en lo cierto.

En enero de 1975, visité los Estados Unidos e intercambié puntos de vista con el secretario de Estado, Henry Kissinger. Cuando le manifesté que el primer ministro Zhou deseaba establecer un tratado de paz y de amistad chino-japonés, Kissinger se mostró de acuerdo y decidido a apoyar el proyecto.

Ese mismo día, me reuní en Washington con el ministro de Finanzas japonés, Masayoshi Ohira (1910-1980), a quien le transmití las palabras de Kissinger y le manifesté mi propia convicción de que tal tratado era absolutamente imprescindible. Ohira, quien posteriormente fue primer ministro de Japón, me respondió que asumiría el total compromiso de hacer de ese acuerdo una realidad. Tres años después, en agosto de 1978, el Tratado de Paz y Amistad entre China y Japón fue completado oficialmente. 1

[Más detalles sobre los esfuerzos de Ikeda para desarrollar el diálogo con el mundo soviético y restaurar las relaciones chino-japonesas, se encuentran en el capítulo «Enlazando a la China y el Japón» en la sección «Arquitecto de la paz» de este sitio.]

Esa ardua labor marcó el comienzo de un activo contacto con figuras del quehacer cultural, político y académico de todo el mundo. Como resultado de ello, se publicaron más de ochenta libros en colaboración con personalidades sobre una extensa variedad de temas, desde la construcción de la paz hasta el arte y la cosmología. Una idea aproximada de la envergadura y la amplitud de los esfuerzos realizados por Ikeda la dan los más de cuatrocientos honores académicos y treinta órdenes nacionales que recibió.

Establecimiento de la SGI

Ikeda saluda a participantes del establecimiento de la SGI (Guam, 1975)

Ikeda saluda a participantes del establecimiento de la SGI (Guam, 1975)

En medio de esta ardua labor, Ikeda estaba llevando a cabo los preparativos para el establecimiento de la Soka Gakkai Internacional (SGI). El 26 de enero de 1975, representantes de la Soka Gakkai de cincuenta y un países y territorios se reunieron en la isla de Guam para la Primera Conferencia Mundial por la Paz, que dejó inaugurada la asociación internacional, con Ikeda como presidente fundador. Al referirse a sus razones para establecer la SGI, Ikeda escribió: «Todo depende de las personas. Por ello resulta vital forjar una red cada vez más amplia que genere la unión entre personas de buena voluntad y conciencia». 2

Actualmente hay miembros de la Soka Gakkai en más de ciento noventa países y territorios alrededor del mundo, lo que convierte a la organización, tal vez, en el más grande y diverso movimiento budista, cuyos miembros se dedican a contribuir de forma activa con la sociedad, a través de una variedad de iniciativas locales en áreas como el desarrollo sostenible, el diálogo entre culturas y religiones, la no violencia, la educación en derechos humanos y la abolición nuclear.