marzo 04, 2009
Discurso: El poder del optimismo
Daisaku Ikeda, presidente de la SGI, brindó un discurso el 4 de marzo de 2009, durante la 27º reunión de la sede central para responsables de la Soka Gakkai, celebrada en Hachioji, Tokio.
En la ocasión, los miembros que acudieron de todo el archipiélago japonés y de sesenta países del exterior, entre ellos Gabón, rememoraron el 16 de marzo de 1958, fecha en que el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, encomendó a la juventud el futuro de la humanidad y perfiló la misión de la División de Jóvenes: consolidar la paz mundial bajo los principios humanistas del budismo de Nichiren. En relación a ello, Daisaku Ikeda dijo: "Nuestros jóvenes de hoy son los que promoverán la paz por el porvenir de la humanidad. Hablamos de una tarea que debemos confiarles a ellos. Sólo ellos podrán llevarla a cabo. Sin embargo, ninguno de nosotros debemos permitir que nuestro espíritu envejezca. En este momento, estoy enfocándome más que nunca en los jóvenes".
Luego, el líder de la SGI recordó a sus compañeros: "Los pequeños detalles marcan una gran diferencia. Por ejemplo, a la hora de exponer sus palabras en una actividad, o cuando están hablando con la gente, un pequeño cuidado o consideración, ya sea en el contenido del discurso o en el tono de la voz, siempre podrá mejorar el resultado. En la mayoría de los casos, la aptitud básica de las personas no es radicalmente distinta entre unas a otras. Pero, a veces, un cambio sutil en la actitud o en la determinación puede transformar por completo lo que una persona es capaz de producir. El corazón es algo prodigioso".
Asimismo, el presidente Ikeda expresó palabras de encomio por los dedicados esfuerzos que muchos miembros realizaban detrás de bambalinas para velar por el bienestar y la seguridad de sus compañeros. Agregó: "Siempre he prestado suma atención a cada cosa, hasta el último detalle. Para ser líderes de la paz mundial, tienen que ser capaces de captar la esencia de todo lo que vean y escuchen, y luego poder tomar las medidas necesarias para la victoria, creando valor a partir de cada situación. Por eso, el entrenamiento del señor Toda era tan estricto. Él reparaba en las cosas más insignificantes… Tenía inmensas expectativas en los jóvenes…".
El señor Ikeda comentó a sus compañeros que, desde joven, como budista deseoso de impulsar la paz, se había lanzado a mantener diálogos francos y sinceros, y a tender puentes de cultura y educación, en cada lugar adonde iba. Intentó tomar la iniciativa con coraje para invitar a los demás al diálogo, hablar a los semejantes abierta y honestamente con el corazón, pues tenía la convicción de que tales acciones tenían el poder fundamental de atravesar las barreras del prejuicio y los malos entendidos. Luego dijo: "Para mí fue un profundo honor que la Universidad Estatal de Moscú hubiera reparado en mis iniciativas y decidiera reconocerlas con un doctorado honorífico [en 1975]. Pero, a la vez, ese primer galardón significó el peso de una tremenda responsabilidad: seguir luchando sin flaquear por la paz y la amistad. Paralelamente, tuve la certeza de que ese honor que se me confería era gracias a la capacitación que yo había recibido de mi mentor, Josei Toda. Suelo decir que soy 'egresado de la Universidad Toda'. Él me impartió instrucción personal sobre un amplio abanico de temas. Por tal razón, cada distinción académica que recibo es un honor que automáticamente dedico a mi maestro. También quiero que sepan que cada vez que soy reconocido de este modo, lo acepto como representante de ustedes, y que mi deseo es compartir tales distinciones con todos ustedes, nuestros miembros, que trabajan infatigablemente por la paz, la cultura y la educación en cada lugar".
Posteriormente, Daisaku Ikeda afirmó que el doctor Martin Seligman, ex presidente de la Asociación Psicológica de los Estados Unidos, señaló en una conversación que mantuvieron, que uno de los requisitos para enfrentar reveses –en la carrera o la vida— y lidiar con el sufrimiento era el optimismo. El líder de la SGI destacó: "En su opinión, el optimismo es la convicción de que aunque uno fracase o deba pasar por una experiencia desagradable, puede emprender acciones positivas para modificar la realidad. También dijo que el optimismo era sinónimo de esperanza. Con este mismo enfoque positivo, Nichiren Daishonin escribe: 'El invierno siempre se convierte en primavera'. El budismo de Daishonin palpita con un invencible espíritu optimista. Todos tenemos el poder de superar hasta las circunstancias más extremas".
El presidente de la SGI también recordó a sus compañeros: "La envidia destruye la unión armoniosa entre los creyentes. La ingratitud destruye el mundo del budismo. (…) Si nuestra organización se deja arrastrar por las influencias corruptas, pierde la perspectiva del amor compasivo y extravía el espíritu de maestro y discípulo, ya no será una organización budista".
[Basado en los artículos publicados los días 5, 9 y 10 de marzo de 2009 en el Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai, Japón.]