febrero 06, 2010
Discurso: La auténtica victoria en la vida
El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, pronunció un discurso en ocasión de la 37ª reunión de la sede central para responsables de la Soka Gakkai, realizada en forma conjunta con la tercera reunión nacional de líderes juveniles, en el Centro Internacional Soka de la Amistad, situado en Sendagaya, Tokio, el 6 de febrero de 2010. A continuación se recopilan extractos de dicho discurso:
"¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Cuál es la razón de ser de nuestra práctica budista? (…) Algunos viven rebosantes de alegría. Otros, inmersos en el sufrimiento. (…) Sin duda, hay tantas circunstancias diversas como formas distintas de vivir. ¿Pero cuál es la línea que diferencia el éxito y la derrota en la vida, o que separa la alegría del sufrimiento? (…) El budismo de Nichiren nos permite cultivar un sereno estado de vida de abundancia interior, imbuido por las nobles virtudes de la eternidad, la felicidad, la verdadera eternidad y la pureza. (…) Nam-myoho-renge-kyo es la vida y la Ley fundamental del universo. (…) Con el budismo, podemos marchar en la vida con convicción imperturbable, siempre triunfales. Podemos avanzar por el camino hacia la felicidad sin ningún temor, con el corazón lleno de optimismo y esperanza, junto a nuestra familia, amigos y seres queridos. Estamos aquí para disfrutar de nuestra vida. No vivamos una existencia infeliz, llena de tristeza, sufrimiento o derrota. (…) Vivamos, entonces, una existencia jubilosa, triunfal y alegre. ¡Y que cada jornada esté imbuida de profundo significado y satisfacción! Ese es el propósito con el cual practicamos el budismo.
«La juventud es poder. Con grandes esperanzas en nuestras agrupaciones juveniles, Josei Toda, el segundo presidente de la Soka Gakkai, decía: ʻLa rebosante vitalidad de un ser humano puede influir y modificar la vida de los semejantes. La forma más segura de fortalecer esta función inherente a la vida es la práctica de la Ley Místicaʼ. En efecto, la fuerza vital pujante y briosa de los jóvenes dedicados al bien más sublime puede transformar el corazón del pueblo y cambiar la sociedad. (…) Las emociones y los estados anímicos cambian a cada instante. (…) Si uno no cultiva fortaleza interior y un estado de vida amplio, se expone a tener una vida que, aun pareciendo libre y cómoda por fuera, en realidad es todo lo contrario. ¿Dónde se encuentran la gloria y la victoria verdaderas en la vida? Su esplendor refulge en la dedicación al bien social, al bienestar del mundo y a la causa de la paz. Sin el sólido pilar central de un propósito mayor, como la felicidad y la solidaridad de la especie humana, terminaremos viviendo una existencia solitaria, sin rumbo o sentido profundos, y sin un propósito que nos llene de satisfacción. Cuando, a través de las acciones, llevamos a cabo esta noble misión –trabajar para ayudar a otros a ser felices— comienza la saga de nuestra propia revolución humana.
«Poseemos la Ley Mística. Por lo tanto, ¿qué lucha que hagamos podría no conducirnos al triunfo? Oremos con la firme determinación para que la sociedad pueda prosperar y nuestros congéneres puedan ser felices. (…) Desafíense de todo corazón, sin mezquinar ningún esfuerzo. (…) Ese fue el mensaje de Josei Toda y también es la enseñanza de Nichiren. (…) Necesitamos preguntarnos cada día qué podemos hacer (…) y estar dispuestos voluntariamente a hacer mayores esfuerzos en las áreas más difíciles. (…) Esa determinación expandirá nuestro estado de vida en gran medida.
«Tenemos miembros jóvenes y mayores; nuestra organización posee una enorme diversidad. Por lo tanto, como líderes, es importante que ejerzan una conducción sabia, para que todos puedan desplegar su capacidad y su talento individual en total libertad. (…) Hemos nacido para disfrutar de la vida. Aún cuando vayamos sumando años, siempre basemos nuestra existencia en la fe y tengamos la postura de trabajar jubilosamente por la paz mundial.
