La creación de valor en tiempos de crisis (2021)
Propuesta de paz 2021 (Sinopsis)
El mundo actual afronta una compleja simultaneidad de crisis perentorias, sin precedentes en la historia de la humanidad. Además de la incidencia de fenómenos meteorológicos extremos, que se agudizan año tras año a tono con el agravamiento del cambio climático, la pandemia del nuevo coronavirus continúa amenazando la estabilidad social y económica en todo el orbe.
Sin embargo, pese a las oscuras nubes que aún se ciernen sobre estos tiempos, la aguda crisis no ha podido frenar el trabajo colectivo para promover una sociedad global comprometida con la paz y con los valores humanos. Hay varios ejemplos alentadores de progreso; entre ellos, que haya entrado en vigor el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) el pasado 22 de enero; que los 187 países miembros de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hayan ratificado de manera universal la convención que prohíbe las peores formas de trabajo infantil, y que se haya eliminado la poliomielitis en África.
En estos momentos, en que la evolución de la pandemia sigue manteniendo en vilo a la humanidad, quisiera explorar tres enfoques que considero necesarios para superar este complejo panorama y ofrecer diversas propuestas para impulsar con firmeza el establecimiento de una sociedad global comprometida con la paz y con los valores humanos en el siglo XXI.
El primero es la determinación de no dejar atrás a quienes viven expuestos a infortunios y se encuentran aislados, a medida que nos vamos acostumbrando a la presencia constante de la crisis. Incluso en el esfuerzo por desarrollar respuestas integrales, siempre debemos dirigir nuestra atención, ante todo, al sufrimiento de cada una de las muchas personas cuyas vidas se ven directamente afectadas.
En segundo lugar, la necesidad de que los países trasciendan sus diferencias y se unan en una labor solidaria para superar la crisis. La Organización Mundial de la Salud (OMS), junto con sus colaboradores de la sociedad civil y del sector gubernamental, han puesto en marcha el mecanismo COVAX para el suministro de vacunas contra el coronavirus en el mundo, con el fin de crear sistemas que aseguren el acceso rápido y equitativo a las vacunas en todos los países. El Japón fue uno de los primeros participantes en la iniciativa COVAX; pido entonces al Gobierno japonés que promueva la adhesión activa de las naciones que aún no se han sumado.
La crisis que vivimos requiere un enfoque basado en la «seguridad humana», que permita a los Estados ver más allá de sus intereses inmediatos y trabajar juntos para reducir y eliminar las amenazas que penden sobre todos los pueblos.
En tercer lugar, es necesario contrarrestar la circulación de noticias falsas o sesgadas sobre la COVID-19 que se traducen en actos discriminatorios en perjuicio de las personas infectadas. Esto debe articularse con el establecimiento de una cultura de derechos humanos en la cual nadie vea vulnerada su dignidad.
Por su parte, la Soka Gakkai Internacional (SGI) ha llevado a cabo en forma sostenida actividades de apoyo a la educación para los derechos humanos, con el propósito de completar el círculo de una sociedad inclusiva, trabajando junto a todos los congéneres con quienes compartimos la existencia en este mundo. Ahora, redoblando las acciones para frenar la difusión de noticias falsas y maliciosas, y de contenidos discriminatorios, así como también para disipar las oscuras nubes de ansiedad y de miedo relacionadas con la crisis del coronavirus, debemos dar anclaje a una dinámica cultura de derechos humanos, con la determinación mancomunada de que nadie sea privado de su dignidad.
Pautas internacionales para combatir las enfermedades infectocontagiosas
En este contexto, quisiera hacer propuestas específicas en tres áreas centrales, con miras a crear una sociedad global comprometida con la paz y con los valores humanos.
La primera se refiere al fortalecimiento de una gobernanza mundial centrada en persona, y la adopción de pautas internacionales para combatir las enfermedades infectocontagiosas.
Mi sugerencia es mantener en el ámbito de las Naciones Unidas una reunión de alto nivel sobre la COVID-19, como medio para fortalecer aún más el trabajo en red y la cooperación entre los Gobiernos del mundo. Ante la posibilidad de que, en el futuro, se desaten nuevas enfermedades contagiosas, propongo que, en ese cónclave, se aprueben pautas internacionales que regulen la respuesta de la comunidad internacional en caso de pandemias.
A la vez, me gustaría proponer que se celebre una cumbre de jóvenes en torno al lema «Más allá de la COVID-19», en la cual se debata la clase de mundo que la gente joven quisiera ver al término de esta crisis. Este encuentro podría valerse de plataformas virtuales para acoger la participación de muchos más jóvenes representantes de diversos sectores.
