a+ a- print

La solidaridad mundial entre los jóvenes: augura una nueva era de esperanza (Propuesta de paz 2017)

Daisaku Ikeda
President de la Soka Gakkai International

26 de enero de 2017

Han pasado sesenta años desde que mi maestro Josei Toda (1900-1958), el segundo presidente de la Soka Gakkai, dio a conocer su proclama exhortando a la abolición y prohibición de las armas nucleares.

Toda luchó junto al presidente fundador Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944) por la causa de la paz y del humanismo. En la raíz de su pensamiento palpita una visión de la ciudadanía mundial nutrida en la filosofía del respeto a la dignidad de la vida que expone el budismo, y en la convicción de que ninguna persona, cualquiera sea su grupo de pertenencia o país de origen, debe ser discriminada, explotada, o privada de sus derechos e intereses en beneficio de otras. Esta forma de pensar tiene mucho en común con el llamamiento de las Naciones Unidas a la comunidad internacional urgiendo a crear un mundo donde «nadie se quede atrás».[1]

Con ese hondo sentimiento, Toda denunció las armas nucleares como un mal absoluto, una amenaza fundamental para el derecho universal a la vida, e instó a reclamar su abolición a través de un movimiento ciudadano de amplia base representativa. El 8 de setiembre de 1957, bajo esos cielos azules y diáfanos que dejan los tifones al pasar, se dirigió a 50 000 jóvenes reunidos en el Estadio Mitsuzawa de Yokohama y dijo: «Espero que ustedes, mis discípulos, hereden la proclama que hoy daré a conocer y difundan este mensaje al mundo haciendo valer toda su capacidad».[2] Hasta el día de hoy su voz sigue resonando vivamente en mi corazón.

Desde entonces, los miembros de la Soka Gakkai en el Japón y en todo el mundo han trabajado con organizaciones y personas de pensamiento afín para implementar actividades tendientes a la prohibición y a la abolición de las armas nucleares.

En diciembre pasado, en respuesta al consenso cada vez más claro de la sociedad internacional sobre la naturaleza inhumana de estos armamentos, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución histórica que estipulaba el inicio de negociaciones dirigidas a adoptar un tratado de prohibición vinculante. En marzo, la primera ronda de negociaciones tendrá lugar en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York y será una etapa crucial para la apertura de rutas hacia un mundo sin armas nucleares.

Además de esta cuestión, el mundo actual se ve ante numerosos problemas de gravedad, como la secuencia aparentemente interminable de conflictos violentos y la odisea de una multitud de refugiados cuyo número no cesa de aumentar. Así y todo, no soy pesimista con respecto al futuro de la humanidad, por la fe que deposito en los jóvenes de nuestro mundo, cada uno de los cuales encarna una inmensa esperanza y la posibilidad de un porvenir mejor.

Esto no implica, en modo alguno, negar que hay millones de jóvenes viviendo en graves condiciones de pobreza y de desigualdad; en efecto, niños, niñas y adolescentes encabezan la lista de grupos que requieren atención especial, de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU anunciados el año pasado.

Pero también debemos tener presente el potencial de los jóvenes, señalado, por ejemplo, en la resolución 2250 del Consejo de Seguridad, que recalca el papel de la juventud en la construcción de la paz.

En su resolución «Transformar nuestro mundo: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible», donde la Asamblea General estableció los ODS, se define a los jóvenes como «agentes fundamentales del cambio».[3] Debo decir que comparto enteramente esta visión. La solución a los retos globales que nos afectan yace en los jóvenes y en su activo compromiso; ellos tienen la clave para lograr los objetivos trazados por las Naciones Unidas de hoy al 2030.

En esta propuesta, quisiera hacer especial hincapié en la misión de la juventud, a la par de ofrecer ideas concernientes a la tarea de construir las sociedades pacíficas, justas e inclusivas que vislumbran los ODS.

El papel de los jóvenes en la creación de solidaridad

El primer desafío que quisiera mencionar es la importancia de crear una mayor solidaridad para promover la convivencia respetuosa en este único planeta, que es de todos. A mi entender, la contribución de los jóvenes es de suma importancia en esta labor.

En noviembre del año pasado entró en vigor el Acuerdo de París, un nuevo convenio marco internacional para contrarrestar el cambio climático. Tras su aprobación en diciembre de 2015 y su firma por representantes de 175 países y territorios en abril del año siguiente, su entrada en vigor menos de un año después constituye un hecho sin precedentes.

Con este Acuerdo, los países del mundo se unieron para confrontar una amenaza global de un modo que, hasta ese momento, había parecido impensable. Esta nueva alineación fue posible en la medida en que las naciones reconocieron, colectivamente, que el cambio climático es una cuestión imperiosa para todos, en vista de los fenómenos climáticos extremos, la elevación de los niveles marítimos y otras alteraciones tangibles registradas en el mundo.

Tomando este antecedente como referencia, si queremos avanzar en la mitigación de la pobreza y en el logro de los 17 objetivos comprendidos en los ODS, con sus 169 metas, será necesario compartir en todos los campos un nivel de solidaridad y de conciencia similar.

Los fines que persiguen los ODS son tan amplios, que algunas personas han puesto en duda su viabilidad. Con todo, es importante recordar que el gran número de metas denota el ingente número de seres que enfrentan condiciones extremas, ninguno de los cuales merece ser excluido o ignorado. Precisamente, además de sufrir las consecuencias directas de los conflictos y desastres naturales, lo que atormenta a estas personas es la sensación de haber sido olvidadas por sus congéneres.

Si bien se ha reconocido el tratamiento urgente que requiere la crisis de los refugiados, y esta ha sido un tema central tanto en la Cumbre Humanitaria Mundial de mayo del año pasado, como en la Cumbre sobre Refugiados y Migrantes celebrada en setiembre, lo cierto es que la cooperación internacional se ha visto afectada por retrasos y demoras.

El nuevo secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, señaló en una entrevista, en octubre, poco después de su nombramiento:

Haré cuanto esté a mi alcance para que la protección a los refugiados se asuma como una responsabilidad mundial, ya que lo es. Esta no solo pasa por la normativa sobre refugiados, sino que tiene profundo arraigo en todas las culturas y religiones del mundo. Uno ve que el profundo compromiso de proteger a estas personas aparece en el islam, en el cristianismo, en las distintas religiones africanas, y también en el budismo y el hinduismo.[4]

Efectivamente, ante la necesidad de fortalecer las gestiones de respuesta a la crisis de los refugiados, las fuentes espirituales que podrían sustentar esta tarea son las tradiciones vivas que forman el acervo de la humanidad. La clave para afrontar los retos que parecen más infranqueables yace en el acercamiento entre los pueblos y en la persistencia de dar todo lo que sea posible en bien de los semejantes.

El punto de partida del budismo ha sido trabajar junto con las personas que sufren para permitirles trascender sus aflicciones. Lo que motivó a Shakyamuni a exponer su extenso cuerpo de enseñanzas —a veces mencionadas como las «ochenta mil enseñanzas»— fue el deseo de confrontar los sufrimientos y problemas concretos que aquejaban a toda clase de personas. Lejos de restringir su interés a una cantidad reducida de gente, Shakyamuni siempre procuró ser «amigo y camarada de todos».[5] Con este enfoque, enseñó el Dharma a todos sin excepción.

En su retrato de Shakyamuni, el filósofo alemán Karl Jaspers (1883-1969) señaló: «Buda no enseña un sistema de conocimiento, sino un camino de salvación».[6]

El autor comenta que la frase «camino de salvación» deriva de un antiguo término médico de la India. Y, en efecto, lo que tienen en común todas las enseñanzas del Buda es su aliento, que actúa como una receta magistral para curar las diversas dolencias de la vida humana. Shakyamuni exhortó a sus discípulos y compañeros: «Ahora, oh, bikkhus, id a todas partes, en beneficio de muchos, por la felicidad de muchos».[7] De tal manera, ya que Shakyamuni y sus discípulos cultivaban la práctica de ir a cada lugar donde la gente los necesitaba, sin detenerse ante diferencias sociales o raciales, se los llamó «personas de las cuatro direcciones».[8]

El propio Shakyamuni mantuvo una profunda convicción en la dignidad y el valor supremo de la vida. Esa dignidad, para él, existía en la vida de todas las personas; por eso enseñó que siempre era posible revelar sus potencialidades intrínsecas, incluso en las condiciones más desfavorables.

En la sociedad de su época, prevalecían dos corrientes de pensamiento. Una, de corte fatalista, postulaba que el presente y el futuro estaban completamente determinados por el karma creado en el pasado. La otra posición planteaba que todo era fortuito y que nada en la vida ocurría en respuesta a causas o a condiciones particulares, sino al azar.

La primera corriente exacerbaba la resignación, en la medida en que ningún esfuerzo de parte del individuo podía alterar su destino; la única elección posible era aceptar la fatalidad. Esto, en la práctica, tronchaba la esperanza en el corazón de la gente. La otra postura, que disociaba las acciones de los resultados, coartaba el sentido de la autodisciplina en las personas y las volvía indiferentes al daño que infligían a las demás.

Con el ánimo de liberar a sus congéneres de la influencia perniciosa y restrictiva que ejercían ambas formas de pensar, Shakyamuni enseñó:

No juzgues por la alcurnia, sino por la vida.
Así como cualquier astilla enciende el fuego,
de una cuna humilde puede salir un sabio,
noble, auténtico y cabal.[9]

Todo en nuestra vida, lejos de estar determinado de manera inamovible, puede cambiar y mejorar a través de nuestras acciones, en este mismo momento. De ese modo, el budismo enseña que un cambio en nuestra determinación interior en este instante puede cambiar la realidad presente de nuestra vida (en japonés, «in» o causa) y producir futuros resultados (en japonés, «ka» o efecto). Al mismo tiempo, destaca la importancia crucial del contexto como factor condicionante (en japonés, «en» o relación), que puede modular decisivamente la interacción entre las causas y los efectos.

En otras palabras, según el contexto de las relaciones que se crean, una misma causa puede dar lugar a efectos muy diversos.

Desde esta perspectiva, con profunda convicción en la dignidad y las posibilidades de la existencia, el budismo nos alienta a vivir brindando apoyo a quienes se sienten a punto de perder la esperanza, y a entablar relaciones de aliento mutuo.

En la tradición del budismo Mahayana, se aplica el término «bodhisattva» a la persona dedicada a construir su propia felicidad y la felicidad de los demás, como describen de manera alegórica estas palabras del Sutra Vimalakirti:

En los breves eones de enfermedad,
ellos son excelso y sagrado remedio;
dan salud y felicidad a los seres
y los guían hacia su liberación.

En los breves eones de hambruna,
ellos son bebida y alimento;
después de saciar el hambre y la sed,
enseñan a los seres el Dharma.

En los breves eones de guerra,
meditan sobre el amor y
exponen la no violencia
a cientos de millones de seres.[10]

Esto equivale a empoderar a las personas que afrontan los sufrimientos ineludibles de la vida, que en el pensamiento budista se designan con el término «cuatro sufrimientos del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte». En el Sutra Vimalakirti se lee: «Si los seres están enfermos, yo también lo estoy».[11] Como estas palabras indican, un bodhisattva actúa inspirado en la empatía y, con esa motivación, responde a las graves crisis sociales, tanto si lo afectan de forma personal como si está relativamente a salvo de sus efectos.

En este mismo sutra, los efectos de la conducta compasiva se describen como «un farol inextinguible»:[12] la luz de esperanza que encendemos no solo alumbra la vida de los seres con quienes tenemos relación inmediata, sino que ilumina también la existencia de muchos otros y de la sociedad en conjunto.

El espíritu del bodhisattva es la base de sustentación de todo lo que ha hecho la Soka Gakkai Internacional (SGI) como organización religiosa en apoyo de las Naciones Unidas y de su labor por la resolución de los problemas globales. Con los años, hemos emprendido actividades de asistencia a los refugiados y de reconstrucción en zonas afectadas por desastres. Nuestro foco constante ha sido impulsar el empoderamiento del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Como ese farol inextinguible, la capacidad interior que despliega la gente en respuesta al empoderamiento es una fuente duradera de energía para el cambio y un manantial de esperanza inagotable.

El Sutra del loto, suma de las enseñanzas más esenciales de Shakyamuni, contiene la parábola de la ciudad fantasma y el lugar de los tesoros.[13]

A través de un enorme desierto avanza una caravana encabezada por un guía muy avezado, conocedor de los muchos peligros del terreno. En determinado momento, los viajeros extenuados manifiestan que quieren abandonar el viaje. Pero, habiendo llegado hasta ese punto, si regresan reducirán a la nada todos los esfuerzos anteriores. Para evitar eso y animarlos a continuar, el guía recurre a sus conjuros mágicos y muestra un espejismo: la visión de una ciudad magnífica que los espera a la distancia y les devuelve la voluntad de perseverar. La imagen revive la esperanza en los integrantes de la caravana y así logran llegar a la ciudad, donde todos se entregan al descanso.

Cuando el guía ve que se han recuperado, les revela que ese lugar es una ciudad fantasma, que él ha puesto ante sus ojos para darles fuerzas. Les dice que su verdadero destino, el lugar de los tesoros, está a corta distancia, y los exhorta a avanzar juntos hasta llegar a la meta.

El tema de esta parábola se resume en las palabras de Shakyamuni: juntos pueden llegar hasta esa tierra de los tesoros.[14] Esto puede entenderse como una orgullosa y digna afirmación del espíritu humano: avanzar junto a otros en la búsqueda infatigable de la felicidad colectiva, por dolorosa o desesperante que esa empresa a veces pueda parecer.

Si lo consideramos desde la perspectiva de la relación causal antes mencionada, las personas que habían caído en un estado de absoluta extenuación (causa) y que de otro modo no habrían sido capaces de seguir (efecto) recuperaron la vitalidad y pudieron llegar a destino (efecto alternativo) gracias al poder de las palabras de aliento (relación).

Nichiren (1222-1282), el maestro budista japonés que desarrolló una interpretación del budismo basada en la esencia del Sutra del loto, afirmó que no había diferencia fundamental entre la ciudad fantasma y la tierra de los tesoros, sino que ambas, en realidad, eran una. Lo que cuenta no solo es el resultado final de haber llegado al lugar propuesto, sino el proceso: poder llegar juntos a la tierra de los tesoros. Esto, en sí, es invalorable.