«Lo más importante que debe hacer nuestra organización ahora es emprender una revolución en el liderazgo. (…) El desarrollo y el futuro brillante de nuestro movimiento dependen de que los líderes sigan desarrollándose, superando sus limitaciones y dedicándose a cumplir sus funciones con una actitud y un compromiso totalmente renovados. Ustedes, que son líderes, deben valorar sinceramente a los miembros que tanto trabajan… Lograr la Budeidad es el propósito de nuestra práctica budista, el propósito de las actividades de la Soka Gakkai. Por favor, hagan cuanto esté a su alcance para ayudar a cada miembro a lograr un estado de vida de felicidad insuperable. (…) Jamás deberán caer en la arrogancia ni tornarse negligentes. Les pido que tomen la decisión de obtener un resultado triunfal, en nombre de los miembros. Crean en el potencial de todos; orienten y guíen de un modo que infunda alegría a las personas y fortalezca su convicción en la fe. El impulso que rompe las ataduras y vence los obstáculos también se alimenta de la acción decisiva y de la determinación firme de los líderes. (…) Lo que distingue a un verdadero líder de la SGI es que trabaja más que nadie en la primera línea de nuestro movimiento e imparte valentía a todos. Nuestro 80º aniversario es una ocasión histórica. Estoy feliz de ver que en cada región están luchando seria y sinceramente, colmados de una nueva decisión de lograr la victoria. Por favor, construyan bastiones imperecederos de la Soka en sus localidades, a través del esfuerzo mancomunado.
«Nuestra determinación de fe impregna el universo entero. (…) Aunque en ocasiones pueda parecer que nuestras oraciones no obtienen respuesta, si seguimos orando seria y tenazmente, las cosas se moverán en la mejor dirección para nuestra vida, sin falta. Todo lo que nos ocurre en la existencia tiene un sentido.
«Estamos viviendo una época de cambios tumultuosos. El destino de cada nación y de cada organización depende de la sabiduría de sus líderes. La clave para crecer, y también una importante responsabilidad de los líderes, es identificar los signos de advertencia, desentrañar su esencia y tomar las medidas apropiadas para remediar la situación sin falta.
«El literato español Miguel de Cervantes (1547-1616) escribió en una de sus novelas: ʻValiente capitán, nada grande puede lograrse sin muchas dificultadesʼ. (1) También escribió: ʻMi corazón me dicta que avance y espere mil acontecimientos felicesʼ. (2)
«El arquitecto español Antoni Gaudí (1852-1926) escribió: ʻLa vida es una batalla. Necesitamos fortaleza para luchar, y la fortaleza es una virtud, que sólo puede mantenerse e incrementarse mediante el cultivo espiritualʼ. (3) Sí, la vida es una lucha. Tanto el fundador de la Soka Gakkai Tsunesaburo Makiguchi como el maestro Toda vivieron sus existencias fieles a esta convicción. Una sólida filosofía espiritual brinda al ser humano la fuerza máxima para triunfar en la contienda de la vida, y ninguna lo hace tanto como el insuperable budismo de Nichiren. Gaudí también comentó: ʻNingún esfuerzo cae en saco rotoʼ. (4) Es una de las verdades eternas de la vida.
«Los líderes deben ser siempre sinceros. Por favor, elogien a los miembros que tanto se esfuerzan en la primera línea de nuestro movimiento. Respétenlos y muéstrenles suprema consideración. Apóyenlos y abrácenlos cálidamente. Y presten atención a las pequeñas cosas. Eso es lo que distingue a un verdadero líder.
«La Ley Mística es la fuerza suprema que establece la justicia. Basados en nuestra fe en las enseñanzas humanísticas expuestas en el budismo de Nichiren, hagamos siempre lo que consideremos y creamos correcto por la felicidad del pueblo. La justicia prevalecerá en última instancia. ¡Avancemos con esta convicción!".
[Fuente informativa: Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai, Japón. Artículos publicados los días 7, 15 y 16 de febrero de 2010.]
Nota bibliográfica:
(1) CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de: Los trabajos de Persiles y Sigismunda, Madrid, Librería de San Martín, 1859, pág. 127.
(2) Ib., pág. 126.
(3) GAUDÍ, Antoni: Kenchikuka Gaudi Zen-goroku (Citas completas de Gaudí, el arquitecto), comp. y trad. por Tokutoshi Torii, Tokio, Chuo Koron Bijutsu Shuppan-sha, 2007, pág. 555.
(4) Ib., pág. 544.