El año pasado, las Naciones Unidas presentó la iniciativa de consulta global ONU75, un ambicioso proyecto que, a través de diálogos y de encuestas de opinión, visibiliza las voces de la gente en todo el mundo. De las varias ideas detalladas en el Reporte ONU75, quisiera destacar especialmente la de establecer un consejo juvenil en las Naciones Unidas con la función de transmitir a los líderes del organismo ideas y sugerencias fundadas en las perspectivas de los jóvenes.
El TPAN, un punto de inflexión en la historia humana
El segundo eje de interés sobre el cual quisiera presentar propuestas concretas se refiere a la prohibición y la abolición de las armas nucleares.
Tanto el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), vigente desde 1970, como el TPAN, que acaba de entrar en vigor este mes de enero, abrigan el propósito de erradicar el grave peligro que representan estas armas.
La entrada en vigor del TPAN marca el inicio de una época que, por medio de un instrumento jurídico vinculante, decreta inaceptable la existencia continua de armas nucleares sobre la Tierra.
Ahora, la atención de la comunidad global está enfocada en el primer encuentro de los Estados Partes en el TPAN. Ya que todos los países están invitados a participar, el punto es cómo involucrar en las deliberaciones a la mayor cantidad posible de Estados poseedores de armas nucleares o dependientes de esta tecnología. Por ser la única nación del mundo que ha sufrido un ataque nuclear en tiempos de guerra, el Japón debe anunciar su intención de asistir y, de ese modo, despejar el camino para que se sumen otros países dependientes de armamento nuclear.
Asimismo, propongo que, en el primer encuentro de Estados Partes, se celebre paralelamente un foro de debate sobre la relación entre las armas nucleares y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Este tema podría plantearse como un asunto de interés central para todas las naciones, e impulsar la participación masiva de los Estados poseedores o dependientes de armamentos nucleares.
También quisiera dirigir dos propuestas a la Conferencia de las Partes Encargada del Examen del TNP, que se llevará a cabo en agosto de este año: en primer lugar, que se celebre un debate sobre el verdadero significado de la seguridad en contextos de crisis como los que representan el cambio climático y las pandemias; en segundo lugar, que el documento final incluya el compromiso de no utilizar armas nucleares y de suspender por completo el desarrollo de estos arsenales en el tiempo que media hasta la Conferencia de las Partes Encargada del Examen del TNP en el 2025.
El TPAN incluye un mecanismo que permite a otras naciones con armas nucleares sumarse al Tratado en calidad de Estados Partes, una vez presentado un plan tendiente a eliminar tales armamentos. Esta incorporación al TPAN de países con armas nucleares o dependientes de ellas podría articularse, bajo el régimen del TNP, emprendiendo negociaciones multilaterales sobre desarme nuclear sustentadas en el compromiso de no utilizar ni continuar con el desarrollo de dichos dispositivos nucleares. Exhorto a vincular los procedimientos de ambos tratados, de manera tal que, finalmente, empecemos a recorrer el camino hacia el fin de la era nuclear.
Reconstruir la vida en el mundo después de la COVID-19
El tercer eje en torno al cual me gustaría elevar propuestas es la reconstrucción de las economías y de la vida colectiva después del desarreglo que ha significado la emergencia del coronavirus.
La magnitud de la actual crisis económica causado por esta pandemia ha arrojado a millones de personas a la devastación financiera. Esto ha puesto en primer plano la imperiosa necesidad de fortalecer el acceso a los sistemas de protección social, objetivo también apoyado por los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Espero que los integrantes de la OCDE lideren las iniciativas para cumplir, en el marco de los ODS, todas las metas orientadas a garantizar medidas universales de protección social. También confío en que trabajen juntos para establecer y poner en marcha estándares globales en materia de acción social para reconstruir la vida de la gente y las economías devastadas por la crisis del coronavirus. Un camino posible podría ser el desarrollo de nuevas industrias y la creación de oportunidades de empleo por medio de un giro hacia la economía verde, reduciendo el gasto militar y destinando los recursos ahorrados a fortalecer los sistemas de bienestar social.
Además, los miembros de la OCDE pueden asumir un papel fundamental a la hora de implementar políticas de alto alcance que refuercen la resiliencia comunitaria. Vivimos en una época que nos exige adoptar, en forma simultánea e integral, «análisis de riesgos múltiples» ante toda suerte de amenazas y desafíos, con una comprensión cabal de la naturaleza sistémica de los peligros, tal como propone la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR, por sus siglas en inglés).
De hoy al 2030, sustentada en la red de alianzas colaborativas que nuestra organización ha creado hasta hoy como integrante de la sociedad civil, la SGI está comprometida a trabajar sin reservas con ciudadanos y organismos de pensamientos afines, para acelerar el cumplimiento de los ODS y edificar una sociedad global de paz y de valores humanos.