Hacia el renacer de una nueva vida (Times of India, 4 de febrero de 2021)
Nuestro mundo enfrenta, hoy, una crisis como ninguna otra; la pandemia de la Covid-19 está sacudiendo los cimientos de la sociedad y de la economía global. Mas, en medio de esta calamidad, estamos observando un mayor fortalecimiento del espíritu solidario, que se extiende en el ámbito internacional, para que nadie se quede atrás. «No dejar a nadie atrás», es el principio inspirador de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. También es el deseo sincero de mis jóvenes amigos de la India, quienes están librando sus propias batallas personales y, al mismo tiempo, se dedican a compartir el sufrimiento ajeno y a alentar a las personas de su entorno en este difícil momento.
En vista de esta actitud solidaria recuerdo una parábola del budismo, ese gran legado que se nutrió en el rico terreno espiritual del subcontinente indio. El siguiente relato aparece en el Sutra del loto, la enseñanza del buda Shakyamuni que permite tomar conciencia sobre la dignidad de la vida de todo individuo.
Un grupo numeroso de personas estaba cruzando un vasto desierto en busca de una tierra de tesoros extraordinaria. Pero, agotados por las dificultades de la travesía, estos viajeros están a punto de abandonar su búsqueda. En ese momento, el guía señala una ciudad en la distancia y los motiva a seguir adelante para llegar a ella. Movidos por ese aliento, recuperan la esperanza y la energía para continuar. Una vez en el sitio, recobran fuerzas y el líder los insta a seguir hacia su destino real. «Juntos», les dice, «podremos llegar a la tierra del tesoro».
Esta parábola habla sobre la resiliencia y el potencial latente del espíritu humano. Pero lo más significativo es que enseña el mérito de avanzar junto con los demás en busca de la felicidad, aun cuando ese camino pueda parecer, a veces, imposible.
De manera similar, mientras el mundo se enfoca en alcanzar los ODS, no solo debemos centrarnos en cumplir dichos objetivos, sino también en restaurar el bienestar de cada individuo que sufre. En ese sentido, considero que la clave para sobreponerse a los efectos negativos de la COVID-19 radica en aliviar el dolor de quienes están luchando contra las mayores dificultades.
Estoy convencido de que la humanidad es capaz de hacer de esta crisis un catalizador que genere valor positivo para todos. El reconocido historiador Arnold J. Toynbee, con quien tuve la oportunidad de entablar diálogo, sentía una profunda empatía hacia la India, la gran tierra del espíritu. Afirmó que tanto las civilizaciones como los individuos pueden crear un tremendo valor si son capaces de dar respuesta a los retos que tengan ante sí y de superarlos.
Por grave que sea este trance, sin duda alguna, podremos salir vencedores si aunamos la sabiduría, la creatividad y el potencial que todos poseemos de manera inherente e ilimitada. Cuando lo hagamos, la dignidad de nuestra vida brillará con mayor esplendor.
La India es una gran nación de gente joven, una superpotencia en ascenso del siglo xxi con profundas raíces espirituales. Tengo la certeza de que, mientras perseveremos valientemente y nos esforcemos por triunfar en estos tiempos de desafío, la India, a través de cada uno de ustedes, desempeñará un papel fundamental en el renacer de una nueva vida.