Mensaje para la conferencia por el 50º aniversario del Club de Roma (Roma, 17 y 18 de octubre de 2018)
(El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, envió un mensaje de felicitaciones para la conferencia por el 50º aniversario del Club de Roma, que se celebró el 17 y el 18 de octubre de 2018. El mensaje fue leído durante la asamblea general anual de la entidad, efectuada el 16 de octubre de 2018.)
Con todo mi respeto, quiero expresar mis sinceras felicitaciones al Club de Roma por su 50º aniversario de fundación.
Hoy, en medio de la globalización, vemos como se intensifican el antagonismo y la división, y se agravan los problemas mundiales como la situación de los refugiados y del cambio climático.
El Club de Roma surgió hace cinco décadas como una agrupación de personas preocupadas por el futuro de la humanidad, que actuaron desde una perspectiva holística y se adelantaron a los tiempos para advetir al mundo sobre los inminentes peligros que nos aquejarían a todos. En ese sentido, me siento privilegiado de haber tenido la oportunidad de departir sobre asuntos globales con varios de sus presidentes, entre ellos, Aurelio Peccei, Ricardo Díez-Hochleitner y Ernst Ulrich von Weizsäcker, y de publicar libros conjuntos como fruto de nuestros diálogos. La conclusión a la que arribamos fue muy curiosa, ya que todos coincidimos en que la única forma de solucionar los problemas planetarios era confiando en el inmenso potencial de la gente, generando cambios positivos dentro de cada individuo.
La penetrante visión y el ahondamiento que caracterizan al Club de Roma, así como su valiente proceder a lo largo de los años, han sido vitales en la búsqueda de caminos para resolver cuestiones universales, y estoy seguro de que su presencia seguirá siendo esencial en el futuro.
Este año, conmemoramos el 110º aniversario del natalicio del doctor Aurelio Peccei, cofundador del Club de Roma, con quien mantuve gratos e inolvidables encuentros. Él solía hablarme con franqueza y pasión sobre sus convicciones, pero también con la afabilidad de un padre. Fue un hombre clarividente que dejó una estampa muy grande en mi vida y nunca dejaré de tenerle gratitud. Luego de que falleció, conocí a sus hijos Roberto y Riccardo, con quienes constatamos la importancia de seguir trabajando por los ideales de su padre y hablamos sobre su convencimiento de que los jóvenes tienen la capacidad de modificar el mundo. Debo decir que sigo comulgando íntegramente con las convicciones del doctor Peccei. Yo también deposito mis expectativas en los jóvenes y sé que sabrán unirse solidariamente para afrontar los imperativos globales.
Justamente, en junio de este año, el ganador del Premio Nobel de la Paz de Argentina Adolfo Pérez Esquivel y yo organizamos una rueda de prensa en Roma para dar a conocer un llamado titulado «El esfuerzo solidario de los jóvenes: Un haz de esperanza para la apertura de nuevos tiempos», en el que alentamos e instamos a los jóvenes a afrontar de manera concreta, no violenta y solidaria los principales retos de la humanidad –como el asunto de los refugiados o el cambio climático—, sin amilanarse ante las realidades desconcertantes que imperen, asumiendo los problemas como algo propio y no ajeno ni lejano. Los jóvenes tienen el potencial para conducir una transformación positiva de los tiempos y construir el futuro mejor que todos aspiramos.
Finalizo mi saludo de felicitaciones por esta histórica asamblea general reiterando mi compromiso como integrante del ilustre Club de Roma, decidido a seguir trabajando para transmitir nuestro afán solidario en aras de la humanidad a las siguientes generaciones. Y, reciban mis mejores deseos por el continuo avance del Club de Roma, así como por la salud y éxitos de todos sus integrantes.