La sociedad civil debe impulsar la proscripción nuclear (The Japan Times, 23 feb 2011)
[Artículo de opinión de Daisaku Ikeda, publicado en el diario The Japan Times, el 23 de febrero de 2011.]
El año pasado, se realizaron importantes conferencias internacionales con el objeto de abordar cuestiones apremiantes como el cambio climático y el desarme nuclear. A pesar de que en dichas reuniones surgieron acuerdos constructivos, dar la alarma no es suficiente: es tiempo de acción y de solidaridad.
La sociedad civil debe dar el paso necesario para cubrir la falta de liderazgo político en el plano internacional, y proveer la energía y la visión necesarias para encaminar el mundo hacia un nuevo y mejor rumbo. Estoy convencido de que necesitamos un cambio de paradigma y reconocer que la esencia del liderazgo pertenece a las personas comunes que se ponen de pie y cumplen la función que solo a ellas les toca desempeñar, cualquiera fuere su condición o el lugar donde se encuentren.
En lo que concierne a la abolición nuclear, quisiera proponer tres áreas en las que la sociedad civil puede efectuar una importante contribución.
1. Debemos ejercer presión sobre los estados que poseen armamentos nucleares a fin de que se aboquen de inmediato a la tarea de lograr su eliminación completa.
El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha convocado a la celebración en forma regular, a partir de este año, de la cumbre del Consejo de Seguridad relativa a la no proliferación y el desarme nucleares.
Deseo respaldar completamente esa iniciativa y proponer que la participación sea de carácter abierto para aquellos estados que han elegido renunciar a la posesión de las armas atómicas y a sus programas nucleares. Los especialistas en la materia y los representantes de las organizaciones no gubernamentales deben tener, del mismo modo, la oportunidad de expresarse en esas cumbres. Las reuniones de tal naturaleza deben servir al objetivo de desarrollar medios y vías concretos para establecer un mundo libre de armas nucleares, con el año 2015 como meta inmediata.
En abril del año pasado, se llevó a cabo en Hiroshima un encuentro de ex jefes de estado y de gobierno. Los participantes visitaron el Museo de la Paz y escucharon el testimonio de los hibakusha o víctimas de la bomba atómica. Luego, elaboraron un comunicado en el que destacaron la importancia de que los líderes mundiales, en especial, los de países nucleares, visitaran Hiroshima.
De conformidad con ese pensamiento, propongo que Hiroshima y Nagasaki sean las sedes de la Conferencia de Revisión del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), encuentro que cumpliría además el rol de cumbre para la abolición nuclear. Si todos los líderes de gobierno presenciaran ahí la realidad de las bombas atómicas, su resolución de lograr esa meta se vería ciertamente fortalecida.
2. Es necesario que tomemos medidas concretas para prevenir y suprimir el desarrollo o la modernización de las armas nucleares.
En relación con este punto, resulta crucial la entrada en vigor del Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN). Las pruebas nucleares serán proscritas para siempre a través de este acuerdo como expresión de la voluntad de la comunidad internacional, y, se fortalecerá la conciencia ciudadana sobre el imperativo de la abolición nuclear.
Con el objeto de lograr esa meta, es imprescindible que los países que aún no han ratificado el tratado lo hagan cuanto antes.
Quisiera proponer una serie de acuerdos vinculantes que aseguren la firma o la ratificación del TPCEN dentro de un período establecido. Tal cosa podría tomar la forma, por ejemplo, de un pacto bilateral firmado por India y Pakistán, y de un acuerdo tripartito para la ratificación mutua de Egipto, Irán e Israel.
En el nordeste de Asia, las negociaciones deberían desarrollarse a través de las Conversaciones entre las Seis Partes, con miras a un acuerdo por el cual los Estados Unidos y la China ratifiquen el TPCEN, se establezca una zona en la que todas las partes se comprometan a no emplear armas nucleares, y Corea del Norte firme y ratifique el TPCEN, y abandone su programa nuclear.
3. Debemos trabajar para lograr la adopción de una Convención sobre Armas Nucleares (CAN), que prohíba totalmente esos armamentos sobre la base de que son los más inhumanos de todos.
Como lo determina el Documento Final adoptado por la Conferencia de las Partes de 2010 encargada del examen del TNP, dichas armas son fundamentalmente incompatibles con los principios del derecho internacional humanitario. Esa es la clase de comprensión que debemos difundir ampliamente. Con ese objetivo, los jóvenes de la Soka Gakkai han recolectado el año pasado más de dos millones doscientas mil firmas en apoyo de una CAN. Estas fueron entregadas al presidente de la Conferencia de Revisión del TNP y al Secretario General de las Naciones Unidas.
En setiembre de 2010, Malasia y Costa Rica presentaron un documento de trabajo ante la Asamblea General de las Naciones Unidas con el objeto de iniciar las negociaciones para la Convención tipo sobre Armas Nucleares. El documento fue aprobado por más de ciento treinta estados, incluidos China, India, Pakistán y Corea del Norte. Si la sociedad civil del orbe entero puede hacer oír su voz e incrementar su presencia para lograr un profundo cambio en la opinión pública internacional, ningún gobierno podrá ignorar esa poderosa fuerza.
Lo que resulta absolutamente esencial es que incentivemos la comprensión de que, como una cuestión de conciencia, no debemos permitir que surjan víctimas de las armas nucleares en ningún país; del mismo modo, tenemos que propiciar que cada individuo pueda expresar su rechazo a vivir bajo la sombra de la amenaza nuclear. Cada uno de nosotros tiene que tomar la decisión de construir un mundo nuevo, libre de armas nucleares.
Por ende, una CAN podría representar una clase de ley mundial, que extraería su autoridad y legitimidad últimas de la voluntad expresa de los pueblos del mundo y llevaría el visto bueno de cada uno de los ciudadanos del orbe.
Las tres propuestas que he analizado aquí requieren un cambio de actitud por parte de los estados. Y, lo que es más crucial, necesitan el apasionado compromiso y la acción de ciudadanos conscientes.
Creo que debemos sentirnos orgullosos de que las acciones que llevemos a cabo con iniciativa y decisión propia tendrán un significativo efecto sobre el colosal desafío de cambiar los anales de la humanidad.
Nos encontramos en un momento decisivo. Se ha presentado ante nosotros la ocasión de ponerle fin a la era de las armas nucleares. No podemos permitirnos desperdiciar esta oportunidad histórica.