junio 17, 2008
Uni-Anhangüera, Brasil, confiere doctorado honorario
El rector de Uni-Anhangüera (cuarto desde la izquierda) entrega el diploma a Hiromasa Ikeda, hijo del destinatario (tercero desde la derecha)
El Centro Universitario de Goiás, Uni-Anhangüera, localizado en Goiânia, Brasil, confirió el título de Doctor Honoris Causa a Daisaku Ikeda, por decisión unánime de su consejo administrativo, en reconocimiento a su dedicada labor por la paz y la promoción de los derechos humanos. El acto honorífico presidido por el rector Joveny Sebastião Cândido de Oliveira se realizó de manera inédita in absentia el 17 de junio de 2008 en el Centro Cultural de la SGI en Brasilia, fuera de su predio universitario.
Uni-Anhangüera fue formada en 1972 por el señor Joveny Sebastião Cândido de Oliveira y otros siete educadores con el objetivo de ofrecer una instrucción integral centrada en la formación de profesionales con sentido humanitario dispuestos a contribuir a la sociedad. En la actualidad, la casa de enseñanza superior cuenta con unos diez mil estudiantes.
Durante la ceremonia honorífica, el rector de Uni-Anhangüera entregó el diploma y los símbolos académicos a Hiromasa Ikeda, quien asistió en representación de su padre.
En un discurso alusivo, el rector de Oliveira expresó su beneplácito de rendir tributo a una figura ampliamente reconocida por sus ingentes contribuciones a la promoción de la paz, la libertad y los derechos humanos desde hacía varias décadas. Luego, destacó que Daisaku Ikeda luchaba por fomentar valores universales en un mundo plagado de avaricia y egoísmo, y proponía soluciones para los problemas que enfrentaba la humanidad en su conjunto.
En un mensaje de agradecimiento enviado especialmente para la ocasión, Daisaku Ikeda, con gratitud por el honor recibido, se comprometió a redoblar esfuerzos para promover la educación humanística en bien de las jóvenes generaciones, junto a Uni-Anhangüera, con la convicción de que ésta permitiría hacer resplandecer en cada persona la luz de la sabiduría, capaz de desvanecer la desesperación, alumbrar el camino de la esperanza, y transformar el sufrimiento en energía impulsora.
[Basado en el artículo publicado el 24 de junio de 2008 en el Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai, Japón.]