El mes de mayo ha llegado. Junto con el aroma fresco de la vegetación ha llegado el tiempo de crecer para todos nosotros. Álamos, cerezos, sicomoros, pinos y cedros: un mayo flamante trae nuevos retoños que remplazan los viejos.
En abril, la Madre Naturaleza está aún lánguida, y no despierta del todo de su ensoñación; sus brazos todavía duermen, pesados y perezosos. Pero en mayo, ella despierta, activa, pletórica de vida.
Mayo es el mes de la flora: peonías y tulipanes en plena floración; azaleas rojo carmesí; glicinas que se mecen con la brisa; lirios y amapolas; claveles y tréboles; ortigas muertas y madreselvas. Capullos de rosa rojos y amarillos; cornejos de flores blancas. Azucenas níveas, lirios púrpura, celindas, paulonias y margaritas compiten en belleza entre miríadas de flores. Así y todo, lo que más complace la vista es el rico verdor de las hojas nuevas.
Mayo abre los corazones y les imprime primavera a nuestros pasos. Las abejas, mariposas y aves danzan en el aire purísimo. Banderines y gallardetes se agitan en la brisa fragante.
Las colinas y los prados cambian su atuendo en mayo. Los brotes de bambú, las fárfaras y la cebada están listos para la cosecha. El eco de las flautas pastoriles resuena a través de los soleados altozanos perfumados de flamantes hojas de té.
En mayo, el cielo y la tierra se desperezan, listos para darles vida a cosas nuevas. Este mes vio nacer a Dante, Pushkin, Balzac, Emerson y Whitman. En Gran Bretaña, Earl Russell, Mil y Pope vieron la luz por primera vez en mayo.
Mayo es una estación dorada en Gran Bretaña, donde el invierno es muy largo. En marzo y abril la primavera no está aún en su apogeo. Es en mayo cuando los días comienzan a alargarse y se tornan más cálidos. La expresión inglesa “Los vientos de marzo y las lluvias de abril traen las flores de mayo” ilustra muy bien esa transición.
El ímpetu del tiempo es incontenible. El invierno, por más severo que sea, siempre dará lugar a la primavera. La Festividad de los Mayos es una celebración jubilosa que da la bienvenida a la tan ansiada estación.
En el Día de Mayo, las jóvenes iban una vez al bosque antes del alba para recoger el rocío matutino de las hojas, que luego aplicaban sobre su piel. Según la leyenda, tomar un baño de rocío matutino el Día de Mayo brindaba belleza y buena fortuna. Mientras, los hombres jóvenes derribaban un árbol alto y lo colocaban en la plaza del pueblo, y todos, muchachos y jovencitas, danzaban alrededor de ese madero. Luego estas últimas visitaban cada casa de la aldea y llevaban guirnaldas o ramas de espino todavía húmedas de rocío, como si quisieran entregar a cada uno la vida renovada de la primavera.
Mayo es el mes de los jóvenes; un tiempo propicio para que todas las criaturas canten una oda a la vida. Conozco el otoño inglés y también, el invierno; pero es en primavera cuando Inglaterra es más maravillosa.
Fue también en mayo cuando recibí una invitación para dialogar con el doctor Arnold Toynbee. En 1972 y 1973, durante dos años seguidos, lo visité en la estación de las flores. “Si yo fuera joven, buscaría la esencia del budismo en Oriente y la pondría en práctica”, dijo el renombrado historiador. En mayo de 1975, el doctor Toynbee estaba postrado en cama, de modo que le pedí a su secretaria que le entregara la nueva compilación de nuestros diálogos, titulada Escoge la vida.
En mayo de 1989, catorce años después, se inauguró Taplow Court, un castillo consagrado a la cultura. Situado al oeste de Londres, el edificio se yergue por encima de una suave colina que mira hacia el Támesis.
Mientras caminaba por Taplow, vi un banco elaborado a mano con madera de pino, al lado de una fuente burbujeante, que según la creencia popular, estaba allí desde hacía dos mil años. La gente se asentaba naturalmente alrededor de esa colina segura, con abundante agua, como se evidencia por las tumbas de seiscientos años de antigüedad que hay en la zona.
Un relato que data de cuatrocientos años cuenta que la joven reina Isabel I fue enviada prisionera a Taplow Court, durante una época de gran agitación política. Hace unos ciento cincuenta años, el edificio fue remodelado en su estilo gótico actual. Situado cerca del Castillo de Windsor, residencia principal de la familia real, Taplow Court ha alojado en sus estancias a muchos miembros de la realeza británica y de otras naciones.
Primeros ministros británicos, como Churchill y Chamberlain, así como reconocidas figuras de la literatura, como Kipling, Wilde y Wells, sentían especial aprecio por este lugar y al parecer lo usaban como una especie de “club de intelectuales”. También se empleó el palacio como dormitorio de enfermeros del Hospital Real de Canadá y como una escuela para niñas. Durante la Segunda Guerra Mundial, Taplow Court se convirtió en un sitio para albergar niños pequeños desplazados por los ataques aéreos.
Me hace muy feliz que el Taplow Court se haya transformado en un jardín de amistad, apreciado por la comunidad.
Mientras estaba allí, llegaron en un alegre grupo los egresados de la Universidad Soka que viven en el Reino Unido. Dondequiera que voy en estos días, me encuentro con mis queridos exalumnos de las instituciones educativas Soka. Todos ellos están avanzando por el camino de su misión respectiva con el mismo espíritu de mayo que mostraban en su juventud.
Las señoras del Coro Rose brindaron una actuación musical en celebración de la apertura de Taplow Court. Cantaron sobre su orgullo, que nadie les podía arrebatar. Sus voces vibrantes realmente denotaban su triunfo: “¡Nadie puede arrebatarnos nuestra convicción!”. “¡Nadie puede quitarnos el amor por nuestros amigos!”.
Fue en mayo cuando Josei Toda se convirtió en el segundo presidente de la Soka Gakkai, y también, cuando yo asumí como tercer presidente. Desde entonces, muchos 3 de mayo han venido y se han ido, algunos brillantes, algunos nublados por las sombras. Pero nuestros compañeros miembros han superado toda vicisitud y han triunfado. Juntos, ellos y yo, hemos triunfado.
La primavera de mayo es esperanza eterna; es el corazón de los jóvenes y la pasión por el progreso. Siempre que el espíritu de mayo arda en nuestro corazón, se desplegará para nosotros una profusión de flores a lo largo del camino.
Mayo es la época para avanzar un paso más en nuestra eterna travesía. ¡El espíritu de mayo infunde aliento en mi corazón cada día, aun en la soledad del otoño, la cruda adversidad del invierno o las noches tormentosas de verano!
En lo profundo de mi corazón siempre se abre anchuroso el deslumbrante cielo azul del 3 de mayo. ¡En lo profundo de mi corazón, siempre se levanta el sol de mayo, el sol del eterno comienzo!
[Ensayo escrito por Daisaku Ikeda. Publicado en la serie “Esta hermosa tierra”, en el diario Seikyo Shimbun del Japón, el 1 de mayo de 1999.]
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