marzo 31, 2008
Universidad Jiaying de Guangdong, China, honra a Daisaku y Kaneko Ikeda
El presidente Cheng Biao (4º de la izquierda) otorga los diplomas honoríficos al presidente Hideo Yamamoto (4º de la derecha). El presidente universitario chino estuvo acompañado por una delegación compuesta por (de izquierda a derecha) Hou Xianhua, vicepresidente; Wu Chunhua, docente y director de la Oficina de Asuntos Exteriores; y Xue Fangcun, asistente del gabinete del presidente Cheng.
El 31 de marzo de 2008, la Universidad Jianying, ubicada en la ciudad de Meizhou, provincia de Guangdong, China, confirió in absentia el título de profesor honorario a Daisaku Ikeda, fundador de la Universidad Soka, y a su esposa, Kaneko Ikeda, en reconocimiento a sus contribuciones a la paz, la cultura, la educación y la amistad entre China y Japón. El presidente de la casa de estudios superiores china, Cheng Biao, hizo entrega de sendos documentos honoríficos a su homólogo japonés, Hideo Yamamoto, durante una ceremonia efectuada en el edificio central de la Universidad Soka, ubicada en Hachioji, Japón.
La Universidad Jiaying, fundada en 1913 como institución normal femenina, ofrece hoy instrucción integral a unos quince mil alumnos que cursan estudios en catorce facultades. La universidad goza de reconocimiento mundial por sus aportes académicos sobre la cultura de los Hakka, pueblo trashumante del sur de la China. Entre su alumnado figuran estudiantes extranjeros, que cursan especialidades en antropología, historia, folclore y religión sobre la tradición Hakka.
En sus palabras de reconocimiento, el presidente Cheng destacó que Daisaku Ikeda fue uno de los primeros japoneses que abogó públicamente por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la China y el Japón; luego, dijo que el señor Ikeda había promovido el diálogo con destacadas figuras globales de variados ámbitos, con la convicción de que el diálogo sincero propiciaba el entendimiento y la confianza entre los pueblos. A la par, expresó su reconocimiento a la dedicada labor que la señora Ikeda realizaba al lado de su esposo en beneficio de la paz mundial, la cultura y la educación.
En un mensaje enviado por Daisaku Ikeda, éste resaltó que la educación tenía la importante misión de inculcar en las personas el sentido de compromiso a superar las desigualdades y trascender las diferencias con miras a la construcción de nuevas sociedades armoniosas. La educación, describió, era una tarea sagrada que inducía el florecimiento del extraordinario potencial de las personas y que formaba individuos capaces de contribuir a la convivencia creativa y armoniosa de la humanidad. Aseveró que su convicción se basada en el principio budista que celebra la singularidad de las flores del "cerezo, albaricoquero, melocotonero y ciruelo", que enseña que todas las entidades vivientes tienen hermosas características sin igual.
[Basado en el artículo publicado el 1º de abril de 2008 en el Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai, Japón.]