Universidad de Nairobi, Kenia
DIC 22, 1992 – Doctorado Honorario en Letras
(Nota: Texto publicado en el folleto conmemorativo elaborado por la Universidad de Nairobi.)
Daisaku Ikeda ha consagrado su vida a promover la paz, la cultura y la educación. La paz por la que Ikeda se ha esforzado tanto no es la simple ausencia de guerra: él ha puesto su máximo empeño en lograr una “revolución humana”. Consciente de que los siglos XIX y XX se habían caracterizado por una tendencia a depender excesivamente del racionalismo, el pragmatismo y la política práctica, Ikeda hizo propicia toda oportunidad y utilizó cuanto ámbito se encontraba a su disposición para defender y propagar la necesidad de lograr una mejora en la sociedad a partir del cambio interior del individuo. En una de sus numerosas propuestas de paz, presentada […] en 1972, expresó: “El individuo necesita una base firme que le permita avanzar con la fuerza de sus convicciones, incluso cuando se encuentre completamente solo”. La paz que Ikeda ha propuesto como un desafío que el mundo y el género humano deben enfrentar comienza cuando uno brinda estabilidad a su pensamiento y filosofía interiores. Las contribuciones de Daisaku Ikeda a la paz del mundo surgen de su convicción como budista de que existe en la vida humana la capacidad inherente de encontrar soluciones creativas para los conflictos y de crear valores durante el proceso.
Su filosofía de vida considera la cultura el barómetro de la paz tanto en el individuo como en el grupo social. Él ve la cultura como la expresión y a la vez la fortificación del poder de la vida en los seres humanos, poseedora de la aptitud sin par de crear significación y valores en las actividades de la vida cotidiana. Para establecer un modo de pensamiento de esa naturaleza, se requiere un sistema de educación que se centre en acrecentar la capacidad del individuo y de la sociedad para crear valores. La educación es, por ende, el tema clave dentro del establecimiento de esa paz que comienza con el individuo en la filosofía de Ikeda.
Daisaku Ikeda es un filósofo que ha demostrado una constante preocupación e interés por cuestiones sumamente serias que amenazan a la sociedad y a la humanidad toda. Además de sus tres grandes compromisos con la paz, la cultura y la educación, ha enfrentado temas tan importantes como el desarme nuclear y la destrucción ambiental; la polarización entre Oriente y Occidente, entre Norte y Sur; la Guerra Fría, el pluralismo cultural, la unidad global de la humanidad, cuestiones relativas a la mujer y al género, y los jóvenes, como el patrimonio más crítico para el futuro de la humanidad. Como filósofo, Ikeda ha proporcionado al mundo un modelo para el establecimiento de la paz. Dicho modelo hace un llamado a un segundo Renacimiento. Sobre la base del budismo, la propuesta parte de la renovación espiritual del individuo […] para establecer la necesaria orientación y control. En ese sentido, Ikeda busca mejorar el desequilibrio actual entre los avances tecnológicos logrados por la humanidad y el retroceso moral de esta. El modelo requiere que el individuo se inserte con beneplácito en una sociedad que posea una cultura aceptada y aceptable, capaz de suministrar a todos los elementos necesarios para conducirse adecuadamente y para discernir el bien y el mal. Asimismo, la educación debe estructurarse para proveer a las personas lo que necesitan para cumplir efectivamente con su función. En el modelo, el individuo que se ha preparado de ese modo transforma su propia vida desde el interior de su ser y luego actúa como una persona común que juega un papel de importancia en la lucha por lograr una paz permanente en el mundo.
Si bien es un filósofo, Daisaku Ikeda no es en absoluto un simple soñador. Se ha destacado como una persona objetiva que ha aceptado el desafío de poner en práctica sus ideas y ha desplegado una acción ejemplar en la concreción de sus metas. Se ha esforzado enormemente para poner a prueba su modelo a través de su propio accionar: ha vivido demostrando que cada uno de nosotros puede y debe establecer su compromiso personal con la paz del mundo, y que ese compromiso establece realmente una diferencia […]
Al leer la obra de Daisaku Ikeda, se trate de propuestas, diálogos, ficción o biografías, se experimenta un sentimiento fresco, como el de la brisa que penetra por una ventana para asegurar la supervivencia de la humanidad. Se trata de las palabras y mensajes de un intelectual que es muy sencillo porque es tan profundo. Son las palabras serenas de un genio que ha entregado su vida para colmar al mundo de las semillas de una revolución silenciosa. Leer el currículum vítae de Daisaku Ikeda es una experiencia que embarga de humildad al académico más preparado.
Es difícil realizar una semblanza de Daisaku Ikeda: es un filósofo y un sociólogo por excelencia; es un hombre práctico dotado de energía incansable. Un educador, autor, poeta y crítico literario; alguien comprometido con el logro de la paz del mundo, una paz sustentada en las cualidades indispensables para la supervivencia de la humanidad. Una persona de grandes convicciones en los temas religiosos que son profundamente humanos. Este hombre debe de ser el Intelectual Relevante que, al igual que Rudyard Kipling (1865-1936), descubrió que “las palabras son el medicamento más poderoso empleado por la humanidad”. La obra literaria publicada por Ikeda, de ficción y no ficción, de poesía y de prosa, es prácticamente innumerable.
Ikeda es un hombre extraordinario de firme propósito, un intelectual de enorme talla y un sabio internacional, que ha ofrecido al mundo el regalo de las letras, en un intento racional y resuelto de transformar el mundo en un lugar mejor.
Conferir a Daisaku Ikeda nuestro Doctorado Honorario en Letras es, sencillamente, honrar a un hombre que ya ha recibido amplio reconocimiento a lo largo de su existencia. Por ello, es hoy un gran honor para la Universidad de Nairobi sumarse al brillante tributo que Ikeda recibe en todo el mundo, otorgándole el grado honorario de Doctor en Letras.