El Derecho internacional reconoce la atmósfera, los mares profundos, el continente antártico y el espacio exterior como bienes comunes globales, y herencia mancomunada de la humanidad. Más ampliamente, estos bienes globales comprenden los recursos naturales de la Tierra que no están sujetos a jurisdicciones nacionales y a los cuales todos los países tienen acceso, como los océanos, el clima, la biodiversidad, los bosques, los glaciares y las regiones polares. Este patrimonio colectivo global se ve amenazado por la sobreexplotación o la degradación no intencional causada por la creciente demanda de recursos.