Cuando se produce una fusión armoniosa entre la causa y la relación, en este caso representadas por el sufrimiento de la gente y el aliento a superarlo, cada paso adelante es un «instante vital en la ciudad fantasma» en el cual resplandece la suprema dignidad de la vida; es decir, «un instante vital en la tierra de los tesoros».[15]

En oportunidad de referirme a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) —que precedieron a los ODS hasta el 2015—, observé que lograr los ODM no significaba solamente alcanzar ciertas metas, sino también restaurar el bienestar de cada persona que sufre.[16] Cuando se hace excesivo hincapié en los resultados numéricos, se suele prestar atención insuficiente a las necesidades de la gente real, lo cual debilita la motivación necesaria para lograr los objetivos deseados.

Esto trae a mi mente las palabras del activista argentino de los derechos humanos, Adolfo Pérez Esquivel: «La capacidad del ser humano es extraordinaria cuando se dirige hacia los objetivos del bien común, la libertad y la paz».[17]

El doctor Pérez Esquivel desarrolló esta convicción a través de fortalecer la solidaridad con la gente de América Latina, que mantuvo la esperanza en el futuro incluso en condiciones sociales extremas. Con esta imagen asombrosa, expresó su admiración por la lucha de las personas comunes:

Si miramos en profundidad la vida de los pueblos, vemos que estos —hombres, mujeres y jóvenes—, sin pretender ser héroes, buscan día a día que un pimpollo pueda florecer y que se logre el milagro.

Ese florecer está en la lucha cotidiana, en la sonrisa de un niño a la vida, en construir la esperanza, en poder iluminar los caminos y saber que en el esfuerzo está la liberación.[18]

Ninguno de los ODS será fácil de lograr. Pero en la medida en que cultivemos vínculos de empatía con las personas en dificultades y nos dediquemos al empoderamiento, cada uno de nosotros debería ser capaz de hacer que se abra una flor en su entorno inmediato.

En esto, nadie tiene un papel más valioso que los jóvenes.

La Resolución 2250 del Consejo de Seguridad, que mencioné antes, recalca la importancia de la participación juvenil en la construcción de la paz. Como ella afirma, los jóvenes tienen el poder de impulsar nuevos avances decisivos en cualquier campo, cuando se les da la oportunidad de involucrarse activamente.

Gente de todo el mundo se conmovió, el verano pasado, cuando un equipo integrado por refugiados compitió por primera vez en los Juegos Olímpicos. Lo que estos atletas dijeron en esa ocasión sigue resonando en el corazón de muchas personas. Uno de ellos expresó que quería aprovechar la oportunidad de correr en las Olimpíadas para transmitirles a los demás refugiados que la vida podía cambiar positivamente; otro, recordando sus experiencias pasadas, dijo que estas lo nutrían de fuerzas y que corría con la esperanza de que los refugiados pudiesen vivir mejor.[19]

Sus declaraciones nos enseñan que la esencia de la juventud no se encuentra en el pasado ni en el futuro, sino en el deseo de hacer algo en beneficio de otras personas que viven junto a nosotros, en el momento actual.

En este tenor, los jóvenes no conciben los ODS —con su lema «que nadie se quede atrás»— como metas que deban lograrse en un lugar lejano o en algún momento futuro. Los ODS se ciñen a la realidad tangible y actual de vivir con otros seres humanos en el mismo planeta, y expresan una forma de vida dedicada a la ardua construcción cotidiana de una sociedad donde todos puedan experimentar la alegría de vivir.

Cuando los jóvenes deciden iluminar el rincón del mundo donde habitan, dan vida a espacios de seguridad que permiten a las personas recuperar la esperanza y la fuerza de seguir viviendo. La determinación de vivir juntos que se enciende en estos espacios de seguridad da forma a esa sociedad global que no excluye ni deja atrás a nadie, infundiendo valor a las personas que, en otros lugares, confrontan problemas similares.

En mi propuesta de hace tres años, recalqué que la juventud de hoy es la generación que definirá de manera más clara el esfuerzo por lograr los ODS. También propuse que las Naciones Unidas y la sociedad civil trabajen juntas en la promoción de una educación formadora de ciudadanos del mundo que libere el potencial ilimitado de los jóvenes.

Por ello me sentí muy gratificado cuando el año pasado, se celebró en Corea del Sur una conferencia de organizaciones no gubernamentales afiliadas al Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas en torno al tema «Educación para la ciudadanía global: Lograr juntos los objetivos de desarrollo sostenible». En esta conferencia, que contó con la presencia de numerosos jóvenes, se aprobó el Plan de Acción de Gyeongju, que compromete a los participantes a promover la educación para la ciudadanía mundial.

El verdadero valor de cualquier Estado o sociedad no yace en su poderío militar o económico, sino en lo que hace por las personas más abrumadas por el sufrimiento.

La educación inspira acciones e iniciativas que modelan el rumbo de las sociedades a lo largo del tiempo. En particular, la educación para la ciudadanía global puede ser el contexto condicionante (relación) que permita a la gente replantear los diferentes acontecimientos, dondequiera que estos se produzcan, a través de una perspectiva humana en común y solidarizarse para emprender acciones. Puede alentar a las personas a examinar los problemas globales en relación con su propia existencia y su forma de vivir, estimulando la manifestación de la capacidad intrínseca de cada una.

La educación para la ciudadanía mundial brinda la oportunidad de: 1) experimentar cómo se percibe el mundo a través de los ojos de otros; 2) descubrir y esclarecer qué hace falta para construir una sociedad donde todos podamos convivir; 3) colaborar para generar espacios de seguridad en el entorno inmediato.

Estoy convencido de que esta clase de educación puede ser un contexto (relación) catalizador que permita a los jóvenes expresar su pleno potencial e incrementar el impulso del cambio global.

Superar la división y la xenofobia

El segundo desafío es establecer los cimientos de sociedades que superen la división y la desigualdad.

Con el rápido avance de la globalización, cada vez hay más personas que viven fuera de sus países de nacimiento. Desde el inicio del siglo xxi, el número de gente en esta situación ha aumentado un 40%, y la cifra total ya asciende a 244 millones de habitantes.[20]

El estancamiento persistente de la economía mundial ha exacerbado las respuestas xenofóbicas, creando condiciones que resultan cada vez más difíciles para los migrantes y sus familias.

El excanciller austríaco Franz Vranitzky se refirió a esta cuestión, hace tres años, en una conferencia interreligiosa en Viena. Allí observó que a medida que la globalización y la integración crecían, la solidaridad menguaba, y señaló:

En la mayoría de los países europeos, la solidaridad decrece cuando se refiere a los inmigrantes, solicitantes de asilo y personas en situaciones análogas. Es triste observar, también, que la mayoría de los líderes políticos, cuando afrontan sus probabilidades en las campañas, dicen: ‘Adiós a la solidaridad con los pobres y extranjeros’.[21]

En años recientes, no solo en Europa sino en todo el mundo, ha crecido la preocupación por la prevalencia de las expresiones de odio que incitan a la discriminación y por las alusiones xenofóbicas en el discurso político.

En conjunción con la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Refugiados y los Migrantes, realizada en setiembre pasado, se lanzó una nueva campaña para responder a la inquietud que generan los movimientos internacionales de personas cada vez más numerosos. Está claro que todo intento de resolver tales cuestiones deberá tener en cuenta las legítimas preocupaciones de los habitantes de países que acogen migrantes y refugiados. Como bien señala la ONU en esta campaña, en el tratamiento de este tema es crucial buscar medios para contrarrestar el avance de la xenofobia y humanizar el discurso sobre las personas desplazadas y refugiadas.

Cuando me reuní con el excanciller Vranitzky en octubre de 1989, hablamos sobre la importancia de los intercambios culturales y juveniles, y él recalcó que «más que las distancias medidas en horas de avión entre dos lugares, lo que preocupa es la distancia entre los corazones».[22]

También me contó que sus padres, durante la segunda guerra mundial, albergaron a un matrimonio judío que huía de la persecución nazi. En un momento de extrema tensión, sostuvieron un comportamiento humanitario sin hacer ningún tipo de distinción étnica o religiosa. El Excanciller, reflexionando sobre esa experiencia, concluyó:

Un aforismo latino dice: «Si quieres la paz, prepárate para la guerra». Pero yo lo he reemplazado por otro, como base de mis acciones: «Si quieres la paz, prepárate para la paz».[23]

Nuestra reunión tuvo lugar un mes antes de la caída del muro de Berlín. En febrero de ese año, el canciller Vranitzky había acordado retirar la alambrada de la frontera entre Austria y Hungría, abriendo oficialmente el camino para el desplazamiento de personas del bloque oriental al occidental que comenzaría en setiembre y conduciría a la caída del muro de Berlín en noviembre.

Richard von Weizsäcker (1920-2015), el primer presidente de la Alemania reunificada, dijo que el muro de Berlín había sido la política negadora del humanismo expresada en bloques de piedra.[24] No debemos permitir que este tipo de divisiones lamentables se repitan en el siglo xxi.

Aunque la gente sienta cierta seguridad si vive rodeada de otras personas de su misma cultura o grupo étnico, debemos estar siempre atentos al peligro de que esta conciencia grupal se convierta en discriminación violenta o en un antagonismo dirigido a otros grupos en períodos de mayor tensión social. Antes me referí a la exhortación de Shakyamuni: juzguemos al ser humano por su conducta, y no por su origen. Categorizar y discriminar a las personas tomando como parámetro uno solo de sus atributos es un grave error; así se originan divisiones que socavan el conjunto de la sociedad.

En el mundo actual se observa otro fenómeno que podría decirse que deriva de las mismas fuerzas profundas que generan la xenofobia, y es la tendencia cada vez más frecuente a priorizar la racionalidad de la economía de mercado sobre cualquier otra cosa. Lo vemos en muchos países que luchan contra el estancamiento de su economía. Las consecuencias negativas de estas políticas impactan más en los sectores vulnerables de la sociedad, cuyas circunstancias se tornan más y más desesperantes.

Es cierto que la búsqueda de la racionalidad económica ha activado energías impulsoras del crecimiento. Pero eso es solo una parte del cuadro. Cuando la racionalidad económica se prioriza sistemáticamente en todos los niveles, hasta las decisiones más gravosas se toman de manera mecanicista, prestando escasa atención a los deseos y el bienestar de la gente que vive realmente en las sociedades.

El pensamiento xenófobo es alimentado por una tajante división del mundo entre los buenos y los malos. En este esquema de pensamiento, no hay lugar para los reparos o los escrúpulos. Del mismo modo, cuando la búsqueda de la racionalidad económica no es balanceada por la consideración de los aspectos humanos, se instala una psicología que juzga aceptable imponer los sacrificios más extremos a los demás.

En sus escritos sobre la justicia social, el economista Amartya Sen ofrece importantes conceptos para pensar sobre esta cuestión. En el desarrollo de su análisis, Sen destaca la distinción entre dos palabras diferentes usadas en la literatura sánscrita antigua sobre ética y jurisprudencia para transmitir la noción de justicia: niti y nyaya.

Según Sen, el niti se relaciona con la idoneidad de las instituciones, reglas y organizaciones, mientras que el nyaya se refiere a lo que surge y a cómo surge y, en particular, a «las vidas que la gente es capaz de vivir».[25] Recalca que «Las funciones de las instituciones, las reglas y la organización, a pesar de su importancia, han de ser evaluadas en la perspectiva más amplia e inclusiva del nyaya, que está ligada de manera ineludible al mundo que realmente surge y no sólo a las instituciones o reglas que tenemos por casualidad».[26]

Más adelante, Sen compara la concepción política del antiguo rey indio Ashoka con la de Kautilya, consejero principal del abuelo de Ashoka. El interés de Kautilya —autor de una aclamada obra sobre economía política— se dirigía al éxito político y a la función de las instituciones en el logro de la eficiencia económica.

En cambio, la perspectiva política de Ashoka siempre se centraba en la conducta y en las acciones de los individuos. Según Sen, el pensamiento de Ashoka se vinculaba a la convicción de que el «enriquecimiento social debía ser logrado a través del buen comportamiento voluntario de los ciudadanos mismos, sin ser obligados a ello».[27]

Luego de una sangrienta invasión militar a otro Estado en la que murieron muchas personas, Ashoka se vio atormentado por los remordimientos y, en su aflicción, decidió abrazar la práctica budista. La visión política que el monarca desarrolló de allí en adelante fue el resultado de su profundización en esta filosofía.

Una idea fundamental que propone el budismo es la noción del Camino Medio. Si pensamos en ello relacionándolo con el concepto del nyaya, el Camino Medio indica una atención cuidadosa y permanente a las consecuencias que nuestros actos tienen en la vida de los demás, tomando como criterio universal la cuestión del sufrimiento o la felicidad humana.

El niti, por su parte, ocupa una posición importante en la sociedad contemporánea. Como bien señala Sen, «muchos economistas comparten hoy, por supuesto, la visión de Kautilya sobre una humanidad venal».[28] Aquí el mayor énfasis está puesto en el factor numérico: los índices de crecimiento o la optimización de las ganancias. Pero las personas vulnerables de la sociedad suelen ser desechadas o pasadas por alto, porque sus intereses son difíciles de cuantificar.

La xenofobia y la incitación al odio dividen al mundo en una matriz binaria, donde se hace corresponder el «nosotros» con el bien, y el «ellos» con el mal.

¿De qué clase de anclaje social podemos echar mano para oponer resistencia a la xenofobia que profundiza las divisiones sociales y a la búsqueda de racionalidad económica que es indiferente al sacrificio de los más vulnerables? Creo que la respuesta se encuentra en los vínculos humanos firmes, en la clase de amistad que proyecta en nuestro corazón la imagen concreta de la otra persona.

El renombrado historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975), con quien mantuve un extenso diálogo, reflexionó:

En mi experiencia, el disolvente de los prejuicios tradicionales han sido los vínculos. Cuando uno conoce personalmente a otro ser humano, cualquiera sea su nacionalidad, religión o raza, no puede sino reconocer que es tan humano como uno mismo.[29]

En el curso de mi esfuerzo por celebrar diálogos e intercambios con gente de diversas partes del mundo, lo que estas experiencias me han dejado es un claro sentido del carácter invalorable de la amistad. En cada uno de los casi ochenta diálogos que he publicado a lo largo de los años, se expresa un ardiente deseo de paz que trasciende las diferencias religiosas y la trayectoria de vida trazada; todos ellos cristalizan una amistad, y el afán de transmitir a la generación siguiente las lecciones aprendidas de la historia.

