En el budismo, se conoce como bodhisattvas a quienes avanzan en pos de su iluminación mientras llevan a cabo acciones altruistas; se caracterizan por virtudes capitales como el amor compasivo y el compromiso con la adquisición de sabiduría. El Sutra del loto revela que todos los seres poseen el potencial de manifestar la iluminación; esta revolucionaria enseñanza se expresa en forma de parábolas narradas por bodhisattvas prominentes, para ayudar a las personas a comprender el enorme potencial de su naturaleza de Buda.
Una de estas analogías se refiere al hijo de un hombre acaudalado que se aleja de su padre y, desde entonces, vive en la pobreza. Cincuenta años después, la vida lo pone nuevamente frente a su progenitor, pero el hijo, incapaz de reconocerlo, vuelve a alejarse. Aquel, sin embargo, envía a un criado a ofrecerle un trabajo humilde, que el hijo acepta y lleva a cabo durante muchos años. Con el tiempo, este va adquiriendo mayores responsabilidades hasta que, al fin, el padre le revela su verdadera identidad y le permite así heredar su cuantioso patrimonio.
El hijo pobre representa la gente común que «deambula» por los tres mundos; el padre rico es una metáfora del Buda, cuyo único deseo es permitir a todas las personas gozar del mismo estado iluminado que él ha adquirido.