El budismo enseña que todo lo que acontece o existe en el universo expresa la ley de causa y efecto. La ciencia moderna emplea un marco similar para explicar los fenómenos visibles o mensurables. Pero, en la filosofía budi sta, la causalidad también incluye aspectos espirituales o no visibles de la vida, como las experiencias de felicidad y desdicha, bondad o crueldad que afectan al ser humano. El término «karma» se aplica a la acumulación de causas generadas en el pasado y el presente; denota, además, las tendencias o patrones de conducta sujetos a la repetición, y las formas en que solemos responder a ciertas situaciones de la vida.
Sin embargo, este concepto no debe asociarse a la resignación humana o la aceptación pasiva de las circunstancias. Antes bien, invita a reconocer que el individuo, a partir de las elecciones que hace a cada instante, crea su presente y su futuro. La ley de causa y efecto, vista desde esta perspectiva, es un principio de empoderamiento: cada acci ón puede ser una causa que contribuya a crear un mundo mejor para uno mismo y para los congéneres.