Justamente sobre las condiciones de los inmigrantes tuve oportunidad de conversar con dos académicos norteamericanos, los doctores Larry Hickman y Jim Garrison, ambos expresidentes de la Asociación John Dewey. El tema surgió mientras conversábamos sobre el activismo social pionero que desarrolló Jane Addams (1860-1935) en los Estados Unidos a principios del siglo xx.

Después de visitar un centro de asistencia social de Londres que, a propósito, llevaba el nombre del tío del doctor Toynbee, e inspirada por la experiencia, Addams decidió fundar una institución similar en su país. La mayoría de las personas que vivían alrededor de la Casa Hull, en Chicago, eran inmigrantes pobres. Según consta en una biografía de Addams, la Casa Hull era:

...una suerte de isla que ofrecía a muchos inmigrantes la oportunidad de respirar con mayor libertad. Allí podían hablar su propio idioma, tocar su música y vivir su cultura...[30]

Con ayuda de Addams y de sus colaboradores, estas personas oriundas de otras tierras pudieron establecer las bases de su nueva vida en los Estados Unidos.

A Jane Addams siempre la motivó la convicción de que unir a la gente creaba mayor valor que separarla. Los jóvenes que siguieron sus huellas fueron la primera generación de trabajadores sociales e investigadores en ciencias sociales de Norteamérica. El trabajo de campo y los estudios comprometidos de estas personas condujeron a crear el marco jurídico para la asistencia a pobres e inmigrantes.

El doctor Hickman observó que las actividades de Addams nos brindan importantes lecciones a la hora de afrontar los problemas de este mundo cada vez más globalizado. Y yo coincido con él.

Una de las personas que trabajó con Addams en la Casa Hull dijo que su ambición no era mejorar el mundo entero, sino, sencillamente, ser amigos de quienes estaban solos.[31]

La propia Jane Addams parece haber vivido con este credo. Alentaba a sus colegas a hacerse amigos y vecinos de los necesitados.

Ellos nos enseñarán, de verdad, qué es la vida. Podemos aprender en el lugar donde fracasa nuestra aclamada civilización.[32]

Las interacciones y la amistad de vida a vida pueden conmover a las personas y estremecerlas en lo más profundo de su ser.

El fallecido presidente indonesio Abdurrahman Wahid (1940-2009) advirtió que no debíamos dejarnos abrumar por las conceptualizaciones sobre el conflicto, pregonadas a veces con tanto estruendo por nuestra sociedad. Durante muchos años, el exmandatario lideró un gran movimiento musulmán en Indonesia; por eso cuestionaba que el choque entre civilizaciones fuese inevitable y recalcaba que el reto más difícil era superar nuestros preconceptos sobre el otro y nuestra incomprensión.[33]

En nuestro diálogo, manifestó reiteradamente el valor que otorgaba a la amistad. Se refirió a sus vivencias como estudiante en el extranjero y reconoció tener grandes esperanzas en la contribución que podían hacer los intercambios estudiantiles. «Mi sincero deseo es que el pensamiento de estos jóvenes logre ir más allá de su interés personal; que se involucren con la sociedad y actúen promoviendo la paz mundial y la armonía».[34]

A juzgar por mi propia experiencia de abrirme a la amistad con gente de distintos orígenes culturales y religiosos, para expandir redes solidarias en pro de la paz, puedo valorar profundamente lo que trasmiten sus palabras.

En 1996, para perpetuar el legado de mi mentor y plasmar su visión sobre la ciudadanía mundial y un mundo sin armas nucleares, fundé el Instituto Toda de Investigación sobre la Paz Global. Fue un honor contar con el doctor Majid Tehranian (1937-2012), especialista iraní en estudios sobre la paz y gran amigo personal, como primer presidente de la institución.

El mundo no es un mero conjunto de Estados, ni está formado solo por religiones y civilizaciones. Este mundo vivo y palpitante está tejido con el esfuerzo de incontables seres humanos que podrán estar unidos por orígenes semejantes, pero no son idénticos a ningún otro.

Ver y juzgar a las personas solo a través del prisma de la religión o del grupo étnico distorsiona la riqueza subjetiva que cada una posee. En cambio, cuando a través de las amistades cultivamos una profunda estima del valor singular que hay en el otro, las diferencias étnicas y religiosas quedan iluminadas por la dignidad y la riqueza de ese amigo, y se convierten en aspectos valiosos de la diversidad.

El campo magnético de la amistad activa una brújula interior que nos guía cuando nos desorientamos, y nos ayuda a encauzar la sociedad cuando esta parece apartarse de su rumbo.

Esta lógica es la que subyace al constante trabajo de la SGI por fomentar los intercambios en la sociedad civil —particularmente entre los jóvenes— y por estimular los encuentros frente a frente, en los cuales germina la verdadera amistad. Los vínculos de camaradería son un cimiento desde el cual es posible oponer resistencia a las corrientes del odio y de la incitación, en momentos en que crecen las tensiones entre países o se recrudecen los conflictos entre religiones.

En la medida en que somos capaces de visualizar el rostro de cada uno de nuestros amigos, decididos a no permitir que la sociedad se convierta en un lugar que les cierre las puertas, podemos trabajar para promover un cambio a partir de nuestro entorno inmediato, alejándonos del conflicto en dirección a la convivencia. Nuestra esperanza es permitir el surgimiento global de una generación de personas consagradas a la paz, que tiendan puentes de amistad y detengan las reacciones en cadena reproductoras del odio y de la violencia.

Sobre todo, hay una alegría muy particular que surge en la conversación con un amigo. La amistad convierte el intercambio de palabras en un placer y en una fuente de aliento. Nos da sustento y nos infunde valor para afrontar las situaciones más duras de la vida.

Por eso, en la medida en que surja una marea de amistad en las jóvenes generaciones, la sociedad cambiará sin falta. Tengo la convicción y la expectativa de que la amistad entre los jóvenes revertirá poderosamente las corrientes divisorias y dará nacimiento a una vigorosa cultura de paz basada en el profundo respeto a la diversidad.

Comprometer a las mujeres y a los jóvenes con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)

El tercer desafío al cual quiero referirme es la necesidad de mejorar la capacidad de las comunidades para afrontar circunstancias adversas y responder positivamente incluso a los fenómenos más complejos.

Los ODS difieren de los ODM en muchos aspectos; en particular, considero importante que se los haya adoptado teniendo en cuenta las voces de la sociedad civil.

En el proceso que condujo a definir dichos objetivos dentro de las Naciones Unidas, se hizo un esfuerzo concertado por involucrar en el diálogo a un amplio rango de partes interesadas; entre ellas, las mujeres y los jóvenes. Se realizaron encuestas para establecer las áreas prioritarias de interés, en las cuales participaron más de siete millones de personas, con un 70% de participantes de menos de treinta años.[35] A raíz de ello, fue posible incorporar a los ODS muchas áreas de interés con un alto nivel de respuesta, como la educación, la atención sanitaria y las oportunidades de empleo.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible destaca la trascendencia de este proceso con las siguientes palabras:

Ya se han comprometido con esta Agenda millones de personas que la asumirán como propia. Es una Agenda del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, y precisamente por ello creemos que tiene el éxito garantizado.[36]

En la propuesta que escribí en ocasión de la conferencia Río+20 de 2012, punto de partida para la redacción de los ODS, expresé mi firme esperanza de que, en su espíritu fundamental, dichos objetivos pudieran ser un programa de esas características; es decir, centrado en el pueblo. Lo hice sintiendo que sería difícil generar impulso para lograr cualquiera de estas metas sin que un gran número de personas se identificara con ellas.

Otro rasgo característico de los ODS como programa del pueblo es que adoptan un nuevo enfoque basado en la conciencia de que los problemas que nos afectan «están relacionados entre sí y requieren soluciones integradas».[37] Esto difiere un poco de los ODM, que promovían de manera más independiente cuestiones como la erradicación de la pobreza o el hambre.

Los ODS buscan generar ciclos virtuosos, en los cuales el avance en un objetivo particular habilite progresos en múltiples frentes adicionales. Por ejemplo, si se logra garantizar la disponibilidad de agua potable (Objetivo 6), eso conducirá a reducir el número de personas que sufren de enfermedades infecciosas y de otra índole (Objetivo 3). También reducirá la carga física de las mujeres que pasan muchas horas diariamente yendo a buscar agua para sus familias, y eso abrirá nuevas oportunidades de empleo para ellas (Objetivo 5), permitiéndoles así salir de la pobreza extrema (Objetivo 1); y esto, a su vez, significará para sus hijos la posibilidad de ir a la escuela (Objetivo 4).

Este nuevo abordaje, conocido como Enfoque Nexus, fue investigado en la Universidad de las Naciones Unidas e implementado de manera experimental en diversas regiones antes de la presentación de los ODS. Este enfoque se propone descubrir las interconexiones entre las 169 metas y las 17 áreas que abarcan los ODS y lograr progresos simultáneos con miras al cumplimiento de todos.

Los ODS también se extienden a varias áreas no cubiertas por los ODM, como el cambio climático y la distribución desigual de los ingresos. Sin embargo, es importante recordar que todos estos problemas, en definitiva, se originan en la acción de los seres humanos y que, por lo tanto, su solución se debe buscar a través del esfuerzo humano. Si podemos avanzar sustancialmente en un terreno por medio de la acción, ese avance puede ser aprovechado para acelerar progresos en otras áreas.

En la tradición del budismo Mahayana se postula que los impulsos derivados de la ilusión, los deseos mundanos y los sufrimientos son fundamentales para la iluminación. Este planteamiento sugiere un dinamismo muy afín con el que aquí se requiere. Se trata de reorientar nuestra comprensión sobre la naturaleza de la felicidad humana. El bienestar no es el resultado de eliminar los deseos e impulsos que dan lugar al sufrimiento, ni de tomar distancia de ellos. En cambio, es necesario comprender que la iluminación —entendida como la fortaleza y la sabiduría necesarias para abrir el camino hacia una vida mejor— siempre existe en nosotros, incluso mientras experimentamos dolor y angustia.

El problema no solo gira en torno al sufrimiento, sino al modo de enfrentarlo y a las medidas que adoptamos en respuesta a ello.

Nichiren comenta de la siguiente manera un pasaje del Sutra del loto que dice «[Este sutra] puede hacer que los seres se desprendan de todo su malestar, su enfermedad y su dolor. Puede desanudar las ataduras del nacimiento y la muerte»:[38]

Debemos interpretar las palabras «desprenderse» como «iluminarse con respecto a» [es decir, ver claramente la naturaleza de algo].[39]

Aquí Nichiren nos alienta a no apartar los ojos de la realidad que nos rodea, sino a enfrentarla de lleno. Cuando discernimos con claridad la naturaleza de nuestras circunstancias, podemos transformarnos a nosotros mismos: dejar de vivir atormentados por la angustia para ser constructores de nuestra propia felicidad. Por otro lado, el budismo enseña que estas olas de transformación se propagan a través de la red de interconexiones en la cual vivimos, y por eso repercuten en el mundo circundante y en el conjunto de la sociedad.

La filósofa Hannah Arendt (1906-1975), en su análisis sobre la auténtica humanitas (humanidad), se refirió al tema de no dejarse atrapar por las situaciones sino, a la inversa, transformarlas creando de manera activa nuevos vínculos. En referencia al concepto de «aventurarse en la vida pública» desarrollado por Karl Jaspers —quien también fue su mentor—, Arendt argumenta que la humanitas (lo auténticamente humano) nunca se alcanza en soledad; «solo quien “aventura su vida y su persona en la vida pública” puede adquirirla».[40]

Arendt describe esta exploración diciendo que «nosotros introducimos nuestro hilo en la malla de las relaciones». Aun admitiendo la incertidumbre del resultado —«Nunca sabemos qué surge de ello»—, Arendt expresa su firme confianza en lo siguiente:

[E]ste aventurarse solo es posible sobre una confianza en los seres humanos. Una confianza en —y esto, aunque fundamental, es difícil de formular— lo humano de todos los seres humanos. De otro modo no se podría.[41]

Esta confianza, como destaca Arendt, es esencial y no solo está dirigida a nosotros mismos y a quienes integran nuestro ambiente inmediato; también es confianza en el sentido de enfrentar el mundo en que vivimos sin jamás perder la esperanza.

El año pasado, en una serie titulada «Desde mi perspectiva», la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) destacó ejemplos de mujeres que estaban promoviendo la concreción de los ODS mediante diversas acciones por el prójimo, a menudo en circunstancias muy difíciles. Entre ellas, una ingeniera solar que vive en una aldea de Tanzania. Pese a tener una discapacidad, esta mujer se ha empeñado en desarrollar sus aptitudes y ofrecer sus conocimientos en beneficio de sus vecinos. Al principio, muy pocos hombres la respetaban como ingeniera. Pero al verla instalar equipos solares para iluminar las viviendas y reparar los que se averiaban, los varones comenzaron a respetarla.

Antes nuestra aldea estaba a oscuras después de la puesta del sol, pero ahora hay luz. Recién vinieron una niña y un niño a llevarse la lámpara solar que les reparé. Sonreían de felicidad. Esta noche podrán hacer sus deberes.[42]

Creo que este es un excelente ejemplo del ciclo virtuoso que concibe los ODS como un programa centrado en la gente. A través del empoderamiento de una sola mujer, un pueblo entero de Tanzania tuvo acceso a la energía renovable, pero, además, hubo un cambio ostensible en la actitud hacia las mujeres, y los niños mejoraron sus oportunidades de estudiar.

El trabajo de esta mujer, silencioso pero de inmensa utilidad, muestra el valor de «introducir nuestro hilo en la malla de las relaciones», como decía Arendt, para mejorar las condiciones de vida en el lugar donde nos encontramos. Aquí veo el brillo genuino de un auténtico humanismo.

La capacidad de resolver problemas no es algo privativo de gente especial: en cambio, es un camino que se abre ante cualquiera de nosotros cuando encaramos la realidad decididamente, asumiendo algún aspecto de su pesada carga y actuando con persistencia. Nuestra capacidad de superar dificultades se activa cuando convertimos la angustia y la preocupación en actos y determinaciones.

