Universidad de Gyeongju, Corea del Sur
DIC 08, 2001 – Profesor Honorario
Dr. Kim Il Yun
Presidente y fundador de la Universidad de Gyeongju
(Nota: Mensaje enviado para el acto de entrega)
La provincia de Gyeongsang del Norte, donde tiene su asiento la Universidad de Gyeongju, es un paraje rico en la tradición milenaria de la dinastía Silla. A lo largo de los años, sus pueblos ancestrales se han visto teñidos de la cultura del reino de Silla y del budismo. Los templos de Pulguksa y Sokkuram y el observatorio de Cheomseongdae, el más antiguo del este de Asia, y el panteón de pagodas y estatuas budistas preservan hasta nuestros días la expresión cultural de los tiempos de Silla. Gyeongsang del Norte se desarrolló y floreció gracias a que fue establecida en el centro de la cultura budista.
Hemos viajado desde esas tierras de profusa historia inmemorial para encontrarnos con un hombre que consideramos un paladín de la humanidad, que se erige como una gran secuoya de la paz mundial, y un gran poeta del y para el pueblo. Dicho hombre es el doctor [Daisaku] Ikeda. Desde hace dos años, estábamos esperando la llegada de este día, por lo que no encuentro palabras suficientes para expresar mi emoción.
Con suprema admiración y respeto, hoy tenemos el honor de otorgar el profesorado honorario de la Universidad de Gyeongju al doctor Ikeda, a quien conocemos también como el fundador de la Universidad Soka, un poeta laureado del mundo y un gran defensor de la educación humanística. Estoy seguro de que este momento resplandecerá entre los más sublimes recuerdos de mi vida.
Una joya no brilla por sí misma. Su resplandor es producto de la irradiación de luz solar. De la misma manera, esta distinción de nuestra universidad adquirirá mayor realce con las palmas concedidas al doctor Ikeda.
Permítanme expresar mi agradecimiento sincero al doctor Ikeda por aceptar ser parte de nuestro claustro académico…
Uno de los principios con los que se fundó la Universidad Soka es que ésta se convierta en “una fortaleza para la paz de la humanidad”, con lo cual comprendo que su creador anhela la felicidad del género humano.
Al ver la historia milenaria de Silla, período en el que se unificaron tres reinos de Corea, debemos reflexionar sobre las razones que causaron la derrota de Silla y su posterior absorción por la dinastía Goryeo. Existen diversas opiniones al respecto. Sin embargo, pienso que la causa fundamental yace en que su pueblo había olvidado su espíritu original. Cualquier organización o agrupación que está en un trance fatal de declive termina desapareciendo cuando finalmente pierde de vista el espíritu inicial. Espero que todos ustedes mantengan viva el espíritu del doctor Ikeda y que construyan las bases de una paz duradera por varias y muchas centurias a seguir.
Desafortunadamente, la historia del siglo XX estuvo plagada de guerras y tragedias como producto de intereses egocéntricos. Debemos hacer que el siglo XXI sea una centuria de la esperanza, para dispersar las tinieblas que ofuscan nuestra visión…
Como todos sabemos, la paz no es algo que nos llegará por más que simplemente la esperemos. Por ello la Universidad de Gyeongju y la Universidad Soka se han comprometido juntas en la búsqueda de un bien mayor –no para nosotros, sino para la humanidad— y en promover la amistad entre la República de Corea y el Japón.
Como fundador de la Universidad de Gyeongju, me gustaría destacar, desde mi modesta perspectiva, que el doctor Ikeda, quien estableció la Universidad Soka, experimentó grandes dificultades en pos de sus ideales. Si una persona no está dispuesta a entregarse enteramente, no podrá lograr nada realmente significativo…
En Vidas paralelas, Plutarco declaró que aunque los padres dan la vida, los mentores son quienes dan un significado a la existencia. El pensador griego deja claro que tras cada persona extraordinaria hay un maestro extraordinario, y que nuestra gratitud hacia el maestro debe ser tan profunda como la gratitud que les debemos a los padres. Nuestras vidas reciben una influencia eterna de las personas que conocemos. De la misma manera, el doctor Ikeda experimentó una transformación decisiva al conocer a Josei Toda, su gran maestro, y el profesor [Arnold] Toynbee albergó admiración por los filósofos comprometidos con la sociedad al conocer al doctor Ikeda…
Yo entré a la carrera legislativa porque creo que las acciones en la política son indispensables para el desarrollo de la educación. Coincido enteramente con la convicción del doctor Ikeda de que la educación es la única vía que llevará al género humano por el camino de la paz. Mi anhelo es ampliar dicho camino de la amistad para que sea adamantino y eterno.
Estoy convencido de que cada paso que demos, no importa cuán sencillo sea éste, contribuirá a reforzar las bases de la amistad entre Corea y Japón, y finalmente a establecer la paz global.