En particular, los jóvenes poseen una sensibilidad pujante y una apasionada búsqueda de ideales. Su energía puede acelerar reacciones en cadena de transformaciones positivas, a medida que establecen lazos de confianza de persona a persona.

La juventud ha estado en el centro de las actividades de la SGI por la paz desde los días del presidente Toda y de su «Declaración para la abolición de las armas nucleares». Estos jóvenes rechazan la sensación de impotencia que, como un mal ubicuo en la sociedad contemporánea, convence a la gente de que sus actos no alcanzan para producir el cambio. Orientados a la acción, se afirman en la confianza de que sus circunstancias actuales son, precisamente, las condiciones que les permitirán cumplir una misión personal.

Hace tres años, los miembros jóvenes del Japón iniciaron una campaña por la paz llamada «Acción Global SOKA», a través de la cual se han dedicado a brindar asistencia para el restablecimiento psicológico y espiritual de la gente en las regiones del país arrasadas por el terremoto y tsunami de marzo de 2011. También han entablado relaciones amistosas con sus vecinos asiáticos, deseosos de construir una cultura de paz y de promover la abolición de las armas nucleares.

Los jóvenes de la SGI del mundo están asumiendo el reto de transformar la realidad en campos como la integridad ecológica, la educación en derechos humanos y la no violencia. Algunas de estas actividades tienen vínculos específicos con los ODS. Por ejemplo, en noviembre del año pasado, la SGI coauspició en la sede de las Naciones Unidas un evento titulado «Jóvenes que impulsan la promoción e implementación de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS)».

El doctor David Nabarro, asesor especial para la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, dijo a los participantes:

Debemos cerciorarnos de que haya espacio para que los jóvenes de todas partes del mundo integren este movimiento por el desarrollo sostenible. [...] Los jóvenes quieren trabajar juntos con alegría, confiando el uno en el otro.[43]

Sus palabras tienen mucho en común con nuestro compromiso por lograr los ODS. Imaginar que la juventud solo se siente compelida a responder cuando hay amenazas inmediatas sería un grave error de juicio. Los jóvenes avanzan sabiendo que podrán compartir alegrías y esperanzas con los demás mientras enfrentan cada uno de los desafíos que se les presentan.

Aunque no están obligados legalmente a cumplir los ODS, en ellos palpita la esperanza de transformar nuestro mundo. En la medida en que cada vez más jóvenes asuman esa esperanza como un compromiso personal y se lancen a actuar basados en él, las gestiones dirigidas a lograr todos los objetivos se verán impulsadas por una enorme energía.

Los miembros de la SGI, con énfasis constante en los jóvenes, seguirán esforzándose por incentivar reacciones de cambio positivo en cadena para resolver el rango total de problemas que nos afectan: desde el nivel comunitario y local hasta las amenazas de magnitud planetaria.

La abolición de las armas nucleares: Avanzar más allá de la disuasión

Quisiera aquí formular propuestas concretas con respecto a tres áreas prioritarias que considero cruciales para establecer el tipo de sociedades pacíficas, justas e inclusivas que vislumbran los ODS.

1) Prohibir y abolir los armamentos nucleares

2) Responder a la crisis de los refugiados

3) Construir una cultura de respeto a los derechos humanos

Con respecto a la primera de ellas, en diciembre de 2016 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución histórica, que determina el inicio de negociaciones con miras a un instrumento jurídico vinculante para la prohibición de las armas nucleares. La resolución convoca a una primera conferencia a fines de marzo, y a una segunda entre mediados de junio y comienzos de julio, ambas en la sede de las Naciones Unidas; además, exhorta a los gobiernos participantes a hacer su mejor esfuerzo para la pronta celebración de un tratado.

En el mundo actual, todavía quedan más de 15 000 ojivas nucleares.[44] Mientras que el desarme nuclear se ha estancado, la idea de modernizar los arsenales nucleares ha recobrado impulso. La amenaza representada por las armas nucleares no hace más que crecer.

El presidente norteamericano John F. Kennedy (1917-1963) advirtió sobre este peligro valiéndose de una imagen relacionada con la Grecia antigua. Aún hoy pende sobre nuestras cabezas una espada de Damocles: la amenaza de una destrucción inimaginable perpetrada sobre la humanidad y sobre el medio ambiente global. Esto no es una cuestión del pasado. Por el contrario, como plantea la resolución de la Asamblea General, la necesidad de resolver el problema nuclear es «cada vez [...] más urgente».[45]

En tal sentido, quisiera elevar las siguientes propuestas:

La primera es la celebración de una cumbre entre los Estados Unidos y Rusia lo antes posible, para reanimar el proceso de desarme nuclear. Sobre los hombros de ambos líderes pesa una responsabilidad realmente gravosa. Los dos países poseen arsenales nucleares de inmenso poder que amenazan la vida de todos los habitantes del planeta, con el potencial de reducir a cenizas las civilizaciones que la humanidad ha construido a lo largo de milenios.

Desde que, hace tres años, aumentaron las tensiones entre ambas naciones con respecto a la situación en Ucrania, la tirantez en las relaciones bilaterales ha adquirido proporciones comparables a los años de la guerra fría. En 2011 entró en vigencia el nuevo tratado START (Tratado entre los Estados Unidos de América y la Federación de Rusia sobre Medidas para la Ulterior Reducción y Limitación de las Armas Estratégicas Ofensivas); desde entonces, las negociaciones sobre el desarme nuclear se han estancado, y hasta han surgido dudas sobre la continuidad del tratado a partir de 2018, cuando haya concluido la actual ronda de reducciones.

Donald J. Trump, quien asumió su mandato como presidente de los Estados Unidos el 20 de enero, llamó a su par ruso Vladimir Putin después de su triunfo electoral y, en su conversación, ambos acordaron buscar un mejoramiento en las relaciones bilaterales. Espero firmemente que los líderes de estos dos países —cuyos arsenales nucleares superan, en conjunto, el 90% de las cabezas nucleares del planeta— inicien un diálogo franco sobre el problema de estas armas y trabajen con el propósito de aliviar las tensiones recíprocas.

Aunque han pasado más de veinticinco años desde el final de la guerra fría, la política de la disuasión nuclear sigue en pie, y hay unas 1800 armas nucleares en estado de máxima alerta, lo cual significa que están listas para ser usadas al instante.[46]

Consideremos el significado de este hecho.

En un discurso reciente, el exsecretario de Defensa de los EE.UU. William J. Perry recordó un episodio de su gestión como subsecretario de Defensa durante la administración del presidente Carter. Habló de la conmoción que le produjo recibir una llamada de emergencia a altas horas de la noche del oficial de guardia en el Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD) informándole que habían detectado en el espacio aéreo 200 misiles soviéticos en dirección a los Estados Unidos. Aunque pronto se aclaró que se trataba de una falsa alarma, si la información hubiera sido correcta, el Presidente de los Estados Unidos habría tenido unos pocos minutos para tomar la crucial decisión de lanzar un contraataque o no.[47]

La lógica de la disuasión requiere demostrar todo el tiempo la propia capacidad de contraatacar, aunque no se desee de ningún modo la guerra nuclear, como medio para neutralizar un posible ataque enemigo. Además, esa capacidad de tomar represalias inmediatas debe mantenerse de manera efectiva, para probar que no es una mera intimidación verbal. En una situación así, no se puede bajar la guardia ni un momento, y la amenaza de una guerra nuclear inminente se convierte en un peso abrumador y constante. Esto, a mi entender, describe la realidad de la disuasión nuclear instaurada en los años de la guerra fría y vigente hasta hoy.

Si nos remontamos al pasado, la postura de la disuasión nuclear ya estaba cobrando forma definida en 1957, cuando el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, presentó su proclama para la abolición de las armas nucleares.

Tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética estaban probando bombas de hidrógeno en una competencia cada vez más febril por crear armas más potentes, y ya se estaba considerando la ventaja de usar misiles balísticos en vez de aviones bombarderos como sistema de lanzamiento.

En agosto de 1957, un mes antes de que el presidente Toda diera a conocer su declaración, la Unión Soviética había culminado con éxito el ensayo de un misil balístico intercontinental (ICBM, en inglés) que le daba la capacidad de dirigir y lanzar un ataque nuclear contra cualquier punto del planeta. Más aún, el 6 de setiembre, dos días antes de la referida proclama, fracasaron las negociaciones de desarme orientadas a la reducción y prohibición de las armas nucleares, celebradas bajo el patrocinio de las Naciones Unidas durante casi un semestre. Las intensas deliberaciones entre los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, la Unión Soviética y Canadá, al no haber culminado en un acuerdo, quedaron suspendidas por tiempo indeterminado.

El presidente Toda comprendió que la doctrina sobre el poder disuasivo de las armas nucleares era la razón profunda de una interminable carrera armamentista nuclear que ponía a todo el género humano al borde de la catástrofe. En el análisis de Toda, la posesión de armas nucleares —legitimada con el argumento de que representaban una fuerza de disuasión para el mantenimiento de la paz—, solo protegía a los países poseedores de estos arsenales, mientras que ignoraba fríamente el sacrificio terrible impuesto a la mayor parte de la humanidad.

Por eso, señaló que su propósito era «exponer y arrancar de raíz las garras»[48] de esa lógica perversa que justificaba la acumulación de armas nucleares.

En aquella época, la confrontación nuclear entre los Estados Unidos y la Unión Soviética se comparaba con la imagen de «dos escorpiones encerrados en una botella».[49] Pero lo que no se decía era que, en esa misma botella, también había muchos otros países totalmente ajenos a las armas nucleares, con sus miles de millones de habitantes. En forma análoga, esta disyuntiva entre «picar o ser picado» ha hecho olvidar la naturaleza apocalíptica de las armas nucleares, que las vuelve diferentes por completo de todas las demás.

Al proclamar que «nosotros, los ciudadanos del mundo, tenemos derecho inalienable a vivir»,[50] Toda quiso disipar las falacias que envolvían, ilusoriamente, la teoría de la disuasión nuclear. Para Toda, era inaceptable que un país amenazara este derecho a la vida; es más, el uso de armas nucleares estaba más allá de toda justificación.

La teoría de la disuasión recorta el campo de pensamiento de las personas. Sus adeptos se limitan a creer en la eficacia de la disuasión y rehúsan considerar las consecuencias catastróficas que se producirían si esa disuasión fracasara. Al margen de esta cuestión, tampoco reconocen la posibilidad de que ocurra una detonación nuclear por accidente o por fallos de funcionamiento.

Esta incapacidad de llevar el planteamiento hasta sus últimas conclusiones lógicas también afecta a los países beneficiados por el «paraguas nuclear» de la disuasión ampliada.

La realidad es que cada una de las varillas que componen ese paraguas nuclear es una espada de Damocles. Esta inhumana doctrina de la seguridad nacional se basa en la disposición a infligir el horror de Hiroshima y Nagasaki a los pueblos de otras naciones. Si alguna vez se accionara el botón de lanzamiento y comenzara un intercambio de misiles nucleares, habría daños irreversibles no solo para las partes enfrentadas en el conflicto, sino también para los países vecinos y la totalidad del planeta.

La lógica de la disuasión pone en un platillo de la balanza la seguridad del propio país, y en el otro, la supervivencia de miles de millones de habitantes y la vida de todos los ecosistemas del planeta.

Si vemos este panorama en el contexto que esboza Amartya Sen en su debate sobre la justicia, al cual me he referido más arriba, las políticas de seguridad que buscan evitar un posible ataque nuclear enemigo corresponden a la justicia del niti, con su énfasis en la legitimidad del objetivo. Si se considera ahora la justicia del nyaya, centrada en la legitimidad del resultado—es decir, lo que realmente ocurre con la gente y con su vida—, queda claro que no hay forma de justificar las doctrinas sobre la seguridad basadas en el poder de las armas nucleares, sustentadas en la pérdida de millones de vidas y en la destrucción de la ecología global.

El derecho a la defensa propia contra un ataque militar está reconocido en la Carta de las Naciones Unidas; desde el punto de vista del Derecho Internacional, la validez de un enfoque del niti sobre la seguridad no puede ser desdeñada sin más trámite. Pero quisiera cuestionar el pensamiento que acepta las armas nucleares como una necesidad continua.

A lo largo de la historia humana, la idea de la disuasión se ha empleado para justificar la posesión y el desarrollo de nuevas armas cada vez más letales. Sin embargo, como muestra la historia de la humanidad, signada por la presencia casi ininterrumpida de las guerras, la lógica de la disuasión fracasó muchas veces con anterioridad, y como resultado dio lugar a conflictos armados. ¿Cómo podemos estar seguros de que esa misma política, tantas veces fallida en el pasado, será infalible en el caso de las armas nucleares?

En su reciente obra Cinco mitos sobre las armas nucleares, Ward Wilson se plantea esta misma pregunta. El autor repasa 6000 años de historia humana en relación con las guerras y la violencia colectiva. Se refiere a las posiciones que examinan únicamente los sesenta años posteriores al final de la segunda guerra mundial y, solo con base en ese 1% de los datos, creen poder identificar una tendencia. Wilson comenta: «Un enfoque de ese tipo parece imprudente, cuando se refiere a un fenómeno particular aparentemente tan arraigado en la naturaleza humana».[51] Afirma que para considerar la cuestión como es debido hace falta una perspectiva milenaria, como la que adopta Arnold J. Toynbee para analizar el surgimiento y la caída de múltiples civilizaciones.

A decir verdad, precisamente porque la lógica de la disuasión está tan arraigada en la mentalidad humana, necesitamos confrontar sin rodeos los grandes peligros que se ocultan en esta forma de pensar.

La dignidad inherente a la vida es un concepto que el budismo desarrolló en su profunda exploración de la naturaleza humana, y que creo pertinente mencionar en relación con este tema. Quisiera citar las siguientes palabras atribuidas a Shakyamuni, en ocasión de mediar en un conflicto sobre derechos hídricos que enfrentaba a dos pueblos.

¡Mirad a los que pelean, decididos a matar! El origen del miedo yace en tomar las armas y disponerse a atacar.[52]

Es notable la forma en que Shakyamuni observa el sutil comportamiento de la mente humana ante una confrontación hostil: no es que recurren a las armas por miedo al contrincante; a la inversa, se llenan de temor en el momento en que blanden las armas. Aun sintiendo enojo con ese adversario que intenta quitarles el agua, no los domina el miedo. Pero en cuanto alzan las armas y se disponen a atacar mortalmente al oponente, el temor se apodera de ellos.

David Emanuel Hoffman, editor del Washington Post durante muchos años, describió con elocuencia esta psicología dominada por el miedo, que en los años de la guerra fría estuvo a punto de producir un cuadro de pesadilla.[53]

A principios de los años 80, los líderes soviéticos comenzaron a esbozar un sistema capaz de seguir funcionando incluso si, a raíz de un ataque nuclear, la plana de líderes políticos y la cadena militar de mando del país fueran aniquiladas. Lo que más temían era perder la capacidad de contraatacar. Dispusieron entonces un sistema computadorizado que, en cualquier circunstancia, garantizaría una represalia nuclear operada de manera automática. Sin embargo, el proyecto se modificó porque las fuerzas armadas rechazaron la idea de lanzar un ataque nuclear sin control de ningún elemento humano. En cambio, la autoridad para la toma de decisiones se transfirió a los oficiales que lograran sobrevivir, en refugios subterráneos a gran profundidad.

En otras palabras, en los años finales de la guerra fría se llegó a considerar, de hecho, un sistema de contraataque nuclear que no pudiera ser cancelado por el ser humano. Aunque esto nunca fue más allá de la etapa conceptual, esta forma de disuasión extrema corporifica el miedo profundamente arraigado que genera la posesión de armas nucleares.

En octubre del año pasado, se cumplió el trigésimo aniversario de la Cumbre de Reikiavik, histórico inicio del proceso que pondría fin a la guerra fría.

Cuando el secretario general de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, propuso un encuentro con el presidente norteamericano Ronald Reagan (1911-2004) en la capital islandesa, como punto medio entre Washington y Moscú, tenía en mente el desastre de Chernóbil acaecido solo seis meses antes, que lo había hecho reflexionar hondamente sobre los riesgos de una guerra nuclear. Del mismo modo, se dice que el presidente Reagan consideraba intolerable la idea de mantener la paz mediante la amenaza del exterminio nuclear.

Para ambos líderes las armas nucleares eran una grave preocupación; hasta tal punto, que en sus deliberaciones estuvieron cerca de pactar su eliminación total. Aunque, finalmente, no pudieron definir el acuerdo, un año después firmaron el Tratado sobre las Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, en inglés) que puso en marcha el proceso de desarme nuclear.

Hoy es momento de que los Estados Unidos y Rusia vuelvan al espíritu de Reikiavik y encuentren una posición común de cara a la paz mundial.

La conferencia de las Naciones Unidas con la consigna de negociar un futuro tratado de prohibición y abolición de las armas nucleares se llevará a cabo en marzo; su temario incluye medidas para reducir y eliminar el riesgo de una detonación de armas nucleares por accidente o por error.[54] Los Estados Unidos y Rusia han experimentado varias veces estos riesgos no solo durante la guerra fría, sino incluso después. Exhorto a los mandatarios de ambos países a emprender un diálogo tendiente a retirar sus armamentos del estado de alerta máxima y a avanzar de manera significativa hacia la reducción de las armas nucleares.

La prohibición de las armas nucleares: El legado de Hiroshima y Nagasaki

Mi siguiente propuesta con respecto a la prohibición y abolición de las armas nucleares es que el Japón, consciente de su misión y de su responsabilidad histórica como único país del mundo en experimentar un ataque bélico nuclear, trabaje asiduamente para conseguir la participación más numerosa posible en las próximas negociaciones, incluso de los Estados que poseen armas nucleares o dependen de ellas.

En años recientes, las ciudades de Hiroshima y de Nagasaki han contribuido a mantener la cuestión de las armas nucleares en el foco de la opinión pública como anfitrionas de diversas reuniones diplomáticas y de dignatarios extranjeros.

Durante la octava reunión ministerial de la Iniciativa para la No Proliferación y el Desarme (NPDI, en inglés), realizada en Hiroshima en abril de 2014, los cancilleres de países dependientes de armas nucleares —como Australia, Alemania y los Países Bajos— pudieron escuchar el testimonio de los hibakushas (sobrevivientes de la bomba atómica). El encuentro dio lugar a una Declaración Conjunta en la cual se recalcó que el diálogo permanente sobre las consecuencias humanitarias de las armas nucleares debía ser «un catalizador de la acción humana a partir de la unión, con miras al objetivo de un mundo sin armas nucleares».[55]

En la misma ciudad de Hiroshima, en abril de 2016, se llevó a cabo la reunión de cancilleres del G7. En dicha oportunidad, los ministros de Asuntos Exteriores de los Estados Unidos, el Reino Unido y Francia —países con armas nucleares— y Alemania, Italia, Canadá y el Japón —Estados dependientes de armas nucleares— visitaron la Cúpula de la Bomba Atómica. En la reunión se aprobó la Declaración de Hiroshima sobre el desarme y la no proliferación nuclear que concluye diciendo: «Deseamos profundamente, como los pueblos de Hiroshima y Nagasaki, que jamás vuelvan a emplearse armas nucleares».[56]

Por fin, en mayo de 2016 Hiroshima recibió la visita de Barack Obama, el primer presidente de los Estados Unidos en oficio que viajó a esta ciudad. Allí, señaló: «Las naciones que, como la mía, poseen arsenales nucleares deben tener el valor de evitar la lógica del miedo y procurar un mundo sin la presencia de estas armas».[57]

El Japón debe instar a los Estados participantes de las deliberaciones de Hiroshima y Nagasaki, y a la mayor cantidad posible de países, a intervenir en las próximas negociaciones multilaterales sobre el desarme nuclear.

Es de prever que estos cónclaves enfrenten el tipo de obstáculos que ya antes surgieron en la Conferencia de las Partes de 2015 encargada del Examen del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), donde la incapacidad de sortear la división entre países con y sin este tipo de armas impidió que se aprobara un documento final por consenso.

Sin embargo, todos los Estados comparten una valoración fundamentalmente positiva sobre el TNP y una misma preocupación por las consecuencias desastrosas de las armas nucleares. Sobre esta base, es posible establecer posiciones en común y reformular el debate sobre las armas nucleares.

En tal sentido, las negociaciones que condujeron al Acuerdo de París, punto de inflexión en las gestiones para combatir el cambio climático, tienen algo importante que enseñarnos. El avance que hizo posible dicho acuerdo fue mantener el foco en el objetivo mancomunado de un futuro con bajas emisiones de carbono, deseable para todos los Estados, más que en apuntar a las responsabilidades de haber causado el cambio climático o de responder a él.

Con las armas nucleares podría adoptarse un enfoque similar. La tarea de establecer un tratado que prohíba la producción, transferencia, amenaza de uso o utilización de estas armas debe considerarse una empresa de carácter mundial, cuyo resultado será evitar que cualquier otro país vuelva a experimentar jamás los horrores de la guerra nuclear. Hay que hacer un arduo esfuerzo por arribar a un consenso basado en esta visión.

Como se señala en el preámbulo, lo que motivó la aprobación del TNP fue la conciencia de «las devastaciones que una guerra nuclear infligiría a la humanidad entera» y «la consiguiente necesidad [...] de adoptar medidas para salvaguardar la seguridad de los pueblos».[58]

La postura fundamental de las conferencias próximas, de tal manera, es totalmente congruente con el TNP. La idea de adoptar un tratado de prohibición de las armas nucleares no es sustituir al TNP, sino reforzarlo como implementación de su artículo VI, que se compromete a celebrar negociaciones de buena fe tendientes al desarme nuclear general y completo.

Lo crucial aquí es asegurar la participación de la mayor cantidad posible de Estados para identificar puntos de convergencia entre las preocupaciones de defensa y seguridad nacional, por un lado, y la búsqueda de un mundo sin armas nucleares, por el otro.

En mayo del presente año se reunirá en Viena el Comité Preparatorio de la Conferencia de 2020 encargada del Examen del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares. Además de dirigir el foco de atención al mandato de lograr el desarme nuclear estipulado en el artículo VI, deberían tomarse recaudos para escuchar las preocupaciones de seguridad de todos los Estados e intercambiar ideas sobre las medidas necesarias a fin de atender tales inquietudes. Sería muy beneficioso para todos los países que estas deliberaciones se incorporaran a las negociaciones sobre un tratado de prohibición de las armas nucleares que tendrán lugar en junio en Nueva York. Si se establecen vínculos con las deliberaciones de la Conferencia encargada del Examen del TNP y se acortan las distancias entre las diferentes perspectivas, eso ayudará a que las negociaciones sean realmente constructivas.

El problema de las armas nucleares es una cuestión crucial que las Naciones Unidas han venido afrontando desde su fundación hace más de setenta años. No hay que subestimar la complejidad que rodeará las próximas negociaciones tendientes a promulgar su abolición. Sin embargo, y estoy convencido de ello, si los Estados siguen buscando el diálogo con sinceridad, será posible crear una corriente irreversible hacia un mundo sin armas nucleares.

A más tardar en 2018, las Naciones Unidas tienen previsto celebrar una conferencia de alto nivel sobre el desarme. La aprobación de un tratado que proscriba las armas nucleares mejoraría las condiciones para iniciar un proceso de reducción masiva de los actuales arsenales nucleares, que conduzca a su eliminación en el futuro.

Una declaración de los pueblos por un mundo sin armas nucleares

Mi tercera propuesta para la prohibición y abolición de las armas nucleares es que todo el rango de actores de la sociedad civil presente declaraciones y manifiestos con miras a las próximas negociaciones. Estas peticiones, tomadas en conjunto, representarían una declaración de los pueblos por un mundo sin armas nucleares, y podrían ser la base ciudadana de un tratado que establezca su prohibición.

La sociedad civil puede desempeñar un papel fundamental a la hora de esclarecer y humanizar problemas que, aun siendo significativos para todos los pueblos del mundo, suelen ser tratados en el contexto de las políticas nacionales. Esto, a su vez, podría alentar una acción concertada de magnitud global.

Un ejemplo precursor de este tipo de iniciativas fue el Manifiesto Russell-Einstein, firmado por varios de los científicos más destacados del mundo el 9 de julio de 1955 para advertir sobre los peligros de las armas nucleares.

Debemos procurar no decir ni una palabra que pueda atraer a un grupo más que a otro.

Hacemos un llamamiento como seres humanos a seres humanos: recordad vuestra humanidad, y olvidad el resto.[59]

Como revelan estas palabras, el Manifiesto expresa un sentimiento humano colectivo, más que la lógica de los Estados o de las naciones. De esta manera, se alentó a los lectores a considerar las armas nucleares un peligro «para ellos y sus hijos y sus nietos»,[60] y no algo limitado a un contexto nacional.

La histórica opinión consultiva sobre la amenaza o el uso de armas nucleares presentada por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en julio de 1996 fue el resultado de una eficaz campaña realizada por la sociedad civil a través del World Court Project. En el inicio de las audiencias, la CIJ recibió las «declaraciones de conciencia pública» de cuatro millones de personas en cuarenta idiomas.

La CIJ estableció que la amenaza o el uso de las armas nucleares era incompatible de manera general con el Derecho Internacional. Además, afirmó categóricamente que los Estados tenían la obligación de celebrar y concretar negociaciones orientadas al desarme nuclear completo y definitivo.

Hoy, habiendo transcurrido ya más de dos décadas, pronto tendrá lugar una conferencia de las Naciones Unidas para negociar un tratado que proscriba las armas nucleares. Es hora de que la sociedad civil exprese un firme apoyo a este cónclave y que impulse el establecimiento de un instrumento jurídico de derecho internacional promulgado a instancia de los pueblos.

Esta conferencia no solo se logró gracias a la labor diplomática de países con voluntad de resolver el problema de las armas nucleares, sino también gracias al trabajo comprometido de grupos y de individuos de diversas procedencias; entre ellos hibakusha de Hiroshima, Nagasaki y de otras partes del mundo, además de científicos, médicos, juristas, educadores y activistas religiosos.

Los grupos e individuos tienen muchas formas de actuar; por ejemplo, presentando declaraciones que se integren en un llamamiento de los pueblos por un mundo sin armas nucleares, u organizando eventos ciudadanos que movilicen la opinión pública destacando el valor de este tratado. Cada una de estas acciones asegurará «la participación y contribución de las organizaciones internacionales y los representantes de la sociedad civil»,[61] como se lee en la resolución de las Naciones Unidas que aprobó la celebración de esta conferencia, y podrá, de ese modo, dar respaldo a un futuro tratado. Esto brindará un apoyo invalorable que reforzará la eficacia y universalidad del acuerdo, en la medida en que mostrará de manera tangible la naturaleza profundamente comprometida del sentir popular, incluso de países poseedores de armas nucleares o que dependen de ellas.

Hay una multitud de voces que reclaman esta acción. Por ejemplo, más de 7200 ciudades de 162 países y territorios —entre ellos, Estados poseedores de armas nucleares o dependientes de ellas— son miembros de la organización internacional Alcaldes para la Paz, que aboga por la eliminación de estos arsenales.

Aquí vuelvo a recordar las palabras del doctor Pérez Esquivel, quien esculpió y donó a la ciudad de Hiroshima un monumento de bronce alusivo a la paz. En nuestro diálogo, insistió en que «la paz es la dinámica que da sentido y vida a la humanidad».[62]

¿Puede mostrar ese tipo de dinámica un régimen de seguridad que, para su mantenimiento, depende de las armas nucleares? Estoy convencido de que la respuesta es no; antes bien, se requiere el tipo de paz que las personas construyen cuando trascienden todas sus diferencias en un compromiso colectivo por la dignidad de la vida.

En 2007, la SGI presentó la Década del Pueblo para la Abolición Nuclear, una de las iniciativas de nuestro movimiento de paz que comenzó con la proclama de Josei Toda por la abolición de las armas nucleares, en 1957.

Además, nuestra organización ha exhibido en todo el mundo la muestra «Todo lo que atesoras: Por un mundo libre de armas nucleares», organizada en colaboración con la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN). Asimismo, en 2014 reunimos más de cinco millones de firmas en apoyo de Nuclear Zero, una campaña global que promueve las gestiones de buena voluntad en pos del desarme nuclear.

Intervinimos en la redacción de declaraciones conjuntas emitidas por el colectivo Comunidades Religiosas Preocupadas por las Consecuencias Humanitarias de las Armas Nucleares. Dichas proclamas fueron presentadas el año pasado al Grupo de Trabajo de Composición Abierta (GTCA) para el desarme nuclear y al Primer Comité de la Asamblea General de la ONU, que trata los temas del desarme y la seguridad internacional.

En agosto de 2015, la SGI coorganizó la Cumbre Internacional de Jóvenes para la Abolición Nuclear, celebrada en Hiroshima. Y además, con el propósito de dar continuidad a la labor de la mencionada Cumbre, en 2016 se creó la red Amplify, un movimiento internacional de jóvenes dedicados a la erradicación de armas nucleares.

Este verano, para conmemorar el sexagésimo aniversario de la proclama antinuclear de Josei Toda, la SGI llevará a cabo una cumbre de jóvenes por la renuncia a la guerra en Kanagawa, sitio donde hizo dicho llamamiento.

La convicción que ha nutrido nuestra acción en la última década aparece expresada en un documento de trabajo presentado al GTCA en mayo de 2016, que fue registrado como documento oficial de las Naciones Unidas.

[Las armas nucleares] anulan el sentido de la vida humana e inhiben nuestra capacidad de contemplar el futuro con esperanza... En la raíz del problema de las armas nucleares lo que anida es la negación radical del otro: de su humanidad y de su igual derecho a la felicidad y a la vida [...]. El desafío del desarme nuclear no es algo que deba concernir únicamente a los Estados que tienen armas nucleares; más bien, ha de ser una empresa realmente global que involucre a todos los Estados y comprometa plenamente a la sociedad civil.[63]

Para que las negociaciones de las Naciones Unidas que comenzarán en marzo próximo sean un foro de naturaleza en verdad global, estamos decididos a dar lo mejor, a trabajar con grupos y personas de pensamiento afín con el propósito de unir y amplificar las voces de la sociedad civil.

Restablecer la esperanza en el corazón de los refugiados

La segunda área prioritaria en la cual quisiera centrarme es la necesidad de implementar programas de ayuda que permitan a los refugiados vivir con esperanza.

Se estima que el número de personas forzadas a abandonar sus hogares debido a conflictos armados o por miedo a la persecución ha ascendido, en corto tiempo, a 65,3 millones.[64] En particular, en este sexto año continuo de guerra en Siria, la crisis humanitaria resultante ha cobrado extrema gravedad. Hasta la fecha, han muerto más de 300 mil sirios, y más de la mitad de la población se ha visto forzada a desplazarse por miedo o por la pobreza. En total, 4,8 millones de personas han huido del país en busca de asilo.[65]

Después de su nombramiento oficial en la Asamblea General de octubre de 2016, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, señaló que la prioridad de su gestión estaría vinculada a la paz. Observó que «la mejor forma de ayudarnos a contener el sufrimiento humano en todas las dimensiones es incrementar la diplomacia de la paz».[66]

El 30 de diciembre del año pasado, entró en vigencia un acuerdo para el cese del fuego en Siria; el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución de apoyo a la suspensión de las acciones armadas y exhortó a todas las partes a respetarla. Sin embargo, todavía es muy pronto para saber si la guerra civil podrá llegar a su fin.

En febrero, bajo el auspicio de las Naciones Unidas, se harán nuevas rondas de diálogo por la paz. Deseo fervientemente que, bajo el liderazgo del secretario general Guterres —quien durante mucho tiempo fue Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados—, este organismo internacional y las naciones involucradas encuentren juntos una solución para poner fin al conflicto lo antes posible.

En paralelo con estas gestiones diplomáticas, otra prioridad acuciante que identifica el señor Guterres es que todos los países asuman «plena solidaridad con las personas necesitadas de protección que huyen de esos conflictos horrendos».[67]

Esta solidaridad ha sido un punto clave de la Cumbre Humanitaria Mundial celebrada en Estambul, Turquía, en mayo del año pasado. Como se destacó en la ceremonia inaugural, es decisivo que tratemos de ponernos en el lugar de las personas cuya vida ha sido abruptamente alterada por el conflicto y que, día tras día, deben afrontar dilemas imposibles.

Bajo la constante amenaza de los bombardeos aéreos, ¿eligen quedarse donde viven o huyen del peligro y llevan a sus familias a recorrer largas distancias en busca de refugio? Conscientes de los peligros potencialmente mortales de un cruce por mar, aferrados a una ínfima esperanza de vivir mejor, ¿salen a conseguir un bote o se quedan donde están? Cuando sus hijos enferman durante la huida, ¿usan el escaso dinero disponible para comprarles medicamentos o para alimentar a la familia entera?

Debemos recordar que estas personas que viven con incertidumbre extrema, en circunstancias desesperantes, son nuestros congéneres, tan humanos como nosotros. Solo que nacieron en países distintos, con diferentes orígenes e historias de vida.

En la cumbre, que reunió a un gran número de participantes de todos los sectores, incluida la sociedad civil, se afirmó la importancia de implementar integral y coordinadamente programas humanitarios y de desarrollo, además de mejorar la resiliencia de los refugiados y las comunidades que los acogen.

El mejoramiento de la resiliencia es uno de los puntos a los que hemos dado énfasis en la exposición «Restaurar nuestro humanismo», organizada y expuesta por primera vez en la Cumbre de Estambul.

La SGI, coorganizadora de la muestra, se ha propuesto transmitir que el mejoramiento de la resiliencia es un elemento clave para construir un mundo donde nadie sea excluido.

Como enfoque orientado a esta meta, propongo aquí que las Naciones Unidas tomen la iniciativa de desarrollar una nueva arquitectura de la ayuda que propicie la colaboración en torno a las metas de resolver los problemas humanitarios y de proteger la dignidad humana. Esto permitiría que las personas en situación de desplazamiento forzoso trabajaran en las comunidades de acogida, en campos de acción útiles para mejorar la resiliencia y promover el logro de los ODS.

La encuesta más reciente muestra que el 86% de los refugiados que reciben apoyo de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) se encuentran alojados en países en desarrollo cercanos a las zonas de los conflictos armados.[68] Estas naciones, que ya se encontraban frente a diversos desafíos vinculados a los ODS, como la pobreza, la falta de salubridad y las enfermedades, se ven en la necesidad de responder al ingreso masivo de refugiados. Como se confirmó el año pasado en la Cumbre Humanitaria, en estos casos lo que hace falta es brindar apoyo integrado en las áreas del desarrollo y de la ayuda humanitaria.

Un buen modelo es el proyecto que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) está implementando en Etiopía. Desde el año pasado, este país, que ha acogido a más de 730 mil migrantes de países vecinos afectados por la guerra, viene sufriendo la peor sequía en más de treinta años.[69] El proyecto, además de mejorar la gestión local de los recursos naturales y de apoyar la rehabilitación de la infraestructura comunitaria, ha servido para reducir tensiones entre los refugiados y las poblaciones locales gracias a diversas iniciativas para promover la convivencia pacífica.

Ante el crecimiento aparentemente interminable del número de refugiados, queda claro que la estabilidad y el desarrollo de las sociedades de acogida son fundamentales para que las personas desplazadas puedan gozar de una mínima estabilidad en su vida.

Los países desarrollados y en desarrollo tienen mucho en común a la hora de afrontar los retos vinculados a los ODS. En ambos casos, todo lo que se haga por promover la agricultura sostenible y evitar la escasez de alimentos, por implementar una infraestructura de energía renovable, y por brindar servicios sanitarios, médicos y de salubridad se traducirá en nuevas oportunidades de empleo para grandes cantidades de personas.

El año pasado, el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder, exhortó a poner en práctica un «New Deal» para los refugiados, reiterando la importancia de brindar oportunidades de trabajo a los desplazados forzosos.[70] Una expresión de esto sería aunar iniciativas humanitarias y de desarrollo con la activa cooperación de las Naciones Unidas y de los Estados miembros, a fin de crear programas de formación profesional que beneficien a los refugiados y solicitantes de asilo y les permitan adquirir capacidades vinculadas con el logro de los ODS.

El trabajo, desde luego, es un medio crucial de subsistencia; al mismo tiempo, es una actividad que da sentido a la vida y les permite a las personas dejar una huella positiva de su paso por el mundo.

El doctor Stuart Rees, expresidente de la Fundación de Sídney para la Paz con quien mantuve un diálogo que fue publicado hace poco, afirma que la generación de puestos de trabajo es un imperativo para el logro de la justicia social. En nuestro intercambio, dijo estar convencido de que a la población desempleada, cada vez más numerosa, «se le niega el profundo sentido humano de su valía personal, directamente asociado al trabajo no solo por saberse capaces de procurar el sustento, sino también por la satisfacción de lograr objetivos y de hacer una contribución a la sociedad».[71] Además, dijo que la falta de empleo representaba una amenaza fundamental contra la dignidad humana.

En nuestro diálogo, reflexionamos sobre los efectos de los programas del New Deal implementados por el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt (1882-1945) en respuesta al desempleo masivo que había causado la Gran Depresión a partir de 1929. Durante el New Deal, además de construirse diques y otros proyectos de infraestructura, se creó la Unidad de Conservación Civil para mantener y mejorar los bosques y parques nacionales. Más de tres millones de jóvenes participaron en el programa, que condujo a la plantación de dos mil millones de árboles. A través de estas actividades, los participantes pudieron recuperar su autoestima, y la conciencia de ser útiles a los semejantes y de contribuir a la sociedad. Por otro lado, hasta el día de hoy esos bosques y parques nacionales continúan protegidos como reservas de biodiversidad y de integridad ecológica que, además, cumplen la importante función de absorber gases de efecto invernadero.

Tomando estos ejemplos como referencia, sería oportuno diseñar un marco que ampliara las oportunidades de empleo para los refugiados y, a la vez, impulsara de manera concreta el logro de los ODS.

Los desplazados forzosos, habiendo sobrellevado enormes dificultades y sufrimientos, generalmente tienen gran capacidad de vincularse con la gente y de alentar a otras personas en diversas circunstancias adversas y complejas. Si se les da la oportunidad de participar en tareas que promuevan los ODS en los países de acogida, también podrían, al término del conflicto armado, contribuir en las tareas de reconstrucción en sus países de origen.

En la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Refugiados y Migrantes, realizada en setiembre del año pasado, se declaró que en el transcurso de 2018 se deberían alcanzar pactos mundiales referidos a las personas en estas situaciones.

Sin una solución al problema de los refugiados —la crisis humanitaria de mayor gravedad en la historia—, será imposible lograr la paz y la estabilidad en el mundo, o avanzar de manera tangible hacia el logro de los ODS, cuya visión es un mundo donde no se deje a nadie atrás.

El gobierno japonés ha brindado apoyo financiero al proyecto del PNUD en Etiopía que ya mencioné; por tanto, sería oportuno que el Japón acelerase su apoyo a actividades que integren los sectores humanitario y de desarrollo, como proponen las Naciones Unidas.

En la Cumbre de Líderes sobre la Crisis Mundial de los Refugiados, convocada por el mandatario estadounidense Barack Obama en setiembre pasado, un día después de la cumbre de las Naciones Unidas, el gobierno japonés se comprometió a dar asistencia educativa y capacitación laboral a un millón de personas afectadas por el conflicto. Por otro lado, en los próximos cinco años el Japón aceptará hasta 150 estudiantes sirios. Mi sincera esperanza es que, en el marco de estos esfuerzos paliativos, este país asuma el liderazgo promoviendo alianzas que brinden ayuda humanitaria y protejan la dignidad de la vida. Quiero reiterar que un enfoque eficaz para facilitar estas iniciativas sería dar a los desplazados forzosos oportunidades para adquirir competencias técnicas y capacitarse para el trabajo en relación con los ODS. En tal sentido, quisiera solicitar un mayor apoyo a los programas conjuntos implementados por las Naciones Unidas y las universidades del mundo para brindar oportunidades de estudio a los jóvenes refugiados.

El espacio Impacto Académico de las Naciones Unidas, presentado hace siete años con el objetivo de vincular las universidades del mundo con el organismo internacional, ya se ha convertido en una red de más de mil instituciones de educación superior en más de 120 países. En conjunto, estas universidades investigan cuestiones que cubren casi todo el espectro de preocupaciones globales y son un recurso crucial cuya utilización beneficia a la humanidad entera.

Las actividades del Centro Toynbee para asistir a personas en situación de pobreza, y los programas educativos de la Casa Hull para restablecer la dignidad de los inmigrantes pobres —que mencioné antes— fueron implementados, precisamente, por miembros de la comunidad universitaria.

Como estos ejemplos muestran, las universidades están en posición de actuar como espacios de esperanza y de seguridad en la sociedad. En tal sentido, es profundamente significativo que haya universidades e institutos superiores de todo el mundo colaborando con la solución de los problemas globales a través de sus actividades de investigación. Ellos podrían incrementar esta contribución brindando oportunidades educativas más amplias a los jóvenes refugiados, por medio de cursos de extensión o de programas a distancia.

En mayo pasado, la Universidad Soka del Japón se sumó al Programa de Educación Superior para Refugiados creado por el ACNUR. Como fundador de la universidad, me complace extender un abrazo de bienvenida a las personas que, a partir de 2017, asistirán a clases.

Yusra Mardini, nadadora siria y miembro del Equipo Olímpico de Refugiados que participó en los Juegos de Río, dio las siguientes palabras de aliento a las personas en su misma situación:

Quiero representar a todos los refugiados porque quiero mostrar al mundo que, tras el dolor, tras la tormenta, llega la calma [...]. Quiero que nadie renuncie a sus sueños y que puedan hacer lo que abrigan en su corazón.[72]

Para las personas que han tenido que abandonar sus hogares a causa del conflicto armado y que viven en entornos poco familiares, la educación y el trabajo significativo son formas de recuperar la conciencia de su dignidad humana, tener esperanza en el futuro y abrazar un propósito en la vida.

Por lo tanto, me parece esencial que, cuando se aprueben los pactos mundiales de las Naciones Unidas sobre migrantes y refugiados, se incorporen a ellos medidas específicas para proveer oportunidades laborales y educativas a los desplazados.

En última instancia, la resolución de la crisis de los refugiados depende de nuestra capacidad para hacer que los desplazados forzosos recuperen la seguridad, la esperanza y la dignidad.

Educación en materia de derechos humanos

La tercera área de prioridad que quisiera proponer es la construcción de una cultura de los derechos humanos.

Además de las guerras civiles y los conflictos armados de larga data, otra grave amenaza que se cierne sobre la sociedad mundial es la sucesión de ataques terroristas y el surgimiento de extremismos violentos. Hay demasiados casos en que los jóvenes, ávidos de hallar el sentido de la vida y privados de esperanza en el porvenir, son tentados a abrazar el extremismo violento.

En noviembre de 2016, el Instituto Toda de Investigación sobre la Paz Global coauspició una conferencia de dos jornadas en la Universidad Menonita del Este, situada en Virginia, para debatir enfoques que eviten la propagación de extremismos violentos.

En un mundo donde cada vez más países creen que la forma más eficaz de evitar la violencia son las medidas punitivas, los participantes cuestionaron la efectividad real de estos enfoques y abordaron la cuestión mediante el estudio de casos de diversas regiones del mundo. Además, exploraron formas de impulsar las gestiones para el establecimiento de la paz en zonas de tensiones continuas.

La reunión también se centró en identificar los factores que fomentan los extremismos violentos y las formas de evitarlos, con especial énfasis en la importancia de enfoques integrales que habiliten el tratamiento de las diferencias y de los problemas sin recurrir a la violencia.

Creo que el elemento clave, en esto, es promover una educación en materia de los derechos humanos.

El año pasado fue el quinto aniversario de la Declaración de las Naciones Unidas sobre Educación y Formación en materia de Derechos Humanos. Desde las etapas de escritura de los borradores y como organización de la sociedad civil, la SGI ha prestado apoyo a este importante documento en que, por primera vez, los Estados miembros de las Naciones Unidas acordaron estándares internacionales para la educación en materia de derechos humanos.

Para conmemorar el quinto aniversario de su adopción, durante el período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos correspondiente al mes de setiembre, se llevó a cabo un panel intergubernamental con la presencia de representantes de la SGI. En sus observaciones, la Alta Comisionada Adjunta de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Kate Gilmore, observó que así como el odio y la violencia se habían extendido en ciertas áreas del mundo, también se estaban implementando iniciativas en educación para los derechos humanos que inspiraban a la gente a una acción positiva. Asimismo señaló:

La educación en derechos humanos fomenta nuestra humanidad común, más allá de nuestra diversidad individual. No se trata de un «extra facultativo» ni de cualquier otra obligación rutinaria. [...] nos imparte lecciones fundamentales.[73]

Estas palabras ponen de relieve el verdadero significado de la educación en materia de derechos humanos.

En la reunión se dieron testimonios sobre los cambios positivos que produce la educación en materia de los derechos humanos, como el de una niña de escuela primaria que logró su propio cambio interior. Gracias a un programa de educación en derechos humanos que se implementó en su escuela, empezó a considerar profundamente la cuestión de su propia dignidad. Al tomar conciencia de su valor innato, encontró fuerza y esperanza para encarar el futuro y aprendió a confrontar las circunstancias que la rodeaban. Cambió: dejó de ser una víctima y se sintió compelida a defender los derechos humanos de otras personas.

La señora Gilmore dijo que la historia de esta niña ejemplificaba «el extraordinario poder de la conciencia en materia de derechos humanos» y recalcó que «la educación es el catalizador de esa transformación».[74] Ciertamente, da cuenta del poder y el potencial incalculables que tiene la educación en derechos humanos.

Para iniciar esa reacción en cadena de cambios positivos, quisiera animar a emprender esfuerzos para adoptar un convenio sobre educación y formación en materia de derechos humanos basado en la Declaración, que refuerce las medidas tendientes a implementarla.

El año próximo se celebrará el septuagésimo aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Me permito proponer que la ocasión sea recordada con la celebración de un foro de las Naciones Unidas y de la sociedad civil sobre educación para los derechos humanos, que repase los resultados conseguidos hasta la fecha y promueva deliberaciones orientadas a adoptar un convenio de esta índole.

Se estima que, en el mundo actual, hay 1800 millones de niños, niñas y adolescentes y jóvenes comprendidos entre los 10 y los 24 años.[75] Si estos jóvenes, más que recurrir al conflicto y a la violencia, pueden proteger y poner en práctica los valores esenciales de los derechos humanos, creo positivamente que se abrirá un camino en dirección a «una sociedad pluralista e incluyente»,[76] como expresa la Declaración de las Naciones Unidas sobre Educación y Formación en materia de Derechos Humanos.

Y la fuerza impulsora para hacer realidad este panorama es la educación en derechos humanos. Para que los Estados promuevan este tipo de formación de manera sostenida y congruente, habrá que crear marcos jurídicos y programas pedagógicos. Asimismo, será necesario diseñar mecanismos para la evaluación y el seguimiento de dichos sistemas en forma periódica.

Este fue uno de los puntos que la SGI destacó en el citado panel intergubernamental, donde presentó una ponencia representando a la iniciativa Educación para los Derechos Humanos 2020 (HRE 2020), una coalición global de organizaciones de la sociedad civil.

Las gestiones internacionales para garantizar los derechos humanos, cuyas fuentes se remontan a la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, al comienzo se centraron en trazar parámetros, definir los derechos que requerían protección y, luego, proporcionar acceso a medidas de reparación en caso de acciones lesivas. Hoy, el foco es la necesidad de arraigar y establecer firmemente en la sociedad una cultura de los derechos humanos, donde exista mutua valoración de la diversidad y un entendimiento colectivo para proteger la dignidad de cada ser humano.

La SGI, con la cooperación de agencias de las Naciones Unidas y de otras organizaciones asociadas, ha organizado una nueva exposición sobre educación en materia de los derechos humanos, que se presentará por primera vez desde fines de febrero, en forma paralela al período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos. A través de iniciativas como esta, esperamos inspirar en la sociedad civil un compromiso renovado para generar y expandir cada vez más las redes solidarias en favor de una cultura de los derechos humanos. En colaboración con otras ONG, la SGI confía en movilizar la opinión pública en apoyo de un convenio vinculante que priorice la educación y la formación en materia de estos derechos primordiales.

Igualdad de género

El último tema que quisiera tratar es la importancia de la igualdad de género, algo de enorme relevancia para construir una cultura de los derechos humanos. La igualdad de género garantiza a las mujeres y niñas los mismos derechos, responsabilidades y oportunidades que se les conceden a los hombres y niños, sin discriminación alguna.

El objetivo, como recalca ONU Mujeres, es crear una sociedad donde los intereses, necesidades y prioridades de las mujeres y de los hombres se valoren por igual, y donde se reconozca la diversidad de los diferentes grupos. Uno de los ODS es el logro de la igualdad de género en todos los lugares de la Tierra, y la eliminación de todas las formas de discriminación antes del 2030.

En el periodo de sesiones de la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer que tuvo lugar del 14 al 24 de marzo del 2016, hubo un número sin precedentes de participantes: 80 ministros de gobierno y 4100 representantes de la sociedad civil internacional; esto, en sí, prueba el reconocimiento cada vez mayor que el mundo está concediendo a este propósito. Además de participar en las sesiones, la SGI auspició un evento paralelo con el tema «El liderazgo de la mujer abre caminos para el logro de los ODS».

En este cónclave, se reafirmó que la desigualdad de género es un grave problema de derechos humanos y que los avances en esta dirección contribuirán al cumplimiento de todos los demás ODS.

La igualdad de género puede desempeñar un papel fundamental en el Enfoque Nexus, que antes mencioné, para promover de manera integrada y simultánea todos los ODS.

El reconocimiento de los gobiernos del mundo de la necesidad de lograr la igualdad de género se remonta, al menos, a la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Pekín en 1995. Otro avance decisivo fue la Resolución 1325 sobre mujeres, paz y seguridad, adoptada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en octubre de 2000. Esta normativa estipula la participación y la injerencia igualitarias y completas de la mujer en todos los aspectos referidos a la promoción y el mantenimiento de la paz y la seguridad, y exhorta a adoptar medidas concretas en esta dirección.

El ex subsecretario general de las Naciones Unidas, Anwarul K. Chowdhury, persona clave en la aprobación de la Resolución 1325, se refirió durante nuestro diálogo al «gigantesco giro conceptual y político»[77] que hizo posible aprobar dicho documento.

Explicó que ese paso adelante se tradujo en una declaración firmada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 8 de marzo de 2000, Día Internacional de la Mujer. Allí, destacando el vínculo indisoluble entre la paz y la igualdad de género, se abandonó la imagen de la mujer como una víctima impotente de las guerras y conflictos, reconociendo que ellas son «esenciales para el mantenimiento y la promoción de la paz y de la seguridad».[78] Este cambio de paradigma condujo a promulgar la Resolución 1325, que abrió una ruta firme para una mayor participación de las mujeres en los procesos de paz.

Un examen sobre la implementación efectiva de este documento, cuyo informe se dio a conocer en octubre de 2015, concluyó que la participación de las mujeres incrementa las probabilidades de éxito y durabilidad en los procesos de paz. También observó el papel clave de las mujeres en el proceso de ganar la confianza de las poblaciones locales, durante las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.

Los gobiernos han comenzado a desarrollar e implementar políticas tendientes a lograr la igualdad de género. Ahora, es importante recordar ese paso adelante conceptual que condujo, inicialmente, a adoptar la Resolución 1325; en otras palabras, reconfigurar las sociedades a partir de reconocer que las mujeres no son víctimas indefensas, sino actoras cuyas fortalezas y contribuciones son esenciales.

En este sentido, la doctora Sarah Wider, expresidenta de la Asociación Ralph Waldo Emerson y académica experta en estudios de género, observó lo siguiente durante uno de nuestros diálogos:

Nadie debería tener que ocupar un lugar secundario con respecto al otro. Es necesario que nos sentemos todos juntos a escucharnos, dialogar y respetar la contribución que cada persona pueda ofrecer.[79]

Una investigación reciente destacó la contribución de un grupo de delegadas en la conferencia de 1945 en San Francisco donde se redactó la Carta de las Naciones Unidas, gracias a las cuales se incluyó en el Preámbulo la mención a la «igualdad de derechos de hombres y mujeres».[80]

Muchos de los participantes de esta conferencia habían propuesto la inclusión de artículos claros con respecto a los derechos humanos. Entre ellos, hubo varias mujeres de América Latina que hicieron notar que la referencia a la «igualdad de derechos del individuo», como decía el primer borrador del documento, resultaba inadecuada.

No solo lograron instaurar en el Preámbulo la mención de los derechos igualitarios de hombres y mujeres, sino, además, incluir una cláusula sobre el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos «sin hacer distinción por motivos de sexo» (artículo 1) y explicitar la «elegibilidad de hombres y mujeres para participar en condiciones de igualdad» en el sistema de las Naciones Unidas (artículo 8).

Este episodio me hace pensar en un relato del Sutra del loto donde, para enseñar la dignidad y el valor supremos de todas las personas, se menciona el ejemplo concreto de una joven que expresa plenamente su dignidad intrínseca.

Cuando Shakyamuni termina de exponer el principio de que todas las personas poseen un valor interior incomparable, el bodhisattva Sabiduría Acumulada se dispone a regresar a su tierra de origen, creyendo que esa importante enseñanza ha finalizado. Sin embargo, Shakyamuni lo insta a quedarse para debatir y analizar con un bodhisattva llamado Manjushri lo que acaba de escuchar.

Manjushri le dice a Sabiduría Acumulada que la hija del Rey Dragón, una pequeña de ocho años, ha manifestado el estado de vida de la dignidad suprema (iluminación), que le permite abrigar un profundo amor compasivo a todos los seres. Pero Sabiduría Acumulada se niega a creerlo. En ese momento, la niña dragona se presenta ante él, y, esta vez, quien expresa su escepticismo a pesar de su aparición es un discípulo de Shakyamuni llamado Shariputra.

La niña dragona toma una joya que, según explica el sutra, prueba su estado de vida de dignidad absoluta, y se la ofrece a Shakyamuni. Entonces, se vuelve hacia Shariputra y le pide que sea testigo del brillo auténtico de su vida. Al verla dedicarse a ayudar a los demás, Sabiduría Acumulada y Shariputra finalmente se convencen de que Manjushri había dicho la verdad.

A mi entender, esta historia muestra que la comprensión abstracta y conceptual no alcanza para reconocer la dignidad y el valor de todas las personas.

Nichiren comenta del siguiente modo la exhortación de la niña dragona a que Shariputra la vea lograr la iluminación:

Cuando la niña dragona dice: «Mírame lograr la Budeidad», Shariputra piensa, equivocadamente, que solo se está refiriendo a la iluminación de ella misma. Aquella lo rebate diciéndole: «Mira a un ser lograr la Budeidad».[81]

De esa forma, Nichiren recalca la conexión inseparable entre el proceso de iluminación de la niña dragona y el de Shariputra: cuando la primera manifiesta la dignidad suprema de su vida, también le permite hacerlo al otro. Shariputra, representante de todos los hombres, accede plenamente a su dignidad interior en la medida en que reconoce y respeta en forma genuina la dignidad y el valor de la niña dragona, representante de todas las mujeres.

Esta imagen concreta de la dignidad inherente a una mujer es lo que sustenta y legitima la dignidad universal de todos los seres como principio. Del mismo modo, podemos decir que el espíritu de los derechos humanos ha tomado forma de manera tan clara en las Naciones Unidas porque los derechos de la mujer quedaron instaurados en la letra de la Carta.

Estoy seguro de que las representantes que hablaron en la conferencia de San Francisco de 1945 lo hicieron convencidas de que solo se podrá construir una sociedad que respete de los derechos de todas las personas si se da reconocimiento explícito a los derechos de las mujeres.

ONU Mujeres ha iniciado el Movimiento HeForShe (Él por ella), una iniciativa global para incorporar la participación de hombres y niños en la lucha por la igualdad de género. Es inaceptable que alguien sea privado de sus derechos y libertades; debemos trabajar para asegurar que la gente, en toda su diversidad, pueda gozar libremente de sus derechos.

El propósito de este movimiento es hacer posible que todas las personas, cualquiera sea su identidad de género, irradien la luz de su humanismo y de su dignidad interior, de una manera que sea fiel a su subjetividad.

La SGI, con los jóvenes en el centro de su movimiento, se esforzará mucho más aún por crear una red unida y solidaria de personas cuyo propósito sea construir una cultura de los derechos humanos. Haciendo sonar siempre la campana de la esperanza en la humanidad, seguiremos trabajando para crear una sociedad donde no se deje a nadie atrás.

Bibliografía

ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados). 2016. «Tendencias globales: Desplazamiento forzado en 2015». 20 de junio. Disponible en línea en:
http://www.acnur.org/t3/fileadmin/Documentos/Publicaciones/2016/10627.pdf.[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. 2016. «Syrian Refugee Eyes Rio Olympics» [Refugiada siria aspira a los Juegos Olímpicos en Río]. 18 de marzo. Disponible en línea en inglés en:
http://tracks.unhcr.org/2016/03/syrian-refugee-eyes-rio-olympics/[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. 2016. «Estos 10 refugiados competirán en las Olimpíadas de 2016 en Río» 3 de junio. Disponible en línea en:
http://www.acnur.org/noticias/noticia/estos-10-refugiados-competiran-en-las-olimpiadas-de-2016- en-rio/[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Arendt, Hannah. 1970 [2001]. Hombres en tiempos de oscuridad. Claudia Ferrari (trad). Barcelona: Gedisa. Colección Esquinas.

———. 1994 [2001]. Ensayos de comprensión 1930-1954. Escritos no reunidos e inéditos de Hannah Arendt. A. Serrano de Haro (trad.). Barcelona: Caparrós.

Associated Press. 2016. «Researchers: Latin American Women Got Women into UN Charter» [Investigadoras: Mujeres latinoamericanas que incorporaron a la mujer en la Carta de las Naciones Unidas]. 2 de setiembre. Disponible en línea en inglés en:
http://bigstory.ap.org/article/049889e630b748229887b91c8f21e3d2/researchers-latin-american-women-got-women-un-charter[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Chalmers, Robert (trad). 1932. Buddha’s Teachings. Cambridge: Harvard University Press.

Comité de traducción del Sutra del loto (trad.) 2014. El Sutra del loto. Tokio: Soka Gakkai.

Hoffman, David E. 2009. The Dead Hand: The Untold Story of the Cold War Arms Race and Its Dangerous Legacy (La mano muerta. Lo que nunca se contó sobre la carrera armamentista en la guerra fría y su peligroso legado). Nueva York, Londres, Toronto, Sydney, Auckland: Doubleday.

Ikeda, Daisaku. 1999. Sekai no shidosha to kataru [Mis encuentros con destacadas figuras del mundo]. Tokio: Ushio Publishing Co.

———. 2014. A Forum for Peace: Daisaku Ikeda’s Proposals to the UN (Un foro de paz. Propuestas de Daisaku Ikeda a las Naciones Unidas). Olivier Urbain (ed.), Londres y Nueva York: I.B. Tauris.

——— y Anwarul K. Chowdhury. 2011. Atarashiki chikyu shakai no sozo e [La creación de una nueva sociedad global]. Tokio: Ushio Publishing Co.

——— y Adolfo Pérez Esquivel. 2011. La fuerza de la esperanza. Buenos Aires: Grupo Editorial Planeta.

——— y Stuart Rees. 2014. Heiwa no tetsugaku to shigokoro o kataru [Conversación sobre la filosofía de la paz y el espíritu poético]. Tokio: Daisanbunmei-sha.

——— y Abdurrahman Wahid. 2015. The Wisdom of Tolerance: A Philosophy of Generosity and Peace [La sabiduría de la tolerancia. Una filosofía de generosidad y de paz]. Londres: I.B. Tauris.

——— y Sarah Wider. 2014. The Art of True Relations: Conversations on the Poetic Heart of Human Possibility [El arte de las relaciones genuinas. Conversaciones sobre el espíritu poético de las posibilidades humanas]. Cambridge, Massachusetts: Dialogue Path Press.

InterAction Council. 2014. «Global Ethics» [La ética global]. En Interfaith Dialogue: Ethics in Decision-Making [El diálogo interreligioso. La ética en la toma de decisiones]. Disponible en línea en inglés en:
http://www.heart-to-heart-world.org/global_ethics.html.[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Jaspers, Karl. 1957 [2013]. Los grandes filósofos. Los hombres decisivos: Sócrates, Buda, Confucio, Jesús, vol. 1, Pablo Simón (trad.). Madrid: Tecnos.

Judson, Clara Ingram. 1951. City Neighbor: The Story of Jane Addams [Una vecina de la ciudad. La historia de Jane Addams]. Nueva York: Scribner.

———. 1953. Jein Adamusu no shogai [Historia de Jane Addams]. Hanako Muraoka (trad.). Tokio: Iwanami Shoten, Publishers.

Kato, Tsuneaki. 1992. Buaitsuzekka [Weizsäcker]. Tokio: Shimizu Shoin Co.

Ministerio de Asuntos Exteriores del Japón. 2016. «G7 Foreign Ministers’ Hiroshima Declaration on Nuclear Disarmament and Non-Proliferation» [Declaración de Hiroshima de Cancilleres del G7 sobre Desarme Nuclear y No Proliferación]. 11 de abril. Disponible en línea en inglés en:
http://www.mofa.go.jp/mofaj/files/000147442.pdf[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Müller, Friedrich Max (trad). 2005. The Sutta-nipata. En The Sacred Books of the East [Los libros sagrados de Oriente], vol. 13, parte 1. Massachusetts: Elibron.

Nabarro, David. 2016. «On Youth Boosting the Promotion and Implementation of the Sustainable Development Goals (SDGs)» [Sobre «Jóvenes que impulsan la promoción e implementación de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS)» ]. United Nations Webcast. 10 de noviembre. Disponible en línea en inglés en:
http://webtv.un.org/meetings-events/watch/david-nabarro-un-special-adviser-on-youth-boosting-t he-promotion-and-implementation-of-the-sustainable-development-goals-sdgs/5205304664001[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Naciones Unidas (ONU). 2016. «Declaración conjunta de las Naciones Unidas sobre Siria». Noticia. 12 de marzo. Disponible en línea en:
http://www.acnur.org/noticias/noticia/declaracion-conjunta-de-las-naciones-unidas-sobre-siria/?s word_list[]=Declaraci%C3%B3n&sword_list[]=conjunta&sword_list[]=sobre&sword_list[]=Siria&no_ cache=1[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. Centro de Noticias. 2016. «ONU cifra en 244 millones el número de migrantes que viven fuera de su país» Noticia. 12 de enero. Disponible en línea en:
http://www.un.org/spanish/News/story.asp?NewsID=34205#.WNlMaKK1vDc[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. Asamblea General. 1968. «Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares» A/RES/2373(XXII). Aprobada por la Asamblea General. 12 de junio. Disponible en línea en:
http://www.un.org/es/conf/npt/2005/npttreaty.html[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. ———. 2011. «Declaración de las Naciones Unidas sobre Educación y Formación en materia de Derechos Humanos». A/RES/66/137. Aprobada por la Asamblea General. 19 de diciembre. Disponible en línea en:
https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N11/467/07/pdf/N1146707.pdf?OpenElement[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. ———. 2015. «Transformar nuestro mundo: La Agenda 2030 para el desarrollo sostenible». A/RES/70/1. Aprobada por la Asamblea General. 25 de setiembre. Disponible en línea en:
http://www.un.org/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/RES/70/1&Lang=S[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. ———. 2016. «Nuclear Weapons and Human Security» [Las armas nucleares y la seguridad humana]. A/AC.286/NGO/17. Presentado por la Soka Gakkai Internacional. 3 de mayo. Disponible en línea en inglés en:
https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/G16/109/15/pdf/G1610915.pdf?OpenElement[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. ———. 2016. «Avances de las negociaciones multilaterales de desarme nuclear». A/RES/71/258. Aprobada por la Asamblea General. 23 de diciembre. Disponible en línea en:
https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N16/466/74/pdf/N1646674.pdf?OpenElement[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. Campaña del Milenio. 2014. «Nosotros los pueblos. Celebrando 7 millones de voces». My World. La encuesta global de las Naciones Unidas para un mundo mejor. Disponible en línea en:
https://myworld2015.files.wordpress.com/2015/04/esp_nosotroslospueblos_2015_web1.pdf[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. Centro de noticias. 2016. «Interview: “A Surge in the Diplomacy for Peace Would Be My Priority”– UN Secretary-General-Designate» [Entrevista al secretario general designado de las Naciones Unidas: «Mi prioridad será incrementar la diplomacia para la paz»]. 16 de octubre. Disponible en línea en inglés en:
http://www.un.org/apps/news/story.asp?NewsID=55343[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. OACNUDH (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos). 2016. «Discurso inaugural de la Sra. Kate Gilmore, Alta Comisionada Adjunta de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en la mesa redonda de debates de alto nivel sobre la aplicación de la Declaración de las Naciones Unidas sobre educación y formación en materia de derechos humanos: prácticas idóneas y desafíos». 14 de setiembre. Disponible en línea en:
http://www.ohchr.org/EN/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=20489&LangID=S[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

———. Consejo de Seguridad. 2000. «Peace Inextricably Linked with Equality between Women and Men» [La paz está indisolublemente ligada a la igualdad entre hombres y mujeres]. Comunicado de prensa. SC/6816. 8 de marzo. Disponible en línea en inglés en:
http://www.un.org/press/en/2000/20000308.sc6816.doc.html[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Nakamura, Hajime. 1984. Budda no kotoba [Palabras del Buda]. Tokio: Iwanami Shoten, Publishers.

———. 2014. Genshi butten o yomu [Para leer los primeros sutras budistas]. Tokio: Iwanami Shoten, Publishers.

Nichiren. 2004. The Record of the Orally Transmitted Teachings [Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente]. Burton Watson (trad.) Tokio: Soka Gakkai.

Norman, K. R. (trad.) 1995. Theragāthā. En The Elders' Verses II [Estrofas de los Mayores II]. Oxford: Pali Text Society.

NPDI (Iniciativa de No Proliferación y Desarme). 2016. «Joint Statement». 8th. Ministerial Meeting. [Declaración conjunta de la 8.va reunión ministerial] 12 de abril. Disponible en línea en inglés en:
http://www.uae-iaea.net/media/Joint_Ministerial_Statement_NPDI_12April2014.pdf[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Obama, Barack. 2016. «Remarks by President Obama and Prime Minister Abe of Japan at Hiroshima Peace Memorial» [Declaraciones del presidente Obama y del primer ministro Abe del Japón en el Monumento de la Paz de Hiroshima]. 27 de mayo. Disponible en línea en inglés en:
https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2016/05/27/remarks-president-obama-and-prime-mi nister-abe-japan-hiroshima-peace[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

OIT (Organización Internacional del Trabajo). 2016. «Global Migration Crisis: The World of Work Must Be Part of the Solution» [La crisis mundial de las migraciones: El mundo del trabajo debe ser parte de la solución]. Noticia. 21 de marzo. Disponible en línea en inglés en:
http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_461952/lang--es/index.htm.[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

ONU Mujeres. 2016. «Desde mi perspectiva: Eisha Mohammed». 9 de marzo. Disponible en línea en:
http://www.unwomen.org/es/news/stories/2016/3/from-where-i-stand-eisha-mohammed[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Oppenheimer, J. Robert. 1953. «Atomic Weapons and American Policy» [Las armas atómicas y la estrategia estadounidense]. Foreign Affairs. Julio Nueva York: Council on Foreign Relations [Consejo de Relaciones Exteriores].

Perry, William J. 2013. «My Personal Journey at the Nuclear Brink» [Mi experiencia personal al borde de la guerra nuclear]. European Leadership Network. 17 de junio. Disponible en línea en inglés en:
http://www.europeanleadershipnetwork.org/my-personal-journey-at-the-nuclear-brink-by-bill-perry _633.html.[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). 2016. «Building Resilience of Refugee Hosting Communities» [Construir resiliencia en las comunidades que acogen refugiados]. 27 de mayo. Disponible en línea en inglés en:
http://www.et.undp.org/content/ethiopia/en/home/presscenter/articles/2016/05/27/building-resilien ce-of-refugee-hosting-communities-.html[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Pugwash. 1955. «The Russell-Einstein Manifesto» [Manifiesto Einstein-Russell] 9 de julio. Disponible en línea en inglés: https://pugwash.org/1955/07/09/statement-manifesto/[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017]. Hay versión en español en:
http://www.filosofia.org/cod/c1955rus.htm[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Rees, Stuart, Gordon Rodley y Frank Stilwell. 1993. Beyond the Market: Alternatives to Economic Rationalism [Más allá del mercado. Alternativas al racionalismo económico]. Leichhardt: Pluto Press Australia.

Reutter, Angelika U. y Anne Rü ffer. 2004. Peace Women [Las mujeres de la paz]. Salomé Hangartner (trad.). Zü rich: Rü ffer+Rub.

Sen, Amartya. 2009 [2010]. La idea de la justicia, Hernando Valencia Villa (trad.). México: Taurus.

SIPRI Yearbook 2016: Armaments, Disarmament, and International Security. [El anuario 2016 del SIPRI: seguridad internacional, armamentos y desarme]. Estocolmo: Stockholm International Peace Research Institute. Disponible en línea en inglés en:
https://www.sipri.org/yearbook/2016/16[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Thurman, Robert A. F. (trad.) 1976 [2010]. Vimalakirti Nirdesa Sutra [El sutra Vimalakirti]. En The Holy Teaching of Vimalakirti [La enseñanza sagrada de Vimalakirti]. Pennsylvania: The Pennsylvania State University.

Toda, Josei. 1957. «Declaration Calling for the Abolition of Nuclear Weapons» [Proclama para la abolición de las armas nucleares]. Disponible en línea en inglés en:
http://www.joseitoda.org/vision/declaration/read[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Toynbee, Arnold J. 1967. Acquaintances [Mis conocidos]. Londres: Oxford University Press.

UNFPA (Fondo de población de las Naciones Unidas) 2014. «The Power of 1.8 Billion: Adolescents, Youth and the Transformation of the Future» [El poder de 1.800 millones: los adolescentes, la juventud y la transformación del futuro]. Disponible en línea en inglés en:
http://moldova.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/swop%202014%20report%20s2.pdf[Fecha de acceso: 9 de marzo de 2017].

Watson, Burton (trad.). 1997. The Vimalakirti Sutra [El sutra Vimalakirti]. Nueva York: Columbia University Press.

Wilson, Ward. 2013. Five Myths About Nuclear Weapons [Cinco mitos sobre las armas nucleares]. Boston, Nueva York: Houghton Mifflin Harcourt.

Comparte esta página en

  • Facebook